BANCARIZACIÓN VS. MÓVIL

¿Puede el celular ser la herramienta que resuelva el problema de la baja bancarización en Argentina?

De acuerdo con cifras del Banco Mundial, el 59% de las personas adultas que viven en países cuyas economías se encuentran en desarrollo no poseen una cuenta bancaria. En los países desarrollados esta cifra es significativamente menor, y se reduce a apenas el 11%. El caso en Argentina, sin embargo, es aún más extremo que el promedio ya que, de acuerdo con datos obtenidos por la firma Demirguc-Kunt and Klapper en 2012, y citados por el Banco Mundial en su índice de inclusión financiera, apenas el 33,15% de la población adulta en el país registra una cuenta bancaria a su nombre. Sin embargo, existe una tecnología capaz de revertir la tendencia, y lograr la inclusión en el sistema financiero de millones de personas: el teléfono celular.

 

La baja bancarización, en cifras

Esta proporción es similar a la de países como Argelia (33,28%), India (35,23%), Botswana (30,23%), y Somalía (31,01%). Sin embargo, a nivel regional la Argentina no se encuentra aislada, ya que países cercanos como Uruguay, Perú, Paraguay, Bolivia, y México, se encuentran en situaciones similares.

En nuestro país la falta de acceso a los servicios financieros no se limita a las cuentas bancarias, sino que se extiende a otras herramientas, como las tarjetas de débito, a las cuales accede solamente el 30% de la población mayor de quince años, y a las tarjetas de crédito, cuya adopción alcanza al 22% entre la población adulta. Al mismo tiempo, hacia 2011 apenas el 16% de las personas contaban con una cuenta sueldo para la percepción de sus remuneraciones. Uno de los datos más interesantes a tener en cuenta acerca de nuestro país, es que apenas el 4% de las personas mantienen sus ahorros en instituciones financieras, una cifra notablemente menor a la que se observa en los Estados Unidos (50%), pero también a la media regional en América Latina (10%).

En cuanto al uso de la cuenta bancaria, de acuerdo con un estudio realizado por BBVA Research, en base a datos del Global Findex del Banco Mundial, los argentinos que poseen cuentas bancarias, las usan poco. En más del 60% de los casos, las cuentas reciben entre uno y dos ingresos de dinero por mes, una cifra esperable. Pero lo que resulta realmente sorprendente, es que en casi la misma proporción (un 58%), estas cuentas registran una o dos salidas de dinero mensuales. Apenas el 13% de los usuarios utilizan sus cuentas de manera regular, realizando más de 6 movimientos al mes.

Los problemas de la baja bancarización

De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Financiero Mundial 2014, realizado por el Banco Mundial, los principales problemas con la baja bancarización están dados por la falta de acceso al crédito barato —los sectores de bajos ingresos que no cuentan con acceso al sistema financiero formal, deben recurrir a instituciones no bancarias cuyas tasas de interés exceden en varias órdenes de magnitud a las de los bancos—. Al mismo tiempo, la falta de acceso a herramientas financieras favorece la informalidad laboral, la evasión impositiva, la falta de acceso a beneficios y promociones bancarias, y atenta en contra de la seguridad de los usuarios.

A nivel macroeconómico, de acuerdo con el BCRA, la bancarización favorece el pasaje de ahorros al sistema financiero, con lo que maximiza la inversión, reduce los riesgos, y permite el mayor crecimiento de industrias y empresas en la economía local.

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El móvil como oportunidad

En este escenario surge la necesidad de encontrar respuestas para favorecer el desarrollo de los sistemas financieros, especialmente en los sectores de menores recursos, los cuales tienen incluso menor acceso. La respuesta más rápida y eficiente a este problema puede venir nada menos que de la tecnología móvil.

Con una tasa de penetración de más del 140%, y más de 28 millones de usuarios únicos, según datos de GSMA, el mercado argentino es uno de los más robustos de América Latina en términos de usuarios móviles. Esto significa que los teléfonos celulares han penetrado en todos los estamentos sociales, y se han convertido en una herramienta de conexión y acceso a la comunicación para la sociedad en todo su conjunto, tanto en zonas rurales como urbanas. Al mismo tiempo, las conexiones de banda ancha móvil en el país ya superan por 3,4 a 1 a las conexiones por fibra de red local.

Esto significa que, con una cobertura casi total de la población del país, el móvil podría convertirse en el vehículo capaz de llevar los servicios financieros a segmentos de la población que hoy, ya sea por falta de dinero suficiente, por lejanía geográfica a las sucursales, o por cuestiones culturales, se encuentra alejada del sistema bancario.

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Sin embargo, dado que la penetración de los smartphones —es decir, los teléfonos inteligentes— es de apenas del 22% del mercado y que, de acuerdo con BBVA Research, existen apenas 11 suscripciones a servicios de banda ancha móvil por cada 100 líneas de telefonía celular (una cifra que en los Estados Unidos supera el 80%, y en Brasil el 30%), los métodos ya desarrollados por las entidades financieras existentes, tales como las aplicaciones de Mobile Banking, no serían los indicados para llevar adelante esta tarea. De la misma manera, los servicios de pagos móviles tales como Apple Pay y Google Wallet —con los que las empresas líderes en tecnología buscan dominar este mercado en los Estados Unidos (aunque integrándose con las instituciones financieras)— tampoco parecen ser el medio adecuado para nuestro país. Existe, sin embargo, una experiencia en otra región del mundo que vale la pena tener en cuenta.

 

La experiencia en Kenya, el mercado de pagos móviles más desarrollado del mundo

Existe una región donde la tasa de bancarización es igual o más baja que en América Latina. Se trata del África Subsahariana, y es justamente en esa región donde se impuso una de las soluciones más innovadoras para resolver el problema de la baja inclusión financiera.

Nacido en Kenya bajo el nombre de M-PESA, el servicio que le abrió las puertas a los pagos móviles —y luego a toda una serie de servicios financieros— fue ideado por Saraficom, la principal operadora de aquel país, perteneciente en un 40% a la europea Vodafone.

Se trata de un sistema sencillo, en el que los usuarios pueden transferirse dinero entre ellos de manera directa, simplemente enviando un SMS. Una de las mayores ventajas del sistema radica en que no es necesario contar con una cuenta bancaria para utilizarlo. Por el contrario, los usuarios deben acercarse a un local de Safaricom, o cualquiera de las decenas de miles de puntos de venta autorizados, y realizar una recarga en efectivo a su cuenta para alimentar su balance. De la misma forma, es posible acercarse a uno de estos locales para retirar dinero en efectivo, siempre y cuando haya suficiente en la cuenta. La operadora móvil cobra un costo transaccional cada vez que se realiza una transferencia.

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El servicio se popularizó rápidamente, y comenzó a ser adoptado por todo tipo de comercios, los cuales lo utilizan como sistema de pagos. Al mismo tiempo, comenzó a ser utilizado para otras funciones, como el pago de haberes a los empleados. En poco tiempo, todo tipo de servicios financieros —como pequeños préstamos, y hasta descuentos similares a los que ofrecen las tarjetas de débito en nuestro país— comenzaron a surgir.

Al tratarse de poblaciones no bancarizadas, con niveles bajos de urbanización y poco acceso a las sucursales bancarias —de las cuales existen apenas 5,2 por cada 100.000 habitantes, contra 13,2 en Argentina, y no se encuentran al alcance de la mayoría de las personas— esto resultó fundamental para que el servicio se popularizara.

Con más de 15 millones de usuarios activos, y otros 2,3 millones de usuarios de M-Shwari (su mayor competidor), M-PESA es utilizado por virtualmente todos los adultos en Kenya, una cifra que contrasta con el 6% que —de acuerdo con el Banco Mundial— cuentan con una tarjeta de crédito, y el 30% que tienen acceso a una de débito.

 

¿Es un modelo replicable en Argentina?

Si bien la situación argentina es diferente, dado que la baja bancarización se da por factores distintos a los que imperan en Kenya, un modelo móvil de acceso a servicios financieros debería operar a partir de principios parecidos. Es decir, apuntando a usuarios que utilizan teléfonos básicos, preferentemente a través del empleo de la tecnología de SMS, la cual es compatible con todo el universo de teléfonos móviles en el mercado, y creando vínculos con el mundo offline a partir de puntos de recarga donde se pueda ingresar o extraer dinero de la cuenta.

Si bien sería posible aprovechar la factura de la operadora móvil para cancelar los pagos hechos por el teléfono, esto no sería suficiente para llegar a la gran masa de usuarios no bancarizados, ya que apenas el 30% de las líneas en el mercado son pospagas. Es por ese motivo que un sistema similar al africano puede resultar útil.

Hoy por hoy, en América Latina ya se ha comenzado a explorar este modelo a partir de distintos experimentos realizados por diferentes operadoras.

En Bolivia, la operadora Tigo —segunda en el país con una participación de mercado del 34,88%— lanzó el servicio Tigo Money, el cual funciona prácticamente de la misma manera que M-PESA, permitiendo realizar transferencias de dinero entre usuarios y obtener descuentos cuando se utiliza el sistema. De acuerdo con Telecompaper, Tigo Money ya cuenta con 700.000 clientes solo en ese país, y fue utilizado para transferir más de 4 millones de dólares.

En Colombia, operadoras como Movistar, de Telefónica, y Claro, de América Móvil, ya comenzaron a ofrecer servicios de dinero móvil, aunque trabajando en conjunto con distintas instituciones bancarias y las principales tarjetas de crédito. Al mismo tiempo, el banco Bancolombia adquirió la operadora móvil virtual A la mano, con la que comenzó a ofrecer servicios móviles y, a la vez, a incorporar sus servicios financieros a los mismos.

Existe un enorme potencial en la telefonía móvil para el desarrollo de servicios financieros que resulten en la inclusión del casi el 70% de usuarios que se encuentran excluidos. El talento local, y uno de los ecosistemas emprendedores más proactivos de la región, sin lugar a dudas lo harán realidad.

 

Fuentes: