¿POR QUÉ CLARO COMENZÓ A VENDER SUS EQUIPOS LIBERADOS?

La semana pasada una noticia inesperada tomó por sorpresa a todos en la industria móvil en Argentina. Claro, una de las tres grandes operadoras que ofrecen servicios en el país, se convirtió en la primera en abandonar el bloqueo de los equipos vendidos a sus usuarios tanto con líneas nuevas como para recambio entre sus clientes. Esta nueva política no sólo se aplicará a las nuevas ventas, sino que la empresa anunció que cualquiera que posea un teléfono comprado en Claro, sin importar cuánto tiempo lleva transcurrido de contrato, podrá pedir un SIM unlock, es decir, el código de verificación que permite destrabar el equipo para utilizarlo con otras operadoras. Todo libre de cargos.

El bloqueo de la tarjeta SIM es una estrategia de retención de clientes que las operadoras vienen utilizando desde la adopción de esta tecnología. Su objetivo es garantizar que los usuarios no puedan utilizar los equipos adquiridos con sus líneas con otras compañías. De esta forma, buscan asegurarse la permanencia del usuario por lo menos hasta el final de su contrato, que en general oscila entre los 18 y los 24 meses. Como contraprestación, las operadoras ofrecen un subsidio al precio de los equipos, que permite que los clientes puedan adquirirlo a un precio menor al de mercado. Y esto ha funcionado, puesto que el churn (la métrica que mide las bajas de los usuarios) entre los usuarios pospagos se ha mantenido bajo durante los últimos años en todas las empresas.

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En algunas regiones, como en China, donde cada operadora utiliza una tecnología y  bandas diferentes, este tipo de bloqueos no son necesarios, puesto que la gran mayoría de los equipos no son compatibles con la red de otras operadoras. De esta forma, un usuario de China Mobile, que utiliza un estándar chino inexistente en otros mercados (TD-SCDMA) no podrá utilizar su teléfono en China Unicom, que utiliza el estándar internacional para comunicaciones 3G (WCDMA), y viceversa. En nuestro país, en cambio, todas las principales operadoras utilizan las mismas normas, y hasta las mismas bandas, para ofrecer todos sus servicios por lo que, si no fuera por el bloqueo, cualquier usuario de Claro, Personal o Movistar, podría utilizar su dispositivo en las redes de las otras compañías sin mayores complicaciones. Estas normas y bandas son, además, estándar en prácticamente toda América Latina, y son las mismas empleadas por AT&T y, en algunas regiones T-Mobile, en los Estados Unidos, por lo que, de no existir esta limitación, los usuarios podrían evitar contratar los servicios de roaming de su operadora y utilizar una línea local para obtener servicios de datos cuando viajan por el continente. Todas estas opciones están ahora disponibles para los clientes de Claro.

 

¿Pero por qué Claro tomó esta decisión?

Si bien es imposible conocer las discusiones internas ocurridas dentro de la empresa, la realidad es que la quita del bloqueo se enmarca en un contexto mundial en la que el modelo de ventas de las operadoras está empezando a cambiar. Es por esto que es posible predecir que las otras grandes compañías tanto a nivel local como regional, seguramente seguirán estos pasos o innovarán de alguna otra manera que les permitirá competir.

En los Estados Unidos, uno de los mercados más desarrollados del planeta, las operadoras se vieron forzadas a abandonar el modelo de contrato cuando T-Mobile, la cuarta compañía en términos de cantidad de clientes, se vio forzada a innovar para no morir luego de que el Gobierno deshiciera un acuerdo de fusión que ésta había cerrado con AT&T. Los cambios llevados adelante por la empresa incluyeron la eliminación de los contratos de 24 meses, reemplazándolos por planes que se renuevan mes a mes y que se pueden cancelar sin pagar penalidades; la eliminación de los subsidios a los nuevos equipos los cuales, en cambio, comenzaron a venderse en hasta 24 cuotas fijas a pagar con la factura del servicio; y la implementación de campañas radicales que incluían pagar la penalidad por interrumpir el contrato de los clientes de otras empresas que quisieran pasarse. Al mismo tiempo, la operadora mejoró su infraestructura, normalizó su tecnología – ya que antes poseía redes incompatibles entre sí en distintos Estados – e hizo un fuerte trabajo de marca. No pasó mucho tiempo hasta que otras empresas, incluida Verizon, la líder del mercado, la siguieran y adoptaran modelos similares.

América Latina también vio varios cambios en la forma en la que las operadoras se relacionan con sus clientes. Por un lado, durante los últimos cinco años, la mayoría de los países en la región aprobaron leyes de portabilidad numérica. Esto quiere decir que una de las mayores barreras para cambiar de operadora – la pérdida del número telefónico – dejó de existir. Si bien esto no eliminó los contratos mínimos de permanencia, a los cuales los clientes siguen sujetos cuando compran su celular en las telefónicas que les prestan servicios, cambiar de compañía pagando la penalidad o una vez finalizado el contrato es fácil. Al mismo tiempo, la mejora notable de los dispositivos de gama media, muchos de ellos disponibles a precios razonables en casas de electrónica y hasta en supermercados sin un contrato, comenzaron a crear el hábito de adquirir el teléfono por fuera de la operadora. En nuestro país en particular, la enorme diferencia de precio existente entre los teléfonos de todas las gamas comercializados en el país contra aquellos vendidos en el exterior, produjo que decenas de miles de personas comenzaran a comprar sus celulares cuando viajaban, o a través de importadores informales, a precios que, en la versión liberada – es decir, utilizable con cualquier operadora – resultaban más bajos que en su versión bloqueada, incluso cuando se ofrecían a precio subsidiado.

Al mismo tiempo, se desarrolló un gran mercado de celulares usados, en el que los usuarios se animaron a comprar y vender equipos a través de Internet y por otros medios, muchas veces desbloqueándolos ellos mismos ya sea a través de aplicaciones, de mecanismos más complejos, o de distintos servicios en línea que cuestan entre US$10 y US$100 dólares.

Por otro lado existe otro fenómeno que se está manifestando fuertemente en la región, en especial en Chile y Colombia. Se trata de las MVNO, u Operadoras Virtuales. Estas empresas ofrecen paquetes de telefonía, mensajes y datos a precios bajos y sin contrato fijo. Para hacerlo, alquilan minutos de aire a las telefónicas tradicionales, lo que les permite manejar costos mucho más bajos. En nuestro país existe sólo una operadora de estas características (Tuenti) perteneciente al Grupo Telefónica. Sin embargo, en otros mercados, éstas están teniendo un enorme impacto y suponen una amenaza para las grandes compañías de telecomunicaciones, las cuales pierden clientes sobre todo en nichos como la juventud, y los usuarios prepagos de menores recursos. Al mismo tiempo, éstas resultan atractivas para viajeros y turistas, quienes utilizando un terminal desbloqueado, pueden acceder a servicios de voz y datos sin pagar las altas tarifas del roaming.

En este contexto es razonable que Claro haya optado por eliminar el bloqueo. De esta forma, la compañía cuenta con un diferencial mayúsculo que la separa de las otras operadoras, y que les da mayor flexibilidad a sus usuarios. A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, esta telefónica mantendrá el subsidio cuando el equipo se adquiere para una nueva línea, o una línea ya existente, lo que significa que los usuarios pagarán precios notablemente más bajos que cuándo adquieran sus dispositivos por otros canales. Esto, por supuesto, no significa el fin del contrato, al cual los usuarios seguirán sujetos por un tiempo determinado. Sin embargo, nada impedirá que éstos utilicen sus móviles en el exterior con el servicio de otra compañía, o que compren una línea en una operadora que no sea Claro y la coloquen en el equipo, situaciones antes imposibles sin pagar una penalidad, o sin recurrir a un sistema informal de desbloqueo.

Siendo la primera en implementar esta medida, Claro además logró un enorme impacto en la prensa, y una construcción favorable en torno a su marca, la cual posiblemente la acerque a muchos usuarios.  En un mercado saturado como el argentino, donde la tasa de penetración es superior al 120%, captar nuevos clientes en el segmento pospago es un enorme desafío, puesto que esto implica robárselos a otra operadora.

Reconocer esta realidad y actuar de una forma que, en lugar de producir nuevas barreras genera mayor transparencia seguramente será fructífero para Claro y, acaso, constituirá un nuevo estándar para la industria a nivel local y regional. Es concebible que, en poco tiempo, otras empresas sigan sus pasos y la era de los bloqueos y los impedimentos para usar los equipos llegue a su fin.

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EL FINANCIAMIENTO: EL NUEVO NEGOCIO DE LOS FABRICANTES

Una de las grandes tendencias actuales en el mercado móvil tiene que ver con el fin de un modelo de negocios que ha marcado a la industria desde sus primeros días: el modelo del contrato fijo. Si bien esto puede no parecer evidente en mercados como el nuestro —donde la amplia mayoría del 30% de los usuarios que utilizan planes pospagos cuenta con un contrato de 18 o 24 meses de duración— en algunos mercados como el de los Estados Unidos, este tipo de acuerdos están llegando a su fin, y no sería sorprendente que lo mismo sucediera en un tiempo en nuestro país.

Los contratos fijos resultan muy atractivos para las operadoras. Y es que permiten asegurarse la permanencia de los usuarios en la compañía por un determinado período de tiempo. Fue en parte gracias a esta estrategia, que estas empresas lograron mantener bajos los niveles de churn a lo largo de los años y una base estable de clientes que se mantuvo fiel. Este modelo funcionó, en gran medida, gracias a una herramienta que ayudó tanto a las compañías como a los usuarios, y que puede estar llegando a su fin. Estamos hablando de los subsidios a los equipos.

Este sistema —el cual les permite a los usuarios adquirir un teléfono móvil de un determinado valor a un precio menor al que éste se encuentra en el mercado— fue siempre el gancho ideal para atraer a millones de personas que deseaban contar con equipos de última generación, pero no disponían del dinero o de los deseos de pagar cifras elevadas para poder obtenerlos. A cambio, simplemente debían comprometerse a mantenerse fieles a la compañía que se los vendió, o pagar una penalidad. Sin embargo, a partir del crecimiento del mercado de teléfonos con su SIM liberada —es decir, capaces de funcionar en cualquier compañía que opere con una determinada tecnología—, pero sobre todo debido a la baja en el precio de muchos equipos de cada vez mayor calidad, este modelo comenzó a entrar en crisis.

El aluvión de smartphones disponibles por menos de $200 o $300 dólares en los mercados desarrollados provocó que millones de usuarios dejaran de encontrar un incentivo en los subsidios, y prefirieran obtener un equipo por poco dinero y contratar un plan flexible. Al mismo tiempo, el crecimiento de las MNVOs, es decir, las operadoras virtuales, las cuales ofrecen paquetes de voz, SMS y datos muy baratos, terminaron desarmando este mercado. Así fue que en los Estados Unidos tres de las cuatro principales operadoras dejaron de ofrecer teléfonos subsidiados y discontinuaron sus planes de permanencia fija. Sin embargo, no dispuestas a perder a sus clientes, encontraron un nuevo mecanismo de retención tan beneficioso como el subsidio: los planes de financiación.


¿Cómo funcionan los planes de financiación?

Si bien el mercado se encuentra inundado de teléfonos de bajo costo fabricados por marcas como Huawei, Alcatel, Xiaomi y recientemente OnePlus, entre otros, y por una sólida oferta en la gama media en la que brillan marcas como Motorola y, recientemente, Samsung, existe todavía un marcado interés por los flagships, es decir, los dispositivos insignia de los fabricantes, y por otros equipos de alta gama. Y con precios que alcanzan los $600 y hasta $800 dólares, todavía es alto el porcentaje de clientes que no están dispuestos a desembolsar esas cifras. Es por eso que compañías como T-Mobile, Sprint y Verizon comenzaron a ofrecer financiamiento, y la oportunidad de pagar esos equipos en hasta 24 cuotas fijas, sin interés. Cabe recordar que en Estados Unidos y otros mercados no es frecuente que los medios de pago ofrezcan este tipo de planes de cuotas.

A diferencia de lo que ocurría con los subsidios, el usuario ahora paga el precio total del equipo. Al mismo tiempo, obtiene dispositivos que no tienen límites ni restricciones, y se inscriben en contratos que se renuevan mes a mes y no contienen cláusulas con penalidades, si desean cancelarlo. Sin embargo, deben seguir pagando el equipo hasta haberlo abonado en su totalidad, por lo que resulta más práctico quedarse, lo cual —en los hechos— funciona como un contrato de permanencia. Esto parece estar funcionando muy bien. Sin embargo, acaso de manera inesperada, le abrió las puertas a un nuevo competidor que busca quedarse con la fidelidad de los usuarios, y reducir a las operadoras a meros proveedores eventuales de servicio. Hablamos, por supuesto, de los fabricantes.

Un nuevo competidor por la fidelidad del usuario

Por años, empresas como Apple, Samsung, LG, Motorola y otras, debieron batallar en dos frentes cumpliendo los deseos de las operadoras, las cuales les pedían que bloquearan más a sus dispositivos y las ayudaran a bajar los precios para sus clientes, por un lado; y los deseos de sus usuarios, que pedían sistemas abiertos, flexibles y fáciles de transportar de una empresa a la otra, por el otro. Cada decisión que tomaban en un sentido, llevaba a estas empresas a enfrentarse con el otro sector. El fin de los subsidios, sin embargo, les presenta una nueva oportunidad.

Como es frecuente, la primera empresa en darse cuenta de este cambio de paradigma —y de aprovecharlo a su favor— fue Apple. En su última WWDC, es decir, su conferencia de desarrolladores, la compañía anunció el iPhone Upgrade Program, un programa de leasing mediante el cual los usuarios pueden comprar cualquiera de sus teléfonos en 24 cuotas fijas directamente en la compañía. Este plan —que no se encuentra atado a ninguna operadora, lo que permite que el usuario la cambie cuantas veces quiera— tiene una ventaja extra. Y es que a los 12 meses el cliente tiene la posibilidad de devolver su iPhone y recibir uno nuevo, del nuevo modelo lanzado por la empresa, y así mantenerse siempre actualizado. En ese momento el contrato se renueva por 24 meses más. De esta forma, en teoría, un usuario podría pagarle $32 dólares por mes a la compañía por toda la eternidad y recibir un teléfono nuevo cada año, que en los hechos le costará la mitad de lo que vale comprarlo a precio completo. Al mismo tiempo, cuenta con un seguro que le garantiza un cambio de equipo si éste se rompe o se le quiebra la pantalla.

Samsung, por su parte, anunció un plan similar. Y no sería sorprendente que otros fabricantes comenzaran a hacer lo propio en el futuro cercano.

De esta manera los fabricantes ingresan en un negocio que, hasta hace poco tiempo, les estaba vedado. Pero lo más importante es que capturan algo a lo que nunca tuvieron acceso, y que hasta ahora era territorio exclusivo de las operadoras: la fidelidad del usuario.

A través de este modelo de negocios, que puede resultar menos rentable en el corto plazo, los fabricantes se aseguran que sus clientes sigan renovando sus contratos de manera anual y, lo más importante, que cuando cambien sus teléfonos no lo hagan por el de un competidor. Para una empresa como Apple esto incluso tiene aún más sentido, puesto que la venta de equipos es apenas el comienzo de su estrategia de monetización. Esto se debe a que cada usuario que utiliza un dispositivo equipado con iOS le genera réditos a la empresa cada vez que compra una aplicación o un contenido, y hasta cuando hace click en un ad en Google, ya que el buscador le paga a Apple 75 centavos por cada dólar generado en ese servicio en uno de sus dispositivos.

Así, es posible que estemos viviendo una inversión total del sistema. Mientras que antes elegíamos una operadora, y cada uno o dos años renovábamos nuestro equipo, eligiendo el que más nos atrajera —o, en realidad, el que estuviera disponible—, es probable que en un tiempo lo que elijamos para el largo plazo sea un ecosistema y un fabricante de teléfonos, y que la elección de una operadora se convierta en un hecho meramente circunstancial que se adapte al precio del minuto y los datos, a la cobertura, y a la calidad del servicio al cliente. Esto es apenas una posibilidad, sobre todo en mercados como el nuestro donde este cambio todavía no comienza a visualizarse. Sin embargo, las tendencias tienen la costumbre de expandirse por el mundo, por lo que no sería raro que en algunos años veamos algo de esto en nuestro país.

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EL DESAFÍO DE LA CONECTIVIDAD EN AMÉRICA LATINA

Todo argentino que posea un celular sabe que, desde hace varios años, las comunicaciones por este medio distan de ser óptimas. Y si bien, desde el despliegue de las primeras redes 4G, aquellos usuarios que cuentan con acceso a esta tecnología han podido disfrutar de mayores velocidades de navegación y una mejor calidad en general en su experiencia, todavía quedan serios baches en la red. Al mismo tiempo, los servicios de voz y de 3G continúan teniendo una performance que dista de ser óptima, producto de la saturación de las redes, los bajos márgenes de ganancia, y de la dificultad que tienen las operadoras para conseguir sitios donde colocar sus antenas. Estos problemas, en distintas medidas, también se replican en otros mercados en América Latina, pero la buena noticia es que en todos los casos tienen solución. La mala noticia es que ésta no depende sólo de las empresas o del avance tecnológico, sino que de varios actores que tienen que actuar coordinadamente para solucionar el problema y crear una infraestructura capaz de hacer frente al creciente uso de las redes.

Como hemos visto en otras oportunidades, los próximos años plantean un fuerte desafío para las redes móviles en América Latina. Y es que, de acuerdo con Cisco, el tráfico de datos en la región va continuar creciendo a razón de un 59% anual hasta 2019, cuando se habrán multiplicado diez veces con respecto a 2014. Un año más tarde, los smartphones van a representar el 55% de las conexiones a nivel regional (y el 71,9% en Argentina), y generarán en promedio 4GB en tráfico de datos por dispositivo. Al mismo tiempo, la velocidad de las conexiones medias aumentará de un promedio de 1,7 Mbps a nivel mundial, a 4 Mbps, lo que implica un mayor tráfico aún. Esto significa que habrá una fuerte presión sobre la infraestructura montada por las operadoras, la cual deberá hacer frente a más dispositivos transfiriendo más información. Y si tenemos en cuenta que, aunque se proyecte que constituirán apenas el 26% de las conexiones, los usuarios de 4G consumirán el 68% del total de datos, la noción de que la ampliación de estas redes podrá paliar el problema comienza a sonar un poco naive.

En este escenario, es necesario comenzar a plantearse posibles soluciones que permitan hacer frente a la creciente demanda y, a la vez, mejorar las condiciones del servicio, el cual resulta cada vez más importante no solamente para el desarrollo de otras industrias, sino también para la provisión de todo tipo de servicios públicos tanto por empresas privadas como por el Estado.

Uno de los puntos que puede ayudar a resolver el problema actual y anticiparse a la fuerte demanda del futuro tiene que ver con la inversión por parte de las operadoras. A pesar de que el crecimiento en materia de facturación se está desacelerando, y tenderá al amesetamiento hacia fines de la década, según GSMA estas empresas deberán invertir unos $144 mil millones de dólares a nivel regional entre 2016 y 2020 para terminar con el despliegue de las redes 4G y para mejorar la conexión en regiones remotas. Pero incluso si éstas pusieran todo este dinero, existen otros factores que es necesario abordar para poder hacer frente a este problema. Para esto, sin embargo, es necesaria una respuesta de las autoridades regulatorias.

Es por esto que, tanto las distintas compañías telefónicas como las cámaras que las nuclean, y distintas instituciones destinadas al estudio y desarrollo de la tecnología móvil, están pidiéndoles a los Estados que trabajen en conjunto con ellas y resuelvan una serie de cuestiones que ayudarían a brindar un servicio de calidad capaz de enfrentar los desafíos del futuro en toda la región.


Asignar espectro debajo de los 700 MHz para el uso de las comunicaciones móviles

La banda de los 700 MHz resulta muy atractiva para el despliegue de redes 4G porque permite cubrir grandes extensiones de tierra usando transmisores de baja potencia, y a la vez ofrecer cobertura en espacios cerrados donde las señales de otras bandas como la AWS (1700/2100 Mhz) —la otra utilizada en la región— no logran penetrar.

Por desgracia en Argentina, y también en otros países de la región como Chile, las autoridades tardaron en entregarles estas bandas a las operadoras, porque esta parte del espectro estaba tomada por la Televisión Digital. Tras hacer varios ajustes, que movieron a la TDA fuera del camino, las bandas estuvieron libres y en junio de 2015 el gobierno de nuestro país las asignó a las compañías. Éstas, sin embargo, todavía no se encuentran en uso, aunque en breve podremos empezar a ver una implementación de las mismas, a través de la banda 28 o APT, una tecnología desarrollada en Asia que difiere de la empleada en los Estados Unidos.

Un estudio reciente (citado por GSMA), sin embargo, descubrió que la utilización de bandas aún más bajas, de entre 470 y 698 MHz, podría resultar vital para ofrecerle soporte y descongestionar las bandas de los 700 MHz, una vez que éstas empiecen a ser utilizadas de manera masiva.

Esto puede resultar problemático ya que, una vez más, puede generar choques con otros servicios, especialmente televisivos. Sin embargo, si tenemos en cuenta que hacia 2020 hará falta asignar un total de 1340 MHz del espectro para hacer frente al tráfico de datos que habrá en ese momento y que, hasta la fecha, los gobiernos latinoamericanos les han asignado en promedio 270 MHz a las telefónicas, éste puede ser un buen sitio por donde empezar.

Más allá de 2020, cuando comiencen a desplegarse las redes 5G, este problema podría trasladarse hacia el otro lado del espectro, dado que se espera que esta tecnología funcione en las bandas que oscilan entre los 26 y los 38 GHz, con lo que comenzará a competir con servicios satelitales y de radionavegación. Sin embargo, hay mucho por qué preocuparse antes de llegar a ese punto.


Facilitar el uso compartido de los recursos

Otra acción que pueden tomar los Estados para ayudar en la mejora de la conectividad, tiene que ver con permitir que las operadoras compartan sus recursos, tales como antenas e instalaciones de transmisión de fibra óptica. De esta manera será posible bajar los costos y aumentar la cobertura de las redes, sobre todo en países con territorios vastos como el nuestro. Esto no es legal en todos los países de la región, y depende de los gobiernos autorizar este tipo de acuerdos para que puedan hacerse realidad.


Permitir la instalación de antenas

Finalmente, un gran desafío tiene que ver con las leyes y regulaciones locales instituidas por los distintos gobiernos municipales en gran parte de la región, que impiden o complican la instalación de antenas e infraestructura móvil en muchas zonas. Estas reglas, que atentan contra los planes de expansión de las redes, generan inconvenientes porque no permiten ampliar la cantidad de celdas disponibles, y por ende empeoran la conectividad. Hay que tener en cuenta que en una red móvil, la velocidad y capacidad de la red con la que cuenta cada antena es limitada, y ésta se divide por la cantidad de dispositivos conectados a la misma. De esta forma, una antena 4G que alcanza una velocidad máxima de 100 Mbps y que posee 10 dispositivos conectados, le permitirá una velocidad de conexión de 10 Mbps a cada uno de ellos. Al no poder aumentar la cantidad de antenas, la capacidad de la red disminuye, y también la velocidad y la performance que experimentan los usuarios.

En este sentido, es necesario desarrollar acuerdos e instruir a los gobiernos locales acerca de las ventajas que redes móviles sólidas pueden tener en sus distritos, y abordar los miedos y preocupaciones en materia de salud y seguridad que existen en muchos de estos lugares, y que llevaron a la instauración de este tipo de reglas.

Una región mejor conectada, con velocidades óptimas y redes sólidas que permitan desarrollar al máximo la industria móvil, y las miles de otras industrias que se benefician con su infraestructura y servicios es posible. Sin embargo, es necesario un arduo trabajo por parte de los Estados y las compañías para lograrlo.

AMÉRICA LATINA ES LA REGIÓN EN LA QUE MÁS CRECERÁ EL CONSUMO DE DATOS MÓVILES

Los datos son el servicio móvil que más está creciendo en todo el mundo. De acuerdo con la consultora Gartner en 2015 el tráfico global de datos a través de redes móviles alcanzará los 52 millones de terabytes, lo que significa un crecimiento del 59% con respecto a 2014, superando todas las expectativas y proyecciones que estimaban esa cifra en 50 millones de TB para este año. Y este es apenas el comienzo. Durante los próximos años se espera que el consumo de datos continúe creciendo de manera exponencial.

América Latina no es la excepción, y si bien todavía representa una pequeña porción de la torta global, de acuerdo con GSMA, el tráfico de datos a nivel regional crecerá a mayor velocidad que en cualquier otra parte del mundo.

Es por eso que hoy buscaremos conocer con mayor profundidad el mercado de los datos móviles, y comprender algunas de sus principales características de aquí a los próximos años.

El móvil ya es el principal canal de acceso a la banda ancha en la región

Si bien, como mencionábamos anteriormente, el consumo de datos móviles en América Latina todavía es bajo si lo comparamos con otras regiones —de acuerdo con GSMA, el tráfico de datos a nivel regional en 2015 se proyecta en unos 3,7 millones TB de información anuales, lo que equivale al 7,1% del tráfico mundial— este canal constituye el principal modo por el que los latinoamericanos se conectan a la red a través de la banda ancha.

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Esto se debe, en gran parte, a que las conexiones móviles han sobrepasado a las fijas en prácticamente todo el mundo. Y es porque las primeras suelen ser personales mientras que las de banda ancha fija frecuentemente son familiares o corporativas, con lo que una sola conexión alimenta a varias personas. Pero este fenómeno se ve exacerbado en regiones que, como la nuestra, cuentan con grandes extensiones de tierra y donde la infraestructura móvil, con sus falencias y deficiencias, tiene mayor llegada que las redes de fibra óptica y otras tecnologías de banda ancha fija.

De esta forma, hacia 2013 Brasil contaba con 20,2 millones de conexiones de banda ancha fija, y 111,3 millones de conexiones de banda ancha móvil. México, con 13,6 millones de las primeras, y 35,7 millones de las segundas, y Argentina con 19,5 millones de conexiones móviles y 5,7 millones fijas. Una diferencia sustancial.

A nivel mundial, se espera que esta diferencia se siga pronunciando. De acuerdo con un informe de la Broadband Commission, hacia 2018 las suscripciones a datos móviles a través de smartphones alcanzarán las 5 mil millones a nivel mundial —contra 3,3 mil millones en 2015— y se sumarán otras 600 millones de conexiones a través de módems móviles vinculados a laptops y otros dispositivos.

El consumo de datos se triplicará hacia 2018

La cantidad de dispositivos conectados no es lo único en crecimiento. El tráfico de datos también se encuentra en un momento de expansión explosiva. De acuerdo con Gartner hacia 2018 el volumen de datos transmitidos entre smartphones, tablets y otros aparatos conectados a redes móviles y las antenas se elevará a los 173 millones de TB anuales a nivel mundial, más de tres veces los 52 millones de TB que, como veíamos, han sido record este año.

En nuestra región el crecimiento será un poco más elevado, puesto que se espera que hacia ese año el tráfico de datos alcance los 13,9 millones de TB por año.

Este crecimiento será posible principalmente gracias a dos fenómenos. Por un lado, la disminución del precio de los smartphones, los cuales son cada vez más accesibles y más poderosos, permitiendo que los equipos de baja gama ofrezcan cada vez mejor performance a menor precio. Por otro lado, hay que tener en cuenta la rápida expansión de las redes móviles. De acuerdo con GSMA Intelligence, hoy las redes 3G alcanzan al 78% de la población mundial, y las 4G apenas al 35%. Hacia 2018 este número habrá crecido, y el alcance de la tecnología 3G será del 86%, mientras que la 4G estará disponible para el 56% de la población mundial.

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Al mismo tiempo, se está dando una enorme migración de tecnología, con cada vez más usuarios de 3G adoptando planes y equipos 4G que les permiten maximizar su consumo de datos, pero sobre todo existe una cada vez más rápida adopción de servicios de datos 3G —aunque sea a través de planes prepagos— por parte de millones de usuarios que, hasta ahora, solo tenían acceso a tecnologías 2G.

 

Los usuarios de 4G consumen el triple de datos que los de 3G

De acuerdo con un estudio realizado por Cisco, los dispositivos con capacidad de conectarse a redes 4G generan 37 veces más tráfico de datos que aquellos con conexión 3G. Esto explica la correlación que podemos observar entre la expansión de esta tecnología, y el crecimiento del tráfico de datos a nivel mundial.

Esto ha provocado que la forma de comercializar los planes móviles cambiara radicalmente. Mientras que hasta hace algunos años era frecuente encontrarse con que los usuarios elegían sus planes por la cantidad de minutos y mensajes de texto disponibles, acompañados frecuentemente por datos ilimitados, la ecuación se invirtió y hoy, en los mercados más desarrollados, éstos suelen ofrecer voz y mensajes ilimitados, y el límite está puesto en la cantidad de datos disponibles. Algo similar puede observarse en nuestro país donde, si bien los minutos aún no son ilimitados, se ha vuelto frecuente que los planes pospagos —e incluso algunos prepagos— ofrezcan minutos libres dentro de la misma compañía. En todos los casos, la opción de datos ilimitados ha desaparecido.

Esto se debe a que los datos se han convertido en una gran oportunidad de monetización para las operadoras. En Suecia, por ejemplo, la operadora TeliaSonera —la primera en lanzar servicios 4G en diciembre de 2009— ha observado cómo el consumo de datos promedio por usuario se duplicó entre aquel momento y 2014, lo que llevó a que hoy más del 15% de sus usuarios alcance el límite de datos antes del final del mes, el 80% de los cuales prefiere subir de plan y pagar más antes que recortar su consumo. De esta forma, esta operadora —así como otras en mercados muy desarrollados— han visto un crecimiento de su facturación promedio por usuario durante los últimos años.

 

El video es el principal motor del consumo de datos

Si bien existen diversos servicios que se valen de los datos móviles, tales como los mensajeros instantáneos como WhatsApp y Line; la navegación web; los servicios de almacenamiento de datos en la nube como Dropbox, Box y Google Drive; los servicios de streaming de música como Spotify; y las aplicaciones de juegos, existe un servicio en particular que es responsable por el grueso del incremento en el tráfico de datos. Se trata del streaming de video.

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De acuerdo con Ericsson Consumer Research, este servicio crecerá a una tasa interanual del 66% hasta 2019, un número mayor al 57% al que crece el consumo total de datos. Esto se debe a que, además de incrementarse la cantidad de contenidos en video vistos por los usuarios en sus dispositivos móviles, tanto la longitud como la calidad de los mismos es cada vez mayor, lo que implica un consumo mayor de datos.

Como hemos visto, los datos se han convertido en la clave alrededor de la cual ha comenzado a girar el negocio móvil, y en breve serán responsables del grueso de la facturación para las operadoras en todo el mundo; así como una gran oportunidad para todo tipo de nuevos negocios y nuevas aplicaciones capaces de ofrecer toda clase de servicios a miles de millones de personas cada vez más conectadas.