son-los-wereables-el-futuro-del-movil-vrainz

¿SON LOS WEARABLES EL FUTURO DEL MÓVIL?

Desde que los principales OEMs, es decir, los más importantes fabricantes de dispositivos móviles en el mundo, decidieron meterse de lleno en el desarrollo de nuevos wearables, tanto la prensa como los analistas del mercado comenzaron a pronosticar un boom del sector, y a referirse a él como el futuro indiscutido de la industria. Y si bien puede que esto sea cierto, la realidad es que hasta ahora este segmento de productos —pequeñas computadoras, muchas veces creadas para fines específicos, conectadas a la red o a otros dispositivos que se llevan en alguna parte del cuerpo— no han logrado solucionar grandes problemas, y menos aún despertar un gran interés por parte de los usuarios.

Es posible que le estemos pidiendo a una categoría —que comparada con otras, se encuentra en pañales— una performance que sólo unos cuantos productos de la talla del iPhone o la primera iPad supieron tener. Pero cuesta no mantener altas las expectativas cuando se tiene en cuenta el potencial de esta tecnología.

Y es que los wearables realmente tienen la capacidad de cambiar el futuro. Combinando distintos tipos de sensores con poderosos chips de cada vez menor tamaño, estos dispositivos pueden revolucionar todo tipo de industrias. Un ejemplo claro es el de la salud, en la que la posibilidad de medir de manera permanente el comportamiento y los signos vitales de una persona puede brindarle información detallada a los médicos que permite hacer mejores diagnósticos y optimizar los tratamientos. Al mismo tiempo, otros sectores como el de la seguridad pública puede beneficiarse con esta clase de tecnología; la cual tiene la capacidad de, por ejemplo, mantener a toda la policía conectada, ofreciéndole notificaciones e información en tiempo real a los oficiales ubicados en las cercanías de un hecho a través de un reloj o, incluso, frente a sus ojos proyectando los datos en la lente de un par de anteojos. O el de la seguridad industrial, donde es posible utilizar la tecnología portable para identificar fácilmente a las personas autorizadas a operar una máquina y así evitar accesos no autorizados de manera sencilla; o evitar accidentes, alertando por ejemplo a las máquinas cuando un operario hace un mal movimiento o se acerca demasiado. Y este es sólo el comienzo. Los wearables podrán ser capaces de producir una revolución en la forma en que vivimos nuestras vidas y manejamos nuestras relaciones sociales, de la misma forma en que ya lo han hecho los teléfonos móviles.

Sin embargo, en su estado actual, la tecnología wearable se limita a unas cuantas aplicaciones. Y si bien ha generado ventas y algunos casos de éxito, la reacción de gran parte de los consumidores sigue siendo apática, y no del todo convencida de los beneficios de estos dispositivos.

A continuación trataremos de conocer más en profundidad a este sector, y de evaluar qué podemos esperar de él en los próximos años.

Los dispositivos relacionados con el fitness dominan el sector

Por el momento el principal uso que se le ha dado a estos dispositivos tiene que ver con el fitness. Así es que productos como el Jawbone UP24, o las pulseras Fitbit —que permiten obtener información acerca de la performance de los usuarios cuando éstos hacen ejercicio, y realizar mediciones de sus ciclos de sueño, entre otras funciones— han dominado el mercado y se han convertido en los productos más populares de la categoría.

Esto tiene que ver, en gran parte, con que los wearables que permiten optimizar las rutinas de ejercicio y ayudar a mejorar la salud de sus usuarios han brindado una respuesta a una necesidad concreta y real por parte de los consumidores. Según datos de Venture Beat, este segmento ya concentraba a unos 19 millones de usuarios hacia finales de 2014, y esperaba seguir creciendo hasta superar los 57 millones en 2018.

 

Los smartwatches se están convirtiendo en el producto más popular de la categoría

De acuerdo con todos los analistas, si bien el éxito de los dispositivos optimizados para fitness se mantendrá en el tiempo, su liderazgo en esta categoría se verá eclipsado por los smartwatches, es decir, los relojes inteligentes, los cuales —así como los smartphones— son capaces de concentrar una gran cantidad de funcionalidades en una sóla herramienta.

Además de complementar a los teléfonos inteligentes proyectando sus notificaciones, y otras veces ampliando su funcionalidad llevando la interfaz de muchas de sus aplicaciones a la muñeca del usuario, estos relojes también permiten acceder a otras aplicaciones, muchas veces específicas. Un ejemplo de ello es Hole 19, una App de Android Wear (el software para relojes inteligentes creado por Google), que permite conocer la distancia hasta el hoyo más cercano en decenas de miles de campos de golf.

En otros casos, como el del Apple Watch, el reloj permite reemplazar al iPhone en distintas funciones, como realizar pagos apenas apoyando el reloj con un lector de NFC con el sistema Apple Pay.

Al mismo tiempo, estos relojes son capaces de reemplazar a las pulseras creadas especialmente para fitness, ya que pueden tomar los mismos datos y proyectarlos de la misma manera en el teléfono celular, algo que ha demostrado Apple al incorporar varias de estas funcionalidades en su reloj.

Es por todo esto que, de acuerdo con Juniper Research, estos dispositivos abarcarán alrededor del 50% del total de las ventas de wearables en los próximos años, incluso cuando la categoría se amplíe para incorporar nuevos dispositivos que todavía ni siquiera concebimos.

Sin embargo, hasta el momento, los smartwatches han estado lejos de ser un verdadero éxito de ventas. Según la consultora Canalys, el total de dispositivos construidos en base a Android Wear vendieron un total de 720.000 unidades durante 2014 a nivel mundial. Si tomamos en cuenta a otros dispositivos equipados con otros sistemas operativos, como el reloj Sony —que utiliza su propio software— o el Samsung Galaxy Gear, equipado con Tizen, y el Pebbl, pionero de la categoría, el total de la venta de relojes inteligentes fue de 4,6 millones de unidades. Hacia finales de 2015 este número debería ser significativamente mayor, sobre todo teniendo en cuenta el lanzamiento en abril del Apple Watch, un producto del que Apple proyectó vender unas 15 unidades. Por el momento, sin embargo, la compañía no mostró cifras ni realizó comentarios acerca de cuántas unidades lleva vendidas —como suele hacer cuando sus productos son un éxito— aunque, según la consultora Slice Intelligence, las ventas se desmoronaron a pocos días de su lanzamiento.

 

Estos dispositivos logran un bajo nivel de retención

Estas cifras de ventas son concordantes con los resultados obtenidos por un estudio realizado en 2014 por la consultora Endeavor Partners, que determinó que un tercio de quienes adquieren un wearable —ya sea que se trate de un dispositivo orientado al fitness, o de un smartwatch— lo abandonan durante los primeros seis meses de uso.

Uno de los principales desafíos que afrontan es mantener a los usuarios enganchados y utilizando el producto. Y si incluso los early adopters, es decir, los primeros en arrojarse a adquirir cualquier novedad tecnológica —segmento que, según Nielsen, engloba al 75% de los usuarios de estos dispositivos—, son difíciles de retener, esto significa que existe un problema intrínseco a la categoría. Si comparamos este comportamiento con el que demostraban los primeros usuarios de teléfonos celulares inteligentes, observamos que ocurría algo muy distinto. Y es que los primeros usuarios de BlackBerrys, Palm Treo y, más adelante, iPhones, no solamente no dejaban sus teléfonos, sino que su uso crecía sostenidamente.

 

La principal barrera de crecimiento está dada por las actitudes de los consumidores

Otro desafío que debe afrontar esta categoría pasa por la apatía que los consumidores han mostrado hacia ella. Una encuesta realizada por Business Insider entre consumidores estadounidenses, demostró que del 83% de las personas que expresaron deseos de cambiar su smartphone durante el siguiente año, solamente un quinto estaba interesado en adquirir también un reloj inteligente. Para más de la mitad de los cuatro quintos que no se mostraron interesados, el motivo principal por el que no pensaron en adquirir uno es que no le encuentran el sentido o la utilidad.

GRAFICO FITNESS

 

Si este mercado busca crecer, será necesario desarrollar nuevas aplicaciones o dispositivos que resuelvan problemas reales, o que hagan el trabajo de manera más eficiente que otros dispositivos que ya están en el mercado. De otra manera costará ganarse el interés del público.

Poco éxito en América Latina: representa menos del 5% del mercado mundial

De acuerdo con Juniper Research, el mercado de los wearables tiene el potencial de facturar más de $53 mil millones de dólares al año, más de diez veces lo facturado hoy día. La consultora estima que es posible alcanzar ese volumen hacia 2019, y que Estados Unidos, Europa Occidental y China serán los principales mercados, concentrando más del 70% del total de las ventas. América Latina, por su parte, será un mercado marginal, menor incluso que Europa Oriental y Central, África, e India, acaparando menos del 5% del total.

No está claro en qué se basa la consulta para proyectar estos datos, teniendo en cuenta que la penetración de los teléfonos inteligentes en la región está creciendo y se espera que supere los 600 millones de dispositivos activos hacia 2020. Sin embargo, es cierto que hasta la fecha el mercado de los dispositivos portables ha sido insignificante en la región, donde éstos prácticamente no se encuentran disponibles en canales tradicionales de venta.

Es innegable que la tecnología wearable estará muy presente en el futuro. Sin embargo, en este punto de su evolución todavía parece no haber encontrado su propósito, o aquella necesidad que resuelve mejor que otras. Es por eso que, posiblemente, la revolución que todos esperamos todavía tarde algunos años en llegar.

el-crowdfunding:-la-fuerza-que-impulsa-la-industria-de-los-wearables-vrainz

EL CROWDFUNDING: LA FUERZA QUE IMPULSA LA INDUSTRIA DE LOS WEARABLES

Los wearables, es decir aquellos dispositivos electrónicos que se llevan en el cuerpo, se han convertido en el nuevo niño mimado de la industria móvil. Durante el último año, la proliferación de dispositivos tales como fitness trackers —los cuáles permiten medir el impacto del ejercicio físico, las calorías consumidas y hasta la longitud y profundidad de los ciclos de sueño— y los smartwatches —es decir, los relojes inteligentes—, han abandonado el mercado de nicho y se han convertido en verdaderos productos de consumo masivo. Esto puede observarse a partir de que los grandes fabricantes de la industria móvil, incluyendo a Samsung, Motorola, LG y por supuesto Apple, con su flamante Apple Watch, han incluido a estos dispositivos entre sus últimos lanzamientos. Al mismo tiempo, empresas que hasta el momento no estaban relacionadas con este sector, como Swatch —la cual está desarrollando su primer reloj inteligente equipado con el sistema operativo Android Wear— han comenzado a poner un pie en este negocio. Sin embargo, y a pesar de la masiva cantidad de dinero que estos grandes jugadores están invirtiendo, el sector de los wearables se desarrolló durante años a partir del trabajo de emprendedores y startups que, lejos de contar con tan abultadas cajas, se financiaron gracias al apoyo de distintos inversores pero, en especial, gracias al crowdfunding.

Esta forma de financiamiento consiste en la publicación de un proyecto en un sitio como Kickstarter, o IndieGoGo —aunque no son los únicos— explicando de qué se trata, y tratando de seducir a la audiencia para que aporte capital para su desarrollo. Las cifras son variables y pueden ser tan bajas como $10 dólares, o tan altas como $10.000 USD, y se pagan de manera sencilla con una tarjeta de crédito. A cambio de su aporte, los usuarios que apuestan por el proyecto, pueden recibir desde una foto o una remera firmada por los creadores del mismo, hasta una de las primeras ediciones del producto terminado, dependiendo del capital con el que hayan contribuido. Otros sitios más recientes como Crowdfunder se manejan de la misma manera aunque, en lugar de recibir incentivos materiales, aquellas personas que invierten en un proyecto reciben equity —es decir un porcentaje accionario— de la compañía. En este último caso llama la atención la manera en que Internet ha permitido reinventar un modo de financiamiento que ya existía en el mundo offline a través de comunidades informales de pequeños inversores, tales como el club argentino Empresores, el cual, con una muy baja sofisticación técnica, apostaba por el mismo objetivo.

 

Mucho más que financiamiento

El éxito del crowdfunding tiene que ver con mucho más que la relativa facilidad que éste ofrece para obtener financiamiento. Por un lado,  su principal ventaja es que permite mitigar el riesgo de los inversionistas. Esto se debe a que, ya sea que se trate de un inversor profesional, de una persona dispuesta a arriesgar su capital, o de un consumidor entusiasmado por la posibilidad de ayudar a que un producto que le interesa llegue al mercado, las cifras que se manejan son bajas, por lo que no existe un verdadero riesgo económico para quien aporta su dinero. Al mismo tiempo las plataformas que permiten juntar capital de esta manera cuentan con garantías como que el dinero será devuelto si no se alcanza el mínimo necesario para llevar el proyecto adelante.

Por otro lado, el crowdfunding tiene otros beneficios. Para el equipo emprendedor, por ejemplo, resulta conveniente ya que en algunos casos le permite obtener capital inicial sin entregar acciones o participación de la compañía. En los casos que esto sucede, se hace entre varios inversionistas, con lo que es posible retener el control total y no sumar voces a la mesa chica.

Al mismo tiempo, dado que se reemplaza un pitch cerrado a VCs o inversores ángeles por videos, renders, presentaciones, fotografías, y panfletos digitales que venden el producto y explican sus ventajas, el crowdfunding resulta una buena plataforma publicitaria que permite generar awareness de un producto, incluso antes de su lanzamiento. En muchos casos esto no solo generó un alto interés comercial, que permitió recaudar incluso más dinero del requerido, sino que también representó una forma de llamar la atención de inversores y compradores eventuales, tal como sucedió con Oculus, adquirida por Facebook en $2.000 millones de dólares.

Finalmente, este sistema permite adelantar un proceso que resulta complicado respecto de los productos de hardware: el del customer development. Dado que solamente aquellos proyectos que logren generar un interés real recibirán el dinero necesario para desarrollarse, este sistema funciona como una especie de selección natural: aquellos productos que no llaman la atención del público mueren antes de nacer, con lo que se evita la pérdida de tiempo y dinero en su desarrollo posterior, o por lo menos se obliga al equipo a refinar la propuesta y probar de nuevo.

Los wearables: las estrellas indiscutidas de este espacio

Desde 2008, solamente Kickstarter, el sitio líder en este espacio, ayudó a distintos startups y emprendedores a levantar más de $1.000 millones de dólares en financiamiento. Del total del dinero obtenido a través de crowdfunding, tanto en este como en otros sitios, el 80% se invirtió en proyectos vinculados con hardware. De ese porcentaje, el 25% fue a proyectos relacionados con wereables. O sea que este segmento es el que más dinero recaudó a través de esta metodología, a pesar de constituir solamente el 14% de todos los proyectos publicados. Esto quiere decir que, a pesar de ser una minoría en términos reales, son los que mayor interés despertaron por parte de los pequeños inversores y usuarios que comprometieron dinero para apoyarlos.

De acuerdo con información obtenida a partir de Mattermark y Crunchbase por el sitio de noticias TechCrunch, el 42% del capital invertido en startups dedicados a wearable por parte de fondos de inversión fue a compañías que se capitalizaron por primera vez a partir del crowdfunding. Sin embargo, estos fondos fueron más selectivos con estos proyectos, ya que se enfocaron solamente en aquellos que mostraron una gran tracción inicial.

 

Adelantados a la tendencia

Si bien hoy —en el auge de este naciente sector— esto puede parecer obvio, la realidad es que no lo era cuando muchos de los proyectos más exitosos se comunicaron por primera vez.

Un buen ejemplo de esto tiene que ver con el sector de los relojes inteligentes. Aunque grandes empresas como la japonesa Sony fueron pioneras en este mercado lanzando su primer reloj en 2012, existen startups como Pebble que hicieron historia en este mercado, y fueron verdaderas impulsoras de la tecnología wearable.

Pebble ganó gran popularidad en abril de 2012 cuando lanzó una campaña en Kickstarter con el objetivo de obtener $100.000 dólares. Si bien utilizar ese sitio no era la primera opción de su fundador Eric Migicovsky, éste se convirtió en su último recurso luego de no poder obtener más capital que el recibido durante su paso por la prestigiosa aceleradora Y Combinator, y tras la obtención de un capital inicial de $375.000 dólares de distintos inversores ángeles.

La campaña en Kickstarter —que proponía pagar $115 dólares en la preventa de su reloj inteligente— fue un éxito, y en una semana logró juntar más de $4,7 millones de dólares y generar una enorme base de nuevos clientes. Este dispositivo salió al mercado en octubre de 2013 y se convirtió en el precursor tanto de Apple como de Samsung y Google, abriendo las puertas a un mercado que —sólo un año después— estas empresas comenzaron a aprovechar.

Todos los días, nuevos emprendedores que apuestan por este mercado suben sus proyectos a estas plataformas con el objetivo de juntar dinero y hacerlos realidad.

Es por eso que cabe preguntarnos si todos estos nuevos dispositivos estarían surgiendo con el mismo entusiasmo, si no fuera por la fuerza del crowdfunding, el sistema que permitió capitalizar a los pioneros en este mercado, y a la vez demostrar el interés de los consumidores en una tecnología que las grandes marcas no tenían en sus agendas.