EL M-HEALTH CRECE EN TODOS LOS FRENTES

Entre los infinitos fenómenos que ha generado en los últimos años la explosión de los smartphones, el entrecruzamiento entre la tecnología móvil y el campo de la salud es tal vez uno de los más interesantes. En los últimos años —y cada vez con más fuerza— se vienen produciendo avances en tres áreas bien diferenciadas, pero todas relacionadas: el desarrollo de tecnologías de punta, la aplicación a la mejora de la salud en los sectores menos favorecidos, y la popularización de aplicaciones de salud y fitness para llevar en el bolsillo, que son el sector donde se presentan las oportunidades para que las startups lancen productos muy rentables.

En conjunto, hablamos de m-health, un campo que atrae cada vez a más emprendedores, y que viene cautivando a un público ávido de aplicaciones y dispositivos prácticos para controlar y complementar una vida activa.

El m-health ya es un mundo ancho y diverso. En el tope de la escala tecnológica se ubican las megacompañías que ya pusieron su marca en casi todos los aspectos de la vida digital: hablamos, claro, de Apple y Google. La empresa de la manzanita lanzó el ResearchKit, una tecnología que promete convertir a la vasta masa de usuarios de iPhones e iPads en una muestra continua de la población para monitorear sus condiciones físicas, y ya se asoció con el hospital Mt Sinai para realizar, a través de esa plataforma, lo que podría ser “el mayor estudio epidemiológico del asma jamás concretado”.

En tanto, Google avanza en un proyecto tan ambicioso como prometedor: monitorear el cáncer mediante un wearable capaz de detectar la circulación de nanopartículas por el interior del organismo. Nanopartículas que el paciente introduce en su cuerpo tomándolas en forma de pastilla y que, una vez dentro, transmitirán datos al dispositivo.

En el otro extremo están las aplicaciones basadas en servicios 2G como el SMS, aplicables a poblaciones de menores recursos. Es el caso de una experiencia reciente en un hospital bonaerense con pacientes aquejados de tuberculosis, aprobada por los cuerpos revisores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, y del Hospital Italiano, en Argentina. Los pacientes recibieron mensajes informativos sobre su enfermedad a intervalos regulares, y enviaron notificaciones de la toma de medicinas a través del mismo medio, lo que permitió a los médicos un seguimiento mucho más detallado que el que permiten las visitas periódicas a un consultorio.

Mecanismos similares se utilizaron en pacientes con HIV y, en Colombia, con mujeres embarazadas, que recibieron mensajes informativos en un programa para combatir la mortalidad materna. Mecanismos similares se implementaron en Nigeria y Tanzania, agregando a los SMS imágenes de ultrasonidos y escaneos 3D.

En los casos mencionados, la baja penetración de Internet en la población afectada hizo que se recurriera al ubicuo y barato short text message, al alcance de prácticamente todos.

Pero la creciente disponibilidad de smartphones está volviendo cada vez más comunes las intervenciones a través de aplicaciones dedicadas. Son estas aplicaciones, ubicadas en el punto medio de la escala, las que están registrando una explosión comercial y prometen empujar en los próximos años el rendimiento del sector. Apps para controlar el peso, el ritmo cardíaco, el consumo de agua, la cantidad de ejercicio, el nivel de colesterol… todo a través del celular o, a lo sumo, de wearables de uso general como el Apple Watch y —a veces— dedicados, como las fitness bands tan de moda.

Aquí, el mercado es amplio y propicio. Para quienes desarrollan aplicaciones para iOS, la aplicación Health de Apple —instalada en todos los dispositivos— hace la vida más fácil, al permitir a las aplicaciones acceder a los datos de estado y rendimiento físico del usuario. Entre las más populares están Nike Running, MyFitnessPal y Weight Watchers, para controlar el peso.

Puede parecer paradójico, pero el mercado más amplio para estas aplicaciones es la población sana, simplemente por su mayor tamaño. De ahí que Steve Smith, de MediaPost, se quejara recientemente de que los wearables son mayormente usados por los jóvenes, que son típicamente quienes menos los necesitan. Pero los médicos saben que estas aplicaciones cumplen un importante papel al prevenir las enfermedades y ayudar a mantener la salud, y por eso ubican a aplicaciones de control de calorías y fitness al tope de sus listas.

Según un estudio difundido por The Statistics Portal, el tamaño del mercado de m-health proyectado para este año a nivel mundial es de unos $14.500 millones de dólares. Nada despreciable. También en nuestra región el panorama es promisorio. Como suele suceder, el mercado es minúsculo en comparación con el global, pero por eso mismo se prevé que de aquí en más se registre un crecimiento importante, siguiendo la tendencia marcada por los países líderes. Se estima que para 2017 el sector producirá ingresos por alrededor de 700 millones de dólares en Brasil, 200 millones en la Argentina, 100 millones en México y unos 500 millones en el resto de Latinoamérica.

Es que la región tiene una fuerte penetración de la telefonía móvil y es, por lo tanto, campo fértil para todo tipo de implementaciones. Los tres países mencionados concentran dos tercios de las iniciativas de este tipo en América Latina, y un informe de TheAppDate daba una cifra aproximada de cien emprendimientos activos de m-health en el subcontinente (aún lejos de las casi 100.000 aplicaciones descargables a nivel global). ¿Las razones del éxito local?: Además del rápido incremento de dispositivos, la alta incidencia de enfermedades prevenibles pero no transmisibles —como las cardiopatías y la diabetes— vuelven más necesario el monitoreo, apuntaba hace unos meses el diario español El País.

Las cifras del mercado no incluyen los ahorros que experiencias como la del hospital bonaerense le generan al sistema de salud —al reducir la necesidad de turnos y la congestión de los centros de atención, entre otros efectos positivos— y el beneficio económico general de contar con una población más sana. En Brasil, por ejemplo, la Plataforma Saúde permite a enfermeras medir varios indicadores en la sangre de los pobladores de barrios carenciados, usando dispositivos móviles especiales, y la app uruguaya Aqualert permite a sus usuarios controlar el consumo diario de agua.

En suma, el m-health es un sector que, aquí y en el mundo, ya está rindiendo abundantes frutos, y que promete mucho más para el futuro próximo.