¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS ENTRE UNA INCUBADORA Y UNA ACELERADORA DE NEGOCIOS?

Durante los últimos cinco años, el ecosistema emprendedor latinoamericano creció notablemente. Ciudades como Buenos Aires, Medellín, Santiago de Chile y Río de Janeiro, se convirtieron en polos de innovación, especialmente en el campo de la tecnología, donde cada vez más profesionales comenzaron a animarse a dejar la seguridad de sus trabajos para apostar a construir una compañía propia, y a crecer a grandes escalas. Esto llevó, por primera vez, a la formalización de un sistema de financiamiento e inversión similar al que existe en comunidades más tradicionales de innovación como Silicon Valley, Londres, o Nueva York, y que términos como VC, Inversor Ángel, IPO, incubadora, y aceleradora de negocios se volvieran más frecuentes, y parte del léxico diario de miles de personas. Sin embargo, especialmente éstos últimos dos, generan confusión y no son bien empleados por muchos incluso dentro de este mundo donde con frecuencia se los utiliza de manera intercambiable, cayendo en un error.

Es por esa razón que nos propusimos explorar las similitudes y diferencias entre las incubadoras y las aceleradoras de negocios, y de aclarar cuáles son las características de cada uno de estos modelos.

 

Dos modelos similares

Parte de la confusión y del uso habitual de los términos como sinónimos, surge de que ambos modelos tienen mucho en común. Tanto las incubadoras como las aceleradoras tienen como fin último el de ayudar a las startups a despegar, y a desarrollar su potencial de crecimiento. Para esto, ofrecen herramientas como mentoría, capital, y a veces hasta espacio de oficina, a cambio de un porcentaje de equity. Sin embargo, ambos procesos ocurren en distintas etapas del ciclo de vida de la compañía, y es ahí donde yace la principal diferencia.

 

Incubadoras de negocios

Las incubadoras de negocios se enfocan en compañías que acaban de nacer, o que ni siquiera son, todavía, una realidad. Se trata de proyectos e ideas con alto potencial, que no tienen desarrollada una estructura, que muchas veces ni siquiera cuentan con un equipo, que no poseen cuestiones básicas como una estructura societaria, y que en muchos casos ni siquiera tienen pensado —y mucho menos definido— un plan de negocios.

Las incubadoras ayudan a los emprendedores que encaran esos proyectos a darle forma a sus ideas, a investigar el mercado, y hasta a entender quiénes son los potenciales clientes para cada producto. Para eso brindan herramientas como mentoría en áreas como emprendedurismo, finanzas, contabilidad, y en cuestiones legales, y ayudan al equipo a conectarse con otros emprendedores más experimentados, o que se encuentran en la misma fase, para ayudarlos a adquirir experiencia y conocimientos, y a definir cuestiones clave como su modelo de negocio, su estrategia de producto, y un roadmap para sus primeras etapas de vida.

Al mismo tiempo, las incubadoras ofrecen distintas herramientas que ayudan a contener al proyecto y hacerlo viable durante sus primeras etapas. Se trata de beneficios como capital inicial, cuyo monto y disponibilidad variará según el programa, espacio de oficina, e incluso herramientas básicas para el desarrollo del proyecto.

En muchos casos, las incubadoras de negocios financian los proyectos a los que apoyan a través de fondos creados por el Estado y a través de instituciones tales como universidades, donde se busca incentivar tanto a alumnos como a investigadores a convertir sus proyectos de investigación en verdaderas compañías.

Posiblemente la mejor incubadora a destacar sea Seedcamp, en Londres, la cual lleva tiempo tomando proyectos en etapa pre-seed —es decir, que no recibieron ningún tipo de capital— y las ayuda a desarrollar su negocio desde cero.

 

Aceleradoras de negocios

Las aceleradoras de negocios son un fenómeno bastante más reciente que el de las incubadoras y, de la misma forma, comparten el objetivo de ayudar a startups que transitan sus primeras etapas, a desarrollar su potencial y a acelerar su crecimiento. A diferencia de las incubadoras, sin embargo, las aceleradoras se enfocan en emprendimientos que se encuentran en una etapa más avanzada. Es decir, que ya cuentan con un modelo y un plan de negocios un poco más sólido, un producto ya definido y desarrollado, o en vías de desarrollo, y que tienen a sus equipos más establecidos. Eso no quiere decir, sin embargo, que todo eso no vaya a ponerse en duda y a cambiar durante el proceso de aceleración.

En algunas de las aceleradoras más conocidas, como la mítica Y Combinator de Silicon Valley —de la que salieron startups como Dropbox, Airbnb, Reddit, Stripe, y Disqus, entre otras— es frecuente que los mentores recomienden cambios radicales en todos los aspectos de la compañía, o incluso un pivot.

Más allá del capital extra, el espacio de co-working, y los workshops y la capacitación que suelen ser parte de la experiencia en una aceleradora, uno de los principales aportes que éstas hacen tiene que ver con las posibilidades de networking, y con la llegada a los inversores adecuados y a socios estratégicos que permitirán desarrollar el negocio y comenzar a escalarlo.

Este crecimiento repentino suele ser fuente de conflictos y de desafíos muy distintos a los que un startup se enfrenta durante sus primeras etapas, por lo que incluso cuando se tiene un producto sólido que resuelve bien el problema de un segmento de consumidores, una estrategia de marketing adecuada, y un modelo de negocios que funciona, la mentoría y la experiencia que aporta una aceleradora ayuda a hacer frente a la tensión del crecimiento, y a transitar los cambios de manera ordenada.

La mayoría de las “incubadoras” más conocidas son, en realidad, aceleradoras. Algunas que podemos mencionar son Techstars, Launchpad LA, y Angelpad, entre otras.  En América Latina se destacan 500 Startups México en México, 21212 en Brasil, Nextp Labs en Argentina,  Wayra a nivel regional, y por supuesto Vrainz.