EL SECRETO DETRÁS DE (MUCHAS) DE LAS NUEVAS MARCAS DE SMARTPHONES

Si elegir un smartphone antes era difícil, ahora puede parecer imposible. Y es que desde que los principales fabricantes comenzaron a lanzar distintas líneas y gamas de producto, encontrar el teléfono perfecto para nuestras necesidades se ha vuelto una tarea verdaderamente titánica. ¿Necesitamos un flagship con todas las últimas especificaciones, o ese equipo de gama media que tanto promocionan nos alcanza? ¿Compramos un dispositivo de una marca líder, o las segundas marcas ofrecen lo mismo a menor precio? Este tipo de dudas, cada vez más frecuentes en la mente de millones de consumidores, se han exacerbado durante los últimos años a partir del lanzamiento de decenas de nuevos productos en el mercado. Productos que no pertenecen a las marcas tradicionales como Apple, Samsung, LG o Motorola, sino que a nuevos fabricantes, o a compañías que ya operaban en el mercado de la electrónica, pero que nunca habían participado del sector de la telefonía móvil. ¿Pero cómo es posible que tantas empresas hayan surgido en simultáneo? ¿Cómo es que, de pronto, una docena de compañías decidieron invertir en investigación, desarrollo, e infraestructura para diseñar y producir tantas líneas nuevas de equipos? El secreto, es que en el mundo de los smartphones no todo es tan lineal como parece.

Existen dos tipos de nuevas marcas en el mercado. Por un lado están los fabricantes que, como Xiaomi y Micromax – de origen principalmente chino e indio – han desarrollado verdaderos procesos industriales y, luego de capturar cuotas de mercado significativas en mercados de magnitud como sus países de origen fabricando buenos equipos a precios más bajos que los de sus competidores, decidieron desembarcar en nuevos mercados emergentes para expandir sus marcas. Por otro, nos encontramos con marcas locales de electrodomésticos, nuevas marcas pequeñas, marcas propias de cadenas de supermercados, y hasta marcas reconocidas que nunca habían participado del negocio móvil y de pronto se han lanzado al mercado. En este segundo grupo es en el que nos enfocaremos hoy.

Cualquiera puede ser un fabricante

Mientras que en 2008, 2009, y los años siguientes al lanzamiento del primer iPhone, y los primeros smartphones equipados con Android, desarrollar un teléfono inteligente suponía una enorme inversión de recursos tanto económicos como humanos y técnicos. El proceso de diseñar nuevos equipos requería de enormes inversiones, realizadas generalmente a puertas cerradas por un puñado de grandes empresas con el capital suficiente – o por lo menos la credibilidad suficiente para obtener ese capital – para poder llevarlo adelante. Al mismo tiempo, la fragmentación inicial que existía en la industria, la cual se expresaba en la existencia de distintos sistemas operativos que competían por alcanzar cuotas de mercado lo suficientemente significativas como para convertirse en los ecosistemas predominantes, implicaba un nivel aún mayor de desarrollo. Así, mientras algunas marcas como Motorola, Samsung y HTC apostaban por Android, otras como Nokia lo hacían por su propio Symbian, y hasta por una alternativa como MeeGo; y HP a través de Palm trabajaba en su prometedor WebOS (hoy devenido en el sistema operativo de los televisores LG). Todas ellas con diferentes niveles de éxito, y fallando la mayoría de las veces. Hoy esto ya no es así. El mercado se ha consolidado en dos ecosistemas, y los usuarios que no compran productos Apple se han acostumbrado a recaer en Android. Y aunque existen distintos “sabores”, es decir versiones y personalizaciones, de este sistema operativo muchas veces dados por las principales fabricantes para alterar un poco la experiencia de usuario en sus dispositivos y ampliar las funcionalidades desarrolladas por Google, los mismos son cada vez más parecidos entre sí, y la experiencia más consistente. Esto ha derribado una barrera. Hoy, gracias a que los teléfonos Android se han vuelto, en gran medida, un commodity, cualquier fabricante puede instalar una versión básica de este sistema operativo en un dispositivo, y ofrecer un producto con capacidades equivalentes a uno de los desarrollados por las grandes marcas.

Otro punto de importancia tiene que ver con el hardware. El crecimiento de empresas como Qualcomm, cuya línea de procesadores Snapdragon, se ha convertido en el cerebro de la gran mayoría de los teléfonos inteligentes en el mercado, ha generado que los equipos de las distintas marcas generen resultados bastante similares en términos de potencia y capacidad. Hoy apenas Samsung se distingue usando sus propios procesadores en sus teléfonos de mayor gama. Algo similar ocurre con Apple, cuyos chips son también fabricados por la firma surcoreana. Esta estandarización de los componentes, así como el surgimiento de una industria cada vez mayor de partes genéricas como cámaras, plaquetas, memorias, pantallas, etc., ha generado que construir un smartphone no sea otra cosa que ensamblar una serie de partes disponibles en el mercado sin invertir un centavo en desarrollar tecnología propia.

Pero lo que verdaderamente ha impulsado la aparición de nuevos “fabricantes” es la existencia de mercados como el que se ha desarrollado en la ciudad china de Shenzhen, donde docenas de empresas ofrecen cientos de modelos de smartphones de marca blanca, que pueden ser customizados y fabricados a pedido para nuevas marcas, operadoras, y retailers que deseen lanzar sus líneas de móviles sin hacer la inversión de tener que desarrollarlos, fabricarlos, o ensamblarlos.

En regla general este tipo de nuevos fabricantes permiten elegir entre un catálogo de smartphones prearmados (que incluyen una determinada pantalla, procesador, memoria, sistema operativo, etc), pero que permiten una cierta personalización como agregar el logo del fabricante, y elegir entre una pequeña gama de colores. Las ordenes pueden ser tan pequeñas como 5.000 equipos, los cuales la empresa fabricará y eviará en barco hasta el puerto más conveniente para la nueva “marca”, la cual recibirá su contenedor entre uno o dos meses después y deberá encargarse de la distribución en su país de origen. Una versión algo más sofisticada de los viejos fabricantes de clones en el momento del auge de las PC de escritorio.

De acuerdo con una investigación muy completa realizada por el blog español Hipertextual en el marco del Mobile World Congress, estos equipos se le venden al fabricante por un valor de entre $25 y $150 dólares por unidad, dependiendo de su sofisticación. A esto, la nueva marca deberá sumarle costos como el flete, la distribución, el marketing, y lógicamente el mark up que pondrán los retailers.

Al mismo tiempo, estos fabricantes fantasma permiten hacer órdenes mucho más grandes, las cuales habilitarán a las marcas a realizar cambios más profundos en los equipos, incluyendo diseños propios que les permitirán ofrecer productos totalmente diferentes a los de sus competidores, o la posibilidad de incluir nuevas funcionalidades, los procesadores y chips de memoria que mejor se adapten a sus necesidades, y otros accesorios. Así, es posible montar una verdadera marca, ofrecer una cartera de productos única, y nunca invertir un centavo en investigación y desarrollo ni montar una fábrica. Y aún así ser todo un OEM.

Otras empresas como el fabricante chino ZTE son licenciatarias habituales de las grandes marcas, en nombre de las cuales diseñan y producen equipos los cuales se venden en distintos mercados. Este es el caso de, por ejemplo, Alcatel, la marca francesa (hoy en manos de la finlandesa Nokia), cuya línea de teléfonos móviles es fabricada y distribuida por esta empresa. A diferencia de otras marcas, sin embargo, Alcatel cuenta con modelos exclusivos de gran calidad y diseñados en exclusiva para la marca, algo que no sucede con gran parte de las nuevas marcas. Nokia, por su parte, estaría evaluando llevar adelante un modelo similar para lanzar sus nuevos equipos, los cuáles serían diseñados por los técnicos de la empresa, y luego licenciados a fabricantes que podrían producirlos y venderlos en distintos mercados.

Lanzar una línea de smartphones ya no resulta tan complejo, y en un contexto en el que las grandes marcas compiten por conquistar el mercado de la gama media, estos nuevos competidores no son más que un dolor de cabeza. Es por esto que marcas como Samsung, LG, Lenovo (Motorola) y otras, apuestan por el servicio de posventa y por construir grandes marcas para competir y mantener su liderazgo en un mercado que, por el propio avance de la tecnología, se encuentra cada vez más atestad