¿ES NECESARIO UN CO-FUNDADOR?

Aunque pueda parecer trivial, uno de los momentos decisivos a la hora de definir el futuro de una compañía ocurre justo antes de su fundación. Y tiene que ver con la decisión de quien tuvo la idea de volar solo, o de buscar a un co-piloto —o un co-fundador, en este caso— que lo acompañe a lo largo del trayecto. La conformación del equipo fundador suele ser un factor de vital importancia no solamente a la hora de definir la dinámica y la carga de trabajo, así como la distribución del capital accionario de la empresa, sino que además influye en gran medida en factores externos tales como la posibilidad de conseguir una inversión, de reclutar a un equipo talentoso, o de lograr un crecimiento sostenido a lo largo del tiempo.

Solos se puede

Existe el mito urbano de que un solo fundador es una fórmula que llevará indefectiblemente al desastre, y que no es posible comenzar una compañía sin al menos un compañero o compañera de ruta que ayude a recorrer el camino. Sin embargo, aunque escasos, existen ejemplos que desmienten esta leyenda. Compañías como Amazon, fundada en soledad por Jeff Bezos en 1994, e Ebay, fundada por Pierre Omidyar, no solamente se convirtieron en líderes en su segmento (y de hecho pavimentaron el camino para otros emprendedores tecnológicos después de ellos), sino que apenas tres años después de su fundación se encontraban haciendo sus respectivos IPOs. Otras empresas como Walmart, FedEx y, más recientemente, Dropbox, fueron iniciadas por una sola persona. En este último caso cabe aclarar que, sin embargo, Drew Houston —su primer fundador— fue forzado por la incubadora Y Combinator a sumar a un co-fundador al equipo como condición para ser aceptado en el programa, y así fue como Arash Ferdowsi se sumó al equipo.

Además de estas historias de éxito, existen otros factores por los que vale la pena considerar no sumar a un co-fundador. La más obvia tiene que ver con la posibilidad de retener una mayor porción de la compañía, lo cual ofrece mayor flexibilidad a la hora de diluirse, y un mayor rédito económico en caso de un exit como una adquisición o —en un caso poco habitual para una compañía latinoamericana— un IPO. Al mismo tiempo, no contar con un co-fundador permite mantener un mayor control sobre la visión que se posee sobre la compañía, y tener el voto decisivo a la hora de tomar decisiones.

 

Razones para buscar a un co-fundador

Sin embargo —y aunque ha quedado demostrado que un co-fundador no es estrictamente necesario para tener éxito— existen todavía más razones para inclinarse por incorporar a uno a la hora de comenzar una compañía.

 

Construir una compañía de cero no resulta sencillo

Por más excitante que pueda parecer una idea, llevarla a la práctica siempre será una tarea difícil. Contar con un co-fundador —y especialmente con uno con habilidades complementarias a las propias— no solamente permite hacer la tarea más sencilla y atacar una mayor cantidad de frentes, sino que además permite ganar en eficiencia.

Los startups con varios fundadores permiten que éstos se dividan las tareas, sobre todo durante las etapas más difíciles —como cuando se busca levantar una ronda de inversión, o cuando se participa de un programa de aceleración—, temas que involucran muchas distracciones y la pérdida de foco en el producto y la labor de todos los días. Esta posibilidad de dividir y repartirse las tareas resulta vital para hacer un mejor trabajo, y para no ser presas de un nivel innecesario de estrés.

 

Es bueno contar con perspectivas distintas

Una de las mejores razones para incorporar a un co-fundador está dada por la posibilidad de tener perspectivas distintas acerca de un mismo problema. Si bien uno puede tener muy claras su visión y sus ideas, el tener a otra persona que, de igual a igual, las desafíe y ofrezca alternativas frente a las distintas situaciones que se van presentando, resulta increíblemente útil. La posibilidad de dialogar acerca de las distintas trabas que van surgiendo en el camino, y sobre las distintas oportunidades que comienzan a aparecer a futuro, permite tomar mejores decisiones, y anticipar problemas y escenarios que en soledad muchas veces se nos escapan.

 

Permite reducir a la mitad el costo inicial

Incluso si ingresamos a una incubadora, o recibimos una inversión ángel en una etapa muy inicial, comenzar una empresa involucra algunos costos. Y la realidad es que sin un producto inicial o un plan bien desarrollado es difícil conseguir capital. Contar con un co-fundador permite reducir el costo económico inicial que tiene comenzar a trabajar en el proyecto, ya que cada gasto se divide por la cantidad de personas que conforman el equipo. Al mismo tiempo, contar con alguien en el equipo que posea habilidades de las que carecemos puede ayudarnos a bajar el costo de tener que buscar a otra persona que desarrolle esa tarea.

 

Mitigar el riesgo para los inversores

Antes veíamos el ejemplo de Dropbox, y la necesidad que tuvo su fundador de salir a buscar a un compañero para poder ingresar a una incubadora. Esto no resulta poco habitual, ya que son muchas las incubadoras y aceleradoras de negocios que prefieren no apostar por startups fundadas por una sola persona. Lo mismo sucede con los fondos de inversión, los cuales ven en la falta de al menos un co-fundador un riesgo mayor a la hora de invertir.

Los inversores de todos los niveles tienden a confiar más en equipos de dos o más personas a la hora de invertir su dinero. Esto —aunque pueda parecer extraño— no se debe tanto a la falta de confianza que aquellos puedan llegar a tener en que una sola persona pueda hacer el trabajo, sino en que una compañía con un solo fundador representa un riesgo bastante más elevado. Y es que una sola persona suele tener más dificultades a la hora de resolver problemas y situaciones complejas que puedan ocurrir dentro de la compañía. Al mismo tiempo, y en un plano más terrenal, si algo como un accidente o una enfermedad dejaran a esa persona sin la posibilidad de trabajar, no quedaría nadie para hacerse cargo. Por ponerlo de otro modo, si al único fundador lo pisara un colectivo, la inversión seguramente se perdería, y la empresa muy probablemente terminaría desapareciendo. Es por eso que —a no ser que la oportunidad sea extraordinariamente buena, o que el emprendedor tenga un track record excepcional— formar parte de un equipo aumentará las probabilidades de conseguir financiamiento.

 

Ningún empleado puede aportar lo mismo que un socio

Si bien crear una compañía implica armar un equipo, y muchas de las tareas que potencialmente podría hacer un co-fundador las podría hacer un ejecutivo —incluso hacerse cargo en el caso de un siniestro—, el mejor empleado nunca será lo mismo que un socio. Esto tiene que ver con que la perspectiva y los objetivos de cada uno resultan muy diferentes.  Mientras que para un socio o co-fundador su suerte personal se encuentra muy atada a la de su proyecto, un empleado suele priorizar su situación personal, por encima de la de la compañía.

 

Hace el trabajo más entretenido

Este último punto, aunque en un principio pueda parecer menor, es realmente muy importante. Y es que, incluso si se logra cultivar una buena relación con el equipo y una cultura agradable de trabajo, los fundadores suelen tener que tomar decisiones que los apartan  un poco del resto de las personas que trabajan en la compañía. Y esto puede hacer que el camino se vuelva algo solitario. Al mismo tiempo, durante las primeras etapas, trabajar en soledad puede resultar desmotivante, y hasta aburrido. Es por eso que contar con otras personas en el equipo puede ser vital para mantenerse positivos, motivados, y trabajando todos los días.

Es por todas estas razones, pero además por todas las razones que antes de comenzar no podemos imaginar, que sumar a por lo menos un co-fundador resulta una buena idea. Y aunque esto nos cueste una porción importante de equity, y hasta la posibilidad de poder imponer nuestro punto de vista en el futuro, hay que recordar que el cien por ciento de una empresa estancada o fallida vale menos que una porción más pequeña de un emprendimiento exitoso. Y si lo que queremos es un startup que funcione, un co-fundador aumentará exponencialmente nuestras chances de lograrlo.

CINCO HERRAMIENTAS PARA AUTOMATIZAR LAS REDES SOCIALES DE TU STARTUP

Sin importar cuál sea el mercado de tu startup, lo más probable es que, de una forma u otra, ésta tenga una presencia en redes sociales. Ya sea que se trate de una modesta fan page en Facebook, de un perfil aislado en Twitter donde retuitean novedades de la industria, o de una compleja comunidad que abarca aplicaciones tan diversas como Pinterest, Vine, Instagram, Periscope, y Tumblr, todas las compañías invierten parte de sus recursos en nutrir de contenido a sus propiedades digitales.

Y es que las redes sociales se han convertido en mucho más que en un punto más de nuestro plan de marketing y comunicación. Hoy son un espacio donde podemos hacer branding, posicionar a nuestros productos, construir una comunidad, adquirir nuevos usuarios, vender nuestros productos, y hasta el principal canal de atención y soporte al cliente.

Es por eso que, ya sea que estemos trabajando en una estrategia a largo plazo, o que simplemente busquemos llenar el espacio y mantener a nuestra pequeña comunidad activa y enganchada, lo más probable es que le dediquemos una parte de nuestro tiempo, o del tiempo de nuestro equipo, a la gestión de redes sociales. Y esta tarea no siempre es placentera, y mucho menos productiva.

Sucede que mantener un canal activo y repleto de contenido suele llevar tiempo y dedicación. Tiempo que le estamos quitando a otras tareas a veces más urgentes o más importantes. Y es por eso que, sobre todo en startups que recién comienzan, o que tienen equipos chicos, muchas veces los perfiles sociales terminan siendo descuidados o incluso olvidados, lo cual tiene repercusiones en nuestra marca y en la imagen de la compañía.

Es justamente para evitar que eso suceda que hoy vamos a conocer algunas de las herramientas más interesantes para automatizar gran parte del proceso de gestión de redes sociales. De forma tal que, incluso cuando todavía no haya tiempo o presupuesto para contratar a un community manager profesional, podamos mantener una comunidad activa y actualizada.

 

Dlvr.it

Esta herramienta resulta especialmente útil para automatizar la tarea de compartir contenido de nuestro propio blog, o de blogs de terceros, tanto en Twitter como en Facebook, LinkedIn, y Google+.

Su funcionamiento es muy sencillo. Solamente basta conectar nuestra cuenta con los perfiles sociales donde querramos que se hagan las publicaciones, y conectarlas a un feed RSS, el cual Dlvr.it monitorea de manera permanente. Cada vez que un nuevo contenido es publicado, el sistema simplemente lo publica utilizando el título como contenido del mensaje y colocando un link al artículo original.

Existe la posibilidad de compartir contenido de varios feeds distintos, o se puede utilizar una aplicación como Yahoo! Pipes para crear un solo feed a partir de varios más, y así automatizar una cuenta que publica artículos y comentarios de distintas fuentes. Para evitar que se publiquen contenidos permanentemente, es posible limitar la cantidad de publicaciones diarias, y la frecuencia en la que estas ocurren.

El servicio es gratuito si se utiliza con hasta 5 feeds en 3 perfiles sociales, pero existen planes pagos para incrementar esta cantidad.

dlvrit

 

Edgar

Esta es una herramienta especialmente útil para mantener nuestros perfiles en redes sociales siempre repletos de contenido. Concebida con la idea de que mucho de lo que publicamos en Facebook, Twitter y otras redes sociales no alcanza nunca su potencial (es decir, cualquier publicación suele ser vista por apenas una fracción de nuestra comunidad), esta aplicación permite reutilizar el contenido publicado una y otra vez.

Basta con configurar la cuenta, conectarla a los perfiles sociales de nuestro startup, cargar contenido en distintas categorías, y Edgar lo irá publicando, de manera aleatoria —aunque sin repetir— en intervalos irregulares, de forma tal que toda la comunidad lo vaya viendo y genere interacción.

Esta herramienta, aunque útil, no es barata, ya que no cuenta con un plan gratuito y arranca en los USD 49 mensuales.

edgar

 

IFTTT

If This Then That es una aplicación que no fue concebida necesariamente para ser utilizada para automatizar la gestión de redes sociales. Sin embargo, su simpleza y funcionalidad la hacen perfecta para esta tarea.

Básicamente, esta herramienta permite realizar una acción de manera automática cada vez que ocurre un determinado evento (o un trigger, según el término en inglés). De esta forma, es posible indicarle que cada vez que marcamos como favorito un video en YouTube, este se publique de manera automática en nuestra página de Facebook. O que cada vez que publicamos un artículo en nuestro blog en WordPress, lo comparta en Twitter. También podemos pedirle que cada foto nueva en Instagram la comparta en Tumblr, o en Facebook, o en Google+, o en todos ellos.

De esta forma, es posible compartir contenido en varias redes sociales haciendo el trabajo una sola vez. Al mismo tiempo, es posible cargar los distintos perfiles de contenido sin la necesidad, siquiera, de sentarnos a realizar esa tarea.

Esta herramienta es gratuita, y su uso no tiene límites.

IFTTT

Buffer

Esta sencilla herramienta se ha convertido en una de las más populares tanto entre amateurs como entre los community managers profesionales, dado que permite crear una gran cantidad de contenido, tal como tuits, actualizaciones de Facebook, y hasta Pins para Pinterest, y automatizar la carga en redes sociales.

A través de un simple panel administrador, Buffer permite cargar contenido de todo tipo, y establecer días y horarios en los que deseamos que la herramienta los cargue de manera autónoma. De esta manera, en lugar de tener que visitar Twitter tres veces por dia para escribir nuevos mensajes y publicarlos, es posible conectarse a Buffer una vez al mes, cargar todos los contenidos en una sola tarde de trabajo, y dejar que la cuenta se mantenga activa por sí sola, sin hacernos perder tiempo ni foco en otras tareas.

Esta aplicación es gratuita, aunque limita la cantidad de mensajes que podemos publicar. Sin embargo, existen versiones profesionales que eliminan estos límites, y amplían la funcionalidad, que arrancan en los USD 50 mensuales.

buffer

Social Oomph

Esta poderosa aplicación, aunque un poco más compleja que las anteriores, combina distintas de las funciones que estas ofrecen. Por un lado, de la misma manera que Buffer, permite precargar contenido y que luego este sea publicado de manera automática, aunque con un plus. En el momento de la carga es posible crear distintas versiones de un mismo tuit, y así publicarlo en distintas oportunidades para alcanzar a una mayor cantidad de lectores, sin publicar exactamente lo mismo.

Además, tiene funciones muy convenientes, como la capacidad de borrar por completo el contenido de una cuenta de Twitter, algo que podemos llegar a necesitar en caso de, por ejemplo, querer reutilizar una cuenta antigua y aprovechar su base de seguidores. Al mismo tiempo, permite monitorear las menciones a nuestras cuentas, y a distintas palabras clave, de forma tal de ayudarnos a saber, de manera inmediata, si alguien está hablando de nuestra marca en las redes sociales, y así poder reaccionar de manera eficiente y veloz.

socialoomph

No es conveniente descuidar nuestros perfiles en redes sociales y dejarlos abandonados, sin nunca verificar de qué manera están respondiendo nuestros usuarios, o si el tiempo y dinero que estamos invirtiendo en ellas está dando algún resultado. Sin embargo, sobre todo en las primeras etapas, cuando el tiempo y los recursos escasean, o cuando ya tenemos una estrategia más desarrollada y pretendemos esquivar las tareas más repetitivas, esta serie de herramientas pueden resultar muy útiles para hacer más fácil y más productivo nuestro trabajo.

TRES PROGRAMAS GUBERNAMENTALES QUE PERMITEN OBTENER CAPITAL PARA TU STARTUP

Si existe un verdadero desafío para cualquier startup a la hora de dar sus primeros pasos, éste es conseguir capital. Ya en otras oportunidades hemos examinado cuáles son algunas de las alternativas y fuentes de financiamiento posibles para un nuevo proyecto, y hasta hemos hecho foco en algunos de los fondos de inversión más importantes, tanto en Argentina como en América Latina. Sin embargo, hoy nos vamos a centrar en otra opción, una que generalmente suele ser muy conveniente ya que no requiere entregar capital accionario ni endeudarse de ninguna manera. Se trata de los programas de aceleración de startups, y de los fondos de fomento para nuevas compañías, creados por los organismos y agencias gubernamentales destinadas a promover el emprendedurismo en los distintos países de la región.

Fomentar la actividad emprendedora se ha convertido, a lo largo de la última década, en una prioridad para muchos de los gobiernos tanto nacionales como locales de América Latina. Y es que esta actividad, además de tener el potencial de cambiar el perfil productivo de un país, es una gran generadora de empleo y riqueza en el mediano y largo plazo.

Hace algunos meses examinamos en profundidad los fondos creados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en Argentina (el FONTAR  y el FONSOFT), los cuales, como hemos visto, no se encuentran desprovistos de complejidades. Hoy en cambio haremos foco en algunos programas más simples y accesibles, tanto para emprendedores locales como extranjeros, que se encuentran disponibles en América del Sur, y que cada año financian a cientos de nuevos proyectos, principalmente en el sector tecnológico.

 

Startup Chile

Este es, probablemente, el más conocido de estos programas. Fue lanzado por el gobierno chileno en 2010 con el objetivo de transformar el ecosistema emprendedor de Chile, y de generar un espíritu innovador en el país. Startup Chile debía permitir que cada vez más chilenos, quienes hasta hace algunos años —de acuerdo con las autoridades del programa— carecían de un espíritu emprendedor muy marcado, fundaran nuevas empresas capaces de generar empleo y enriquecer al país. Para cumplir este objetivo, se creó este programa, uno de los primeros en el mundo en ofrecerle a nuevas startups capital de $40.000 dólares, un espacio de oficina, la posibilidad de contactarse con inversores y de obtener cobertura de la prensa, a cambio de que se reubicaran en Chile, y sin tener que entregar equity de ninguna clase.

Cinco años después, Startup Chile ya lleva aceleradas más de 1.000 startups, y continúa activo. Para participar es necesario anotarse en una de las dos convocatorias que se realizan en mayo y en septiembre de cada año completando un formulario en su sitio web: deben incluirse datos sobre la compañía, el mercado, el estado del proyecto, la tracción que ya ha generado, y el equipo fundador, así como un pitch en video de dos minutos. Si bien al principio este no era un requisito tan marcado, es cada vez más importante demostrar una cierta viabilidad del proyecto para poder ser aceptados.

Los participantes del programa reciben $20 millones de pesos chilenos (unos $40 mil dólares), visas para reubicarse en Chile, y distintos beneficios ofrecidos por empresas partners del programa, como almacenamiento gratis en Amazon Webservices y Rackspace, descuentos en Hubspot, y pasajes baratos en American Airlines, entre otras. Si bien la modalidad va variando, para las últimas generaciones de startups los fondos son depositados en dos tandas a lo largo del período de aceleración, y sólo pueden utilizarse para cubrir el 90% de los gastos. El restante 10% debe ser cubierto por los emprendedores. Asimismo, cada gasto debe ser justificado y aprobado por un ejecutivo del programa, de acuerdo a una serie de reglas que, de no cumplirse, implicarán que el dinero deberá ser devuelto.

Una de las ventajas de este programa —además de la posibilidad de recibir capital sin comprometer equity— radica en que no es necesario tener una compañía incorporada, ya que el beneficiario es una persona física. Pero lo más importante, es que cualquier startup que demuestre potencial y un buen desarrollo durante los seis meses de aceleración, puede aplicar para recibir $60 millones de pesos chilenos de capital extra por parte de CORFO, el organismo encargado de fomentar la innovación en Chile, y así poder seguir creciendo sin la necesidad de recurrir a un VC.

 

Startup Brasil

Estimulado por el éxito del programa chileno, en 2013 el gobierno de Brasil decidió lanzar su propio programa para favorecer la actividad emprendedora. Aunque a la hora de elegir el nombre la inspiración es obvia, las características de la iniciativa brasileña son bastante diferentes.

Para empezar, Startup Brasil no se ha enfocado en atraer talento extranjero al país, si bien la convocatoria permite que startups de otras latitudes se postulen. Al mismo tiempo, en lugar de optar por crear una aceleradora propia, este programa elige a una serie de incubadoras y aceleradoras locales en distintas ciudades brasileñas, para que lleven adelante una convocatoria y administren el programa de aceleración de las compañías seleccionadas.

Cada startup que participa del programa recibe unos R$200.000 (aproximadamente $65.000 dólares al cambio de hoy), y otros $50.000 por parte de la aceleradora. Esto implica, por un lado, una cantidad de fondos bastante superior a la entregada por Startup Chile, pero también la necesidad de entregar una porción de equity a la aceleradora que provee parte del capital, y otras ventajas como mentoría, espacio de oficina, y contactos locales para ampliar las posibilidades de negocio.

Para aplicar es necesario esperar a que se abra una de las convocatorias anuales, y postularse en una de las aceleradoras que participan del programa, las cuales varían año a año ya que son elegidas por concurso público a principio de cada año.

Así como el programa chileno, Startup Brasil permite recibir fondos extras por parte del Estado si la compañía demuestra tracción y potencial de crecimiento.

 

Buenos Aires Emprende

Finalmente, haremos foco en el programa Buenos Aires Emprende, lanzado por el Gobierno local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la capital argentina. Si bien esta iniciativa ya lleva años de existencia, e incluye distintos tipos de apoyo a emprendedores como capacitación, y programas de incubación como Baitec que ofrecen espacio de oficina gratuito en el Centro Metropolitano de Diseño y mentoría, en 2014 se ha expandido para incluir un nuevo sistema de financiamiento para startups de base tecnológica. Se trata del programa Aceleradoras, el cual selecciona a un número de nuevas compañías que participan del programa de aceleración de distintas aceleradoras ubicadas en la ciudad tales cono Nxtp Labs, Wayra, Incutex y Quasar, y realiza aportes no reembolsables de hasta el 50% del capital invertido por éstas.

De esta manera, una compañía que recibe $50.000 dólares de inversión por parte de su aceleradora, podrá duplicar la suma sin un costo extra en términos de equity, a partir de estos fondos entregados por la Ciudad.

El programa es anual y requiere que el startup aplique independientemente de su aceptación a la aceleradora.

Los tres casos que hemos observado permiten obtener sumas importantes de dinero para comenzar una compañía, a un muy bajo costo. Y es que —incluso cuando haya que entregar capital accionario—, el monto suele ser bastante menor al que habría que dar en caso de recibir toda la inversión de un VC o un fondo privado. Sin embargo, al tratarse de dinero estatal, es importante estar conscientes de que se debe ser muy prolijo con los gastos, y atenerse muy estrictamente a los lineamientos de cada programa; ya que cada factura y cada movimiento serán auditados, lo cual genera un costo administrativo en términos de tiempo y foco, dos de los recursos más escasos en cualquier startup.

¿QUÉ FACTORES DEBEMOS CONSIDERAR ANTES DE ACEPTAR UN TRABAJO EN UN STARTUP?

Todos podemos coinciir en que fundar un startup es una gran apuesta a futuro, que implica una importante cuota de riesgo. Y es que, aunque contemos con una buena idea, una correcta implementación, y un modelo de negocios sólido, lo más probable es que terminemos fallando. Es por eso que suele reconocerse el sentido de aventura que comparten muchos emprendedores, quienes arriesgan la seguridad financiera que ofrece el trabajo en una organización ya establecida para perseguir una alternativa más incierta. Pero existe una realidad, y es que los emprendedores no son los únicos que hacen una gran apuesta a la hora de trabajar en sus proyectos. Sus primeros empleados, es decir los primeros profesionales que confían en la idea y se animan a dejar otros trabajos —y otras posibilidades de desarrollo profesional— para dedicarle su tiempo a una compañía que todavía no es tal, y donde su única posibilidad de crecimiento está atada a que ésta crezca y se convierta en un éxito, son también valientes que ponen su estabilidad en riesgo y apuestan por algo que bien puede no concretarse.

Es por ese sentido de aventura, por las enormes oportunidades que implica trabajar en una compañía desde el momento cero, y por la enorme versatilidad que requiere un puesto como ese, que muchas personas se ven tentadas a comenzar sus carreras, o a dejar sus empleos, para trabajar en un startup. Sin embargo, eso no quiere decir que sea prudente arrojarse sobre la primera opción que se presente. En cambio, antes de sumarse a un proyecto, es conveniente hacer una evaluación que permita determinar si existen realmente chances de éxito que ameritan correr el riesgo de abandonar otras oportunidades en pos de un empleo que ofrece pocos beneficios desde el punto de vista económico, y que puede terminarse en cualquier momento.

Es por eso que, antes de tomar la decisión de unirse a un startup y convertirse en uno de sus primeros empleados, es necesario considerar muy seriamente una serie de factores:

 

El factor económico

Si bien el dinero debería ser lo último a considerarse en el momento de buscar un nuevo empleo, para la mayoría de las personas este suele ser un factor decisivo a la hora de elegir. Sin embargo, a no ser que se trate de un startup que acaba de recibir una ronda de inversión millonaria, lo más probable es que el salario ofrecido esté por debajo a lo que puede llegar a ofrecer una multinacional o una gran empresa por ocupar un puesto similar.

En contraprestación, los primeros empleados suelen recibir ofertas como stock options, que les permitirán hacerse de un pequeño porcentaje de la compañía, y capitalizarse a futuro. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas acciones solo tendrán valor si la compañía llegara a ser adquirida, o si hiciera un IPO. Al mismo tiempo, lo más probable es que se encuentren atadas al cumplimiento de algún tipo de objetivo, y que cuenten con alguna clase de vesting, lo que significa que sólo estarán disponibles después de varios años en la compañía.

Si bien puede sonar atractivo ser en parte dueño, hay que tener en cuenta  que el valor de estas acciones estará ligado al desempeño de la empresa, a la situación en la que se encuentre el mercado, y a distintas variables que escapan al control de una sola persona, por lo que aceptar un salario muy reducido compensado por una cuota importante de stock options puede no ser la mejor de las ideas. Lo ideal, si existe esta alternativa, es tomarla como un incentivo extra y no dejarse tentar por algo que bien podría nunca ser una realidad.

Otro tema importante a tener en cuenta es que, sobre todo en las primeras etapas, no se pueden esperar demasiados beneficios. Extras como pases al gimnasio, un buen plan de medicina prepaga, el pago de horas extras, y otros complementos con los que las compañías suelen sazonar las ofertas económicas a sus empleados pueden no estar disponibles. Es por eso que aquellas personas que busquen un trabajo repleto de beneficios donde cada inciso de la ley laboral se respete a rajatabla, quizás no deban apuntar a un trabajo de este tipo.

 

Crecimiento profesional

Otro aspecto tentador de trabajar en un startup tiene que ver con la posibilidad de obtener un título frondoso. Es muy posible que, con apenas unos años de experiencia en el mercado laboral, el ofrecimiento sea por un puesto de director, o incluso uno de CTO, CFO, COO, o alguna otra C. Y si bien esto puede lucir muy bien en una tarjeta personal o en un perfil de LinkedIn, la realidad es que —a no ser que la compañía crezca tremendamente, y no se incorpore a ejecutivos con más experiencia— estos puestos no tienen ningún valor.

Es por eso que, a la hora de evaluar el ingreso a un startup, más que el titulo es recomendable evaluar las tareas a desempeñar, y predisponerse a aceptar el desafío de trabajar duro y en varias tareas a la vez. A la larga, esto permite incorporar muchos conocimientos, y aportar al progreso general de la compañía.

 

¿Es una compañía con proyección?

Un factor importante a considerar tiene que ver con  el futuro del startup. Si bien queda claro que al ingresar a un empleo de estas características la estabilidad no está garantizada, eso no quiere decir que no se pueda indagar un poco acerca de la situación y proyección futura para, así, adquirir un poco de seguridad.

Es por eso que, al postularse para un trabajo en una compañía que está dando sus primeros pasos, es conveniente investigarla. Leer si la prensa ha escrito algo sobre ella, qué experiencia tienen sus fundadores, si recibieron alguna inversión, o si participan de un programa de incubación o aceleración, etc.

En el momento de la entrevista laboral, lo más conveniente es aprovechar la oportunidad para tomar el rol de entrevistador por un rato, e indagar acerca de las finanzas de la compañía, sus planes a futuro, si existe una verdadera oportunidad de mercado, qué producto y modelo de negocios imaginan, la cantidad de empleados que ya posee, y cuántos se planea incorporar.

Lejos de ofenderse o sentirse agredidos, los fundadores seguramente estarán dispuestos a responder las preguntas. Al mismo tiempo, podrán ver que el candidato o candidata que tienen enfrente comprende en qué se está metiendo y conoce los riesgos y el valor de la oportunidad.

 

¿Cuál es la visión de los fundadores?

Otro elemento importante a considerar es la visión a futuro que el startup tiene para sí mismo. Es por eso que lo más conveniente, antes de aceptar un empleo de estas características, es conocer a alguno de los fundadores, y preguntarle acerca de sus objetivos hacia el futuro, de forma tal de evaluar si coincide con la visión y las expectativas del candidato.

También es recomendable observar la personalidad de los fundadores, y qué tipo de cultura han logrado crear, o están trabajando para instalar, en su compañía. Esto se debe a que gran parte del éxito de un proyecto de este tipo está relacionado con la forma en la que los primeros empleados encajan en esta cultura. Y no sentir que existe un fit, seguramente, va a resultar en una mala experiencia para ambas partes.

Tomar un trabajo en un startup puede ser emocionante, divertido, y muy beneficioso como experiencia de crecimiento profesional. Sin embargo, es necesario evaluar la decisión muy seriamente para evitar frustraciones, caer en el lugar equivocado, o terminar perdiendo el tiempo.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE TENER UN GROWTH HACKER EN EL EQUIPO?

Independientemente de cuál sea su producto, y de las características de su mercado, crecer rápidamente es uno de los principales —si no el principal— objetivos de cualquier startup. Ya sea que se trate de conseguir nuevos visitantes, nuevos suscriptores, nuevos clientes pagos, un incremento en la facturación, o de hacer crecer alguna otra métrica, resulta vital para escalar al máximo a cualquier compañía. En especial durante sus primeros años, o después de recibir una inversión.

El problema es que crecer no resulta sencillo. Y muchas veces hacerlo a la escala que necesita un startup, en el tiempo del que dispone antes de que se agoten sus recursos, requiere del uso de métodos poco convencionales. Descubrir y desarrollar estos métodos es la tarea del Growth Hacker.

 

¿Qué es un Growth Hacker?

Este término, acuñado en 2010 por Sean Ellis en Silicon Valley, se refiere a personas que combinan una gran capacidad analítica con un componente importante de creatividad, cuya función es concentrarse en una o dos métricas, y utilizar todas las herramientas convencionales, y también otras no convencionales, para lograr que se disparen y crezcan de manera exponencial.

A diferencia de un VP o un director de Marketing, este tipo de profesionales ve más allá de las estrategias frecuentes, y su objetivo se reduce a uno sólo: crecer.

Frecuentemente encarnado por uno de los fundadores, pero muchas otras veces por otra persona contratada para esta función, el Growth Hacker debe trabajar en conjunto con todos en la compañía no solamente para incorporar ideas, sino también para realizar pruebas, analizar los resultados, implementar a gran escala aquello que da buen resultado, y hacer un seguimiento y una optimización permanente, de forma tal de acelerar todo el tiempo este proceso.

Más allá de quién lleve la batuta, el proceso de Growth Hacking requiere de un esfuerzo conjunto, ya que en muchos casos implica trabajar no solamente sobre la comunicación —usando técnicas de SEO, SEM, producción de contenidos, relaciones públicas, creación de comunidades, y atención al cliente— sino además sobre las características mismas del producto, para cumplir con ese objetivo.

Cuáles serán las estrategias dependerá del producto y el mercado con el que se desempeñe el startup, pero algo es indispensable: deben estar claras tanto la métrica sobre la cual se debe trabajar, como el mercado objetivo al que se está apuntando. Carecer de alguno de estos datos, así como de la certeza de que el crecimiento producirá el beneficio buscado, hará que el esfuerzo sea completamente en vano, y llevará a una inexorable pérdida de tiempo y dinero.

 

¿Cuándo es necesario un Growth Hacker?

Esta posición no es necesaria en un comienzo, mientras el foco del equipo está puesto en el desarrollo de un producto que verdaderamente satisfaga una necesidad para un determinado grupo o nicho, y mientras se logra obtener a los primeros usuarios o clientes y se optimiza el modelo de negocios.

Sin embargo, se vuelve vital cuando ya se ha definido quiénes son los usuarios que se busca obtener, y cuál es el objetivo desde el punto de vista del negocio.

 

Algunos ejemplos de Growth Hacking

Existen innumerables ejemplos, desde los primeros días de la red, en los que estrategias que lograron combinar comunicación con producto, han dado resultados excelentes.  El primero de estos ejemplos, y acaso uno de los más notables, fue el que llevó a que el servicio de webmail Hotmail —mucho antes de que fuera comprado por Microsoft— creciera hasta convertirse en el más popular de su época. El truco consistió en colocar debajo la firma de todos los correos enviados por sus usuarios el siguiente mensaje “Get your free email at Hotmail” (obtén tu e-mail gratuito en Hotmail), y un link a la página de suscripción. Esto —que hoy parece obvio y que fue replicado hasta el cansancio por otras compañías— fue en su momento una idea innovadora y original que llevó a la empresa, que en ese momento contaba con 20.000 usuarios, a alcanzar el millón en seis meses, y los 15 millones al cabo de un año y medio.

Otro ejemplo que ya es un clásico fue la estrategia utilizada por Dropbox para incrementar su base de usuarios. En lugar de hacer publicidad tradicional, esta compañía —que brinda un sistema de almacenamiento de archivos en la nube— les ofrecía a sus usuarios 500MB de espacio extra gratuito por cada amigo que invitaran a unirse al servicio y se suscribiera. Al mismo tiempo, le daba el mismo beneficio a este amigo.  Cada usuario podía sumar hasta 16GB gratis, para lo que debía suscribir a 32 personas. El costo de este esquema fue mucho menor que si la compañía hubiese optado por colocar avisos, y le permitió crecer de una base de 100.000 usuarios, a una de cuatro millones en apenas 15 meses.

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El sistema de pagos móviles PayPal alcanzó su enorme popularidad en gran parte gracias a Ebay, sitio que finalmente la terminaría comprando. Al darse cuenta de la importancia que esta plataforma tenía para ganar usuarios, su equipo comenzó a utilizar bots que compraban y ofertaban por productos en el sitio y pagaban exclusivamente a través de este medio de pago. Esto llevó a que los vendedores comenzaran a creer que sus chances de vender aumentarían si ofrecían PayPal como medio de pago, lo que llevó a que su uso creciera y a que se formara un círculo virtuoso que terminó en una gran adopción por parte de usuarios reales.

Pero estas técnicas —que como podemos observar no son precisamente replicables y se ajustan al modelo de negocios y las características del producto de cada compañía— no solamente pueden utilizarse para adquirir usuarios o clientes. Pinterest, por eiemplo, implementó el scroll infinito (es decir, su página sin final, en la que se puede ir hacia abajo eternamente y seguir encontrando contenido), para aumentar el tiempo de permanencia de los usuarios en su sitio, y la posibilidad de descubrir e interactuar con contenido de otros usuarios y marcas.

Estos son algunos pocos ejemplos de estrategias de crecimiento que combinan marketing, comunicación, y producto, que demuestran el tipo de trabajo que debe realizar un Growth Hacker. Si bien todos pueden parecer evidentes o sencillos, en general toman decenas de pruebas e iteraciones hasta alcanzar una estrategia y una implementación efectiva que ofrezca resultados consistentes a lo largo del tiempo.

 

Algunas precauciones a tener en cuenta

Tal fue el entusiasmo que este tipo de técnicas ha despertado en Silicon Valley, que algunos críticos han advertido que reemplazar a las posiciones de marketing tradicionales por este tipo de puestos implica algunos riesgos que es importante tratar de evitar.

Por un lado, una de las mayores amenazas radica en la impaciencia que no ver un resultado casi inmediato puede provocar. El marketing tradicional —y también el no tradicional— toma tiempo. Y muchas veces las métricas no reflejan de manera inmediata los resultados que una estrategia está teniendo en la mente del consumidor. Es por eso que —aunque iterar rápido a veces puede ser recomendable— antes de dar por descartada una determinada acción es conveniente ejercitar la paciencia y darle el tiempo suficiente para actuar.

Al mismo tiempo, estar probando nuevas ideas de manera permanente no solo resulta agotador, sino que puede ser costoso en términos de tiempo y dinero.

En cuanto al producto, hay que ejercitar la precaución y, antes de convertirlo en una máquina viral, verificar que no se estén afectando la usabilidad o su capacidad de resolver un problema en pos de ganar nuevos usuarios.

Es por todo esto que, aunque innovar en la búsqueda del crecimiento es recomendable, hay que hacerlo con mesura e inteligencia, de forma tal de no dejar pasar oportunidades, y que no salga el tiro por la culata.

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¿CÓMO CALCULAR LA VALUACIÓN DE TU STARTUP?

Una de las grandes preguntas que se hace todo emprendedor antes de salir a buscar una inversión es “¿cúal es el valor de su startup?”. Si bien en empresas que ya llevan años en el mercado y son rentables esto es fácil de averiguar, cuando se trata de un nuevo proyecto donde los datos escasean, el proceso puede ser un poco más complejo. A continuación veremos por qué es importante y cómo se calcula la valuación de un startup.

 

¿Por qué es importante calcular la valuación de un startup?

Existen distintos motivos para calcular la valuación de un startup. El más frecuente tiene que ver con que ésta determinará qué porcentaje de acciones el equipo fundador deberá entregarle a un inversor o a un fondo, a cambio de una determinada suma de dinero. De esta forma, por ejemplo, una compañía valuada en $1 Millón de dólares, entregará el 10% de sus acciones a cambio de $100 mil dólares de inversión. Si la valuación fuera de $2 Millones, recibir la misma suma le costaría apenas el 5%.

Es por esto que la valuación es un dato importante que tiene un gran impacto en las posibilidades de un startup de recibir una inversión y, sobre todo, en su capacidad de obtenerla en términos que le resulten favorables.

 

¿Cómo se calcula la valuación?

Calcular la valuación de una compañía es un trabajo complejo y, si bien existen distintos métodos, generalmente se tomarán en cuenta variables como su crecimiento durante los últimos años, el flujo de caja, el valor de sus activos (incluyendo, a veces, activos intangibles como el valor de sus marcas), o la valuación de empresas similares. ¿Pero qué sucede con una compañía que recién arranca, que todavía no facturó ni un centavo, y que apenas pudo demostrar una cierta tracción? En ese caso, si bien la valuación sigue siendo un dato importante, la técnica cambiará ligeramente.

Tanto académicos como inversores y emprendedores coinciden en que valuar un startup en sus primeras etapas es más un arte que una ciencia. Y es que, sin ninguna métrica que permita validar las proyecciones futuras (que, como todos sabemos, suelen tener más de pensamiento mágico que de realidad), es necesario basarse en otras variables que permitan llegar a un número que funcione tanto para los fundadores como para sus primeros inversores.

En regla general —si bien se puede tener una idea de cuál es la valuación antes de llegar a un arreglo— la cifra final se terminará arreglando como parte de la negociación, y partirá de un compromiso que funcione para ambas partes.

Para llegar a este número, primero que nada es importante considerar cuál es el monto que los emprendedores necesitan para alcanzar un crecimiento significativo que permita levantar otra ronda mayor en alrededor de 18 meses. Esta cifra, que suele oscilar entre los $50 mil y los $150 mil dólares (aunque puede ser más, o menos, dependiendo de la ubicación geográfica, el mercado a atacar, y las características del producto), generalmente será aceptada por el inversor, ya que no tiene sentido invertir menos de lo necesario para alcanzar los objetivos mínimos. Porque si estos no se alcanzan, la inversión no habrá servido de nada, por lo cual sería lo mismo que tirar el dinero a la basura.

El siguiente punto a considerar es el porcentaje que los fundadores del startup le entregarán al inversor. Esta cifra, salvo que se trate de un inversor excepcional que aporte mucho más que capital a la ecuación, nunca debería superar el 50%, ya que de otra manera los emprendedores perderían el control de la compañía y, con él, cualquier incentivo para llevarla adelante. Si bien un 49% puede ser aceptable, una cifra menor es, en realidad, mucho mejor porque ofrece flexibilidad para entregar equity en futuras rondas de inversión. Es por eso que por inversiones relativamente bajas, como las que veíamos anteriormente, ya sea que partan de una incubadora, una aceleradora, o un inversor ángel, se suele entregar entre el 5 y el 20% de la compañía, en un escenario normal. Dependiendo de la cantidad de dinero obtenido, eso da una valuación de la compañía. Esto no significa, sin embargo, que ese sea su valor real, pues difícilmente sea posible venderla por ese número en esta etapa.

 

Variables que inciden en la valuación

La cuestión fundamental en este punto, en el que se negocia la valuación con los primeros inversores, pasa por qué porcentaje —dentro de lo esperable— pedirán éstos a cambio del dinero que el startup necesita.

En algunos casos, como cuando el capital inicial proviene de una aceleradora que cuenta con un programa cerrado, este porcentaje será inamovible y nada podrá alterarlo. Pero este no es el caso la mayoría de las veces. En general, la valuación se puede calcular a partir de una serie de variables que incidirán en cuán caro —en términos de capital accionario— resultará para el startup conseguir el dinero que necesita:

Tracción: Demostrar una gran capacidad para atraer nuevos usuarios en el menor período de tiempo posible, y altas tasas de adopción, permite incrementar la valuación. Esto se debe a que un producto más popular tiene mayores posibilidades de éxito y, por ende, representa una inversión más segura, de la que será más caro para el inversor participar.

Facturación: Un startup que ya está facturando puede demostrar que ya ha logrado desarrollar un modelo de negocios sólido y probado —que con una inyección de capital puede ser escalado—, lo cual aumenta la valuación. Sin embargo, si bien facturar resulta muy positivo en términos de incrementar la valuación para compañías que desarrollan productos B2B (es decir, donde el cliente son otras empresas), ello encierra una trampa para productos orientados al consumidor. Y es que cuando un producto —como una aplicación móvil— factura, esto implica en la mayoría de los casos que se les está cobrando de alguna manera a los usuarios, lo cual en general lleva a obtener menores tasas de crecimiento y, por ende, una menor valuación.

Reputación de los emprendedores: Un emprendedor con un track record positivo, es decir, que ya ha fundado otras compañías exitosas en el pasado, puede apelar a su experiencia, contactos, y conocimientos del mercado para maximizar las posibilidades de éxito de su nueva compañía. Es por eso que un emprendedor como Marcos Galperin, fundador de MercadoLibre, podrá obtener dinero a valuaciones muy altas para una nueva compañía simplemente por ser quien es, mientras que un emprendedor que está dando sus primeros pasos todavía no puede ofrecer tantas garantías.

Temperatura del mercado/competencia por invertir: Participar de un hot market en general suele ofrecer ventajas. Esto tiene que ver con que existen una gran cantidad de inversores compitiendo por colocar dinero en startups de ese rubro, y eso automáticamente aumenta la valuación.

Otras variables como las características del mercado geográfico donde se lanzará el producto, la competencia, la plataforma, y el equipo, incidirán también en la determinación de la valuación.

 

¿Es necesario comenzar con una valuación elevada?

Si bien comenzar con una valuación elevada permite obtener capital a un menor costo, esto también presenta algunas desventajas. La principal radica en que, a la hora de obtener una inversión futura, será necesario demostrar que la primera inversión ayudó a la compañía a expandirse de manera exponencial. En promedio se espera un crecimiento de alrededor de diez veces, en un período de 18 meses. Comenzar con una valuación alta eleva el piso de crecimiento a alcanzar antes de la próxima ronda, y posiblemente también la presión de los inversores mientras se desarrolla este proceso.

Como hemos visto, no existe una fórmula matemática para valuar un startup, y tanto las variables como los resultados son relativos, y dependen en gran medida de factores que no tienen que ver con el producto, la compañía, o las posibilidades reales de éxito que tiene a futuro.

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¿POR QUÉ ES RECOMENDABLE TENER UN (BUEN) MENTOR?

No fue por casualidad que Daniel-san lograra vencer a los Cobra Kai tanto en la calle como en el ring; que Donatello, Rafael, Miguel Ángel y Leonardo terminaran con la amenaza de Destructor y liberaran a Nueva York de una ola de delincuencia; o que Anakin Skywalker pudiera acabar con toda la Orden Jedi y  convertir a la República en un malvado imperio en un solo movimiento. Aunque todos estos personajes tenían un gran potencial y la fuerza interior para desarrollarlo, no fue sino gracias al Señor Miyagi, al Maestro Splinter y al Emperador —es decir, a sus sabios y experimentados mentores— que lograron convertirse en los héroes que todos admiramos o en los villanos a los que tanto tememos. De la misma forma, en el mundo de los negocios, contar con un mentor puede convertir a un startup con un gran potencial en un verdadero éxito, ayudándolo a tomar el camino correcto, conectándolo con las personas indicadas, y evitándole caer en errores fatales.

Es por este motivo que encontrar a un buen mentor y tentarlo para que se sume al proyecto, para que pueda compartir su experiencia y su guía, puede ser una de las mejores inversiones que cualquier emprendedor puede hacer. Y si bien no siempre es fácil dar con la persona justa, vale la pena dedicarle tiempo a buscarla y, una vez identificada, a interesarla en la compañía.

Puede parecer poco importante, pero la realidad es que contar con un emprendedor experimentado, o con un alto ejecutivo del sector en el que se desarrolla un startup, ofreciéndonos su consejo y su visión sobre nuestro proyecto puede traer todo tipo de beneficios. A continuación veremos algunos:

 

Es la mejor forma de no caer en errores comunes

Incluso cuando no tenga experiencia estrictamente en el mismo campo en el que intentamos construir una compañía, un buen mentor ya habrá atravesado el proceso de comenzar desde cero una o varias veces. Esto significa que nos puede guiar a través de cada etapa, y aconsejarnos acerca de cuestiones fundamentales donde es fácil cometer errores. Un buen mentor nos puede ayudar a ver que no es momento de contratar más empleados, o que necesitamos un equipo más grande si queremos crecer; nos podrá ayudar a darnos cuenta si tal o cual estructura societaria nos resultará útil o no; si vale o no la pena salir a buscar una inversión o si no es necesario. Cuando se trate de un problema cuya solución no conoce, nos ayudará a pensar y a descubrir por nosotros mismos cuál es la respuesta correcta.

 

Nos ofrece una mirada honesta y brutal sobre el negocio

Un problema frecuente para muchos emprendedores, sobre todo cuando el negocio empieza a ir bien, es que pocas personas se permiten ser honestas con ellos. Sus empleados muchas veces compartirán su optimismo, sus inversores exigirán resultados —pero si las cosas funcionan dejarán pasar algunas señales de alerta— y la prensa, si es que se dedica a cubrir ese proyecto, ofrecerá datos que resulten interesantes y atractivos, pero no necesariamente útiles para entender la situación de la compañía. Un buen mentor debe ser brutal, y ayudarnos a abrir los ojos cuando nos estamos engañando a nosotros mismos. ¿Estamos concentrándonos en la métrica incorrecta? ¿Estamos creyéndonos nuestro propio relato, y prefiriendo no ver una situación preocupante o un problema estructural? ¿Nuestro crecimiento no es sustentable? Un mentor está ahí para abrirnos los ojos, y ayudarnos a ajustar el rumbo cuando lo estamos perdiendo. Pero está, sobre todo, para salvarnos de nosotros mismos y evitar que creamos que encontramos la fórmula del éxito, o que llegamos a un punto en el que estamos exentos de desafíos.

 

Es una gran ayuda a la hora de ampliar nuestra red de contactos

Un mentor que pasó décadas trabajando en una determinada industria, o comenzando y ayudando a distintos proyectos a crecer y desarrollarse, sin lugar a dudas cuenta con una enorme red de contactos. Contactos que nos pueden servir tanto para ampliar los conocimientos que obtenemos de su parte, como para generar todo tipo de oportunidades de negocio. Un mentor —además de ayudarnos a en el proceso de pensar nuevas ideas— podrá ayudarnos a llevarlas adelante presentándonos a potenciales clientes, socios, inversores, a periodistas especializados, e incluso a compradores, llegado el momento justo. O por lo menos a valerse de su prestigio para generar nuevos vínculos cuando los necesitemos.

 

Es alguien a quien recurrir

Estar empleado en una empresa ya constituida tiene muchas ventajas. La más evidente es, sin lugar a dudas, la de contar con estabilidad financiera. Sin embargo, existen otras, entre las que se destaca la posibilidad de recurrir a un superior, ya sea que se trate de un gerente, un director, el mismísimo CEO, o alguien más, para aprender sobre distintos temas, para pedirle que tome una decisión, o para que nos brinde apoyo a la hora de decidir algo por nosotros mismos. A la hora de emprender, esto no siempre existe, y ya sea que uno forme parte de un startup unipersonal, o esté a la cabeza de un equipo, el proceso puede ser algo solitario. Es por eso que tener a quien recurrir ante una decisión difícil, o que no queremos tomar, puede resultar muy ventajoso. No solamente para ayudarnos a encontrar el camino correcto, sino porque con apoyo moral y confianza, llevar adelante cualquier decisión resulta más fácil.

Como hemos visto, existen muchas razones por las cuáles es conveniente encontrar un mentor y recurrir a él o ella cuando lo necesitemos. ¿Pero por qué una persona mucho más experimentada, y en general ya exitosa, querrá asociarse con nosotros?

Existen varias razones. Por un lado, un emprendedor exitoso sabe que para llegar adonde está tuvo que recorrer un camino en el que muchas personas lo ayudaron. Y convertirse en el mentor de un nuevo emprendedor es una forma de devolverle a la comunidad lo que ésta hizo por él. Por otro lado, conectarse con emprendedores jóvenes o novatos, es una buena forma de mantenerse al día con las últimas novedades en una industria, y de participar de nuevos proyectos. Al mismo tiempo —y si bien este no es el factor fundamental por el que la mayoría de los mentores elige hacerlo— es frecuente que a cambio de su experiencia se les ofrezca una pequeña participación accionaria de la compañía, que puede oscilar entre el 0,1% y el 1%, dependiendo de cuánto traiga a la mesa, y de la etapa en la que se sume al proyecto.

Pero participar a un mentor no debe ser una decisión fácil ni tomada a la ligera. Es que, así como hay muchos profesionales y emprendedores capaces de ofrecer una visión acertada y útil, existen muchos otros buscando oportunidades de sumarse a un proyecto sin tener algo que aportar. Por eso no hay que olvidar que en todos los casos, y no solamente a la hora de elegir un mentor, la decisión final siempre debe quedar en cada uno. Y sin importar quien sea el que nos aconseje, o cual sea su trayectoria, tampoco debemos confiar tan ciegamente, sino escuchar, considerar las opciones, y decidir con independencia. Un buen mentor nos ayudará a llegar siempre a esa conclusión.

ERRORES QUE CONVIENE EVITAR CUANDO SE HACE BOOTSTRAPPING

Es frecuente que hablemos acerca de aceleradoras de negocios, inversores, y formas de conseguir financiamiento para tu startup. Sin embargo, existe una forma de financiar tu proyecto que no tiene nada que ver con levantar capital, participar de programas de incubación o aceleración, con recibir fondos de programas estatales, y ni siquiera con endeudarse con una institución financiera. Se trata del bootstrapping.

 

¿Qué es el bootstrapping?

Esta técnica implica hacer crecer un negocio prácticamente sin aportes de capital externo. Esto, que puede parecer complicado es, en realidad, una de las prácticas más extendidas en el mundo emprendedor. Por lo menos durante las primeras etapas de muchos proyectos.

Si bien está cargado de desafíos, desarrollar un negocio de esta manera supone una serie de ventajas frente a volcarse por buscar capital externo. Por un lado, no tener inversores permite a los fundadores (o socios) retener el 100% del capital accionario de la compañía. Eso significa total independencia a la hora de tomar decisiones, menos presión para alcanzar ciertas métricas y mostrar resultados, y una gran ventaja si, a futuro, se decide buscar una inversión. Esto se debe a que no habrá otros inversores previos a los que habrá que pagarles su exit, o con los que habrá que negociar la dilución accionaria. Por otra parte, haber alcanzado una etapa de crecimiento y rentabilidad sin una inyección de dinero externa resulta un gran validador a los ojos de muchos VCs, quienes de esta forma suelen observar mayor potencial en la compañía.

Pero no todo es color de rosa. Esta práctica también conlleva una serie de desafíos. Por un lado, durante las primeras etapas del proyecto, diluye el foco del equipo el cual, a no ser que tenga ahorros que pueda destinar a vivir sin tener que trabajar o conseguir dinero de otra fuente, estará concentrado también en obtener otro ingreso mientras atraviesa la crucial etapa de definir y testear el producto y el concepto. Y esto puede ser muy distractivo. Por otro lado, una vez superada esta etapa, no contar con capital externo disminuye notablemente el ritmo de crecimiento, ya que la compañía solamente podrá reinvertir aquello que produzca. Por último, esto priva al equipo de obtener la mentoría, experiencia, y la red de contactos que tanto las incubadoras y las aceleradoras, así como los inversores ángel, suelen brindar en las primeras etapas, y que pueden resultar cruciales para evitar errores y para alcanzar un crecimiento sostenido.

 

Los errores más frecuentes

Está en cada emprendedor pone en la balanza estos y otros factores para definir el modelo que mejor le resulte para llevar adelante su proyecto. Sin embargo, aquellos que opten por bootstrappear sus proyectos, deberán tener cuidado de no caer en cuatro errores comunes que muchos de los que eligen este camino terminan cometiendo:

 

  1. No tener suficiente dinero para sobrevivir

Este es un error fundamental, y muy fácil de cometer. Si un emprendedor o un equipo planean comenzar a trabajar en un proyecto sin buscar financiamiento, es fundamental que cuenten con algunos recursos para poder pagar las cuentas, comer, y sobrevivir. Es por eso que, antes de lanzarse a la aventura, es conveniente ahorrar, o asegurarnos de que nos podremos mantener. De otra forma, la aventura durará muy poco y nos terminará agotando antes de poder obtener un resultado.

 

  1. Perder el foco en el negocio principal

Es frecuente entre los startups que eligen este camino a la hora de financiarse, el desarrollar actividades paralelas a las de su negocio principal para poder pagar los gastos y sobrevivir. Un ejemplo extremo es el de los fundadores de AirBnb, quienes se mantuvieron durante los primeros meses vendiendo cajas de cereal. En tecnología, sin embargo, en la mayoría de los casos este negocio paralelo se da en forma de consultoría. Dado que los equipos suelen estar conformados por personas con experiencia y capacidad técnica, no es poco frecuente que éstos se pongan a disposición de otros startups, o incluso de grandes clientes, para desarrollar e implementar otros proyectos y cobrar por eso, utilizando así ese dinero para sobrevivir e invertir en el producto que ellos buscan desarrollar mientras este se vuelve rentable.

Si bien esta es una práctica que puede resultar exitosa, hay que tener cuidado de que el trabajo de consultoría no acapare todo el tiempo disponible. Con clientes demandantes, plazos de entrega que cumplir, y hasta con el proceso de búsqueda de nuevos clientes, es fácil olvidarse por completo del proyecto propio. Al mismo tiempo, si el negocio de consultoría va bien y genera buenos ingresos, es fácil perder el interés en la idea original.

Es importante mantener el foco y no olvidar que el objetivo principal es crear un producto y lanzarlo al mercado, incluso si dedicamos parte del tiempo a otras cosas.

 

  1. Creer que todo se puede hacer sin dinero

Un vicio que resulta fácil desarrollar cuando se trabaja por mucho tiempo haciendo bootstrapping, es el de empezar a pensar que todos los procesos pueden simplificarse, que todo debe hacerse yendo siempre a la opción mínima viable, y que siempre es posible llevar adelante cualquier proceso sin invertir un peso. De esta manera, incluso cuando la compañía empieza a ganar dinero, seguiremos simplificando algunos procesos, utilizando herramientas gratuitas, haciendo todo el trabajo sin delegarlo en nuevos empleados, y hasta no invirtiendo en publicidad o marketing, con lo que podemos terminar atentando contra nuestro propio crecimiento y las posibilidades de éxito de la compañía.

Es importante ser prudentes a la hora de manejar el dinero, pero eso no quiere decir que no debamos utilizarlo cuando es necesario.

 

  1. No pagarse un salario

Finalmente, un error que prácticamente todo bootstrapper comete en algún punto, es olvidar que su tiempo y dedicación tienen un valor. De esa manera, es común observar que los fundadores de muchos startups que optan por esta metodología no tienen en cuenta su propio salario, ni los salarios de sus socios, a la hora de calcular los gastos de sus compañías. Esto, que no parece capaz de mover el amperímetro para una empresa constituida con empleados e ingresos regulares, puede resultar fatal para un proyecto que está dando sus primeros pasos, y en el que cada peso cuenta. Es por eso que es importante apuntar a pagarse un salario, y tener como objetivo que este crezca a medida que crece la empresa. Al menos hasta un punto razonable.

El bootstrapping es una muy buena práctica para crecer y llevar adelante un startup. Sin embargo, hay que evitar cometer errores fundamentales para no limitarnos y destruir nuestras posibilidades de éxito.

 

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¿CUÁNDO INCORPORAR TU STARTUP?

Es frecuente preguntarse cuál es el momento ideal para formalizar un proyecto e incorporarlo como una verdadera compañía. En Argentina existen distintas posibilidades, entre las cuales las más frecuentes son las SRL (sociedades de responsabilidad limitada) y las SA (sociedades anónimas), pero en otros países de la región existen otras figuras como la SPA chilena (sociedad por acciones), las cuales implican un trámite bastante más sencillo. Otra alternativa es crear una LLC u otro tipo de sociedad en los Estados Unidos, un trámite que —gracias a Internet— se ha vuelto sencillo y relativamente barato. Sin embargo, hoy no vamos a discutir qué tipo de sociedad conviene constituir, y en todos los casos es conveniente consultar a un abogado y a un contador antes de dar cualquier paso, ya que hacer mal el proceso, o elegir la figura legal incorrecta puede resultar en grandes dolores de cabeza y en deudas que es preferible no afrontar. En este artículo, lo que vamos a ver es en qué momento resulta conveniente abandonar la informalidad y dar comienzo al trámite —cualquiera éste sea— que convertirá a nuestro startup en una compañía hecha y derecha.

No existe sólo un escenario en el que es conveniente dar el gran paso y constituirse, pero hay una realidad, y es que no es conveniente que este sea el primer paso. Es que, sobre todo en países como el nuestro, el costo y el esfuerzo asociados no solo al trámite de constitución, sino a todo su mantenimiento posterior, son demasiado elevados como para afrontarlos si esto no es estrictamente necesario. Es por eso que es conveniente evitar la constitución de una sociedad hasta que alguna de las siguientes posibilidades se hagan realidad:

 

Estás lanzando un producto al mercado

Uno de los primeros motivos por los que puede ser importante incorporar la compañía tiene que ver con lanzar un primer producto al mercado. Es importante distinguir producto de un sitio web anunciando el producto, de un MVP (la versión mínima viable de un producto) o incluso de una versión beta para ser probada por un grupo selecto de clientes. Mientras que en estos casos no es necesario formalizar el proyecto —porque todos los involucrados entienden que no se trata todavía de la versión final del producto— una vez que se produce el lanzamiento formal es sugerible considerar si no ha llegado el momento de dar el gran paso.

Esto se debe a que, en caso de que algo salga mal y, por alguna razón, un cliente decida demandar a la compañía; o si fuera necesario pagar una compensación por daños de algún tipo, si ésta no se encuentra incorporada, serán los socios quienes deberán hacer frente a estas obligaciones con su propio nombre y capital.

 

Conseguiste uno o más clientes reales

Este es un caso parecido al anterior, y se aplica fundamentalmente a compañías relacionadas con servicios, o proyectos B2B que apuntan a clientes corporativos con grandes contratos. En estos casos es conveniente incorporar la compañía de forma tal de mitigar el riesgo, y evitar ser presas de una demanda legal a título personal si algo saliera mal.

Es importante nuevamente hacer una distinción, y no caer en la trampa de creer que para firmar un simple NDA, es decir un contrato de confidencialidad, es necesario contar con una sociedad. Este tipo de contratos no ameritan el esfuerzo. Pero cuando llega el momento de firmar un contrato que establece obligaciones y el intercambio de dinero, siempre es conveniente hacerlo a partir de una compañía ya conformada.

 

Conseguiste una inversión ángel o entraste en una incubadora o aceleradora de negocios

Conseguir una inversión, o estar cerca de conseguirla, puede ser un buen momento para empezar a pensar en incorporar la compañía. A no ser que se trate de una pequeña inversión del tipo FFF (Friends, Family and Fools), la cual siempre parte de la confianza y de las ganas de apoyar a un proyecto personal, y no del objetivo de obtener un retorno de inversión, un inversor ángel o un VC pedirá que la compañía se encuentre incorporada. De esta manera, el nuevo socio podrá proteger su capital y asegurarse de que podrá obtener los dividendos que correspondan, o el retorno de su inversión en caso de que la compañía consiga otra ronda, se venda, o realice un IPO. En estos casos en general deberá optarse por una Sociedad Anónima, o una C Corporation en el extranjero, ya que estas permiten el fácil intercambio y emisión de acciones.

Algo similar ocurrirá si el startup ingresa en una aceleradora o en una incubadora de negocios. En la mayoría de los casos, esto implica que deberá compartir parte de su equity con esta institución, la cual le dará sus servicios y mentoría a cambio de participación accionaria.

 

El startup está conformado por un equipo de socios

Este es, en realidad, un caso relativo. Incluso cuando los fundadores son dos o más no es necesario incorporar la compañía desde un primer momento, a no ser que no exista un mínimo nivel de confianza entre ellos. De todas formas, apenas empiece a observarse un cierto grado de éxito, es conveniente avanzar con la incorporación de forma tal de establecer reglas claras y una división pactada del capital accionario, con el fin de evitar inconvenientes a futuro.

En muchos casos, este es un buen momento para establecer un acuerdo de vesting, de forma tal de garantizar el compromiso de todos los socios con el desarrollo de la compañía.

 

Estás pensando en darle equity a tus primeros empleados

Ya sea que se trate de un startup fundado por una sola persona o por un equipo, es posible que los fondos no alcancen para pagar salarios de mercado y atraer al mejor talento a la compañía. En esos casos es frecuente que se tiente a los primeros empleados con un salario nominal y la posibilidad de acceder a un porcentaje menor de las acciones de la empresa, o por lo menos una opción de compra a bajo precio.

En estos casos, si bien es posible firmar un acuerdo previo, el contar con una compañía formalizada ayudará a darle seriedad al asunto y hacer más atractivo el trato.

Algo similar ocurrirá cuando se procure tentar a un mentor, a quien se le suele ofrecer entre el 0,3 y el 0,5% de la compañía, a cambio de su consejo y acompañamiento en las primeras etapas de crecimiento.

 

Necesitás contratar nuevos empleados

Si el negocio está creciendo y es necesario contratar a nuevos empleados es posible que sea necesario incorporar la empresa. Si bien es raro llegar a este estadio sin antes haber dado el paso de constituirse formalmente, es posible haber crecido rápidamente a partir de una sociedad de hecho.

En Argentina y otros países con leyes laborales estrictas, siempre es conveniente contratar a partir de una compañía incorporada. Esto tiene que ver con que, de otra manera, ante un problema con un empleado o una demanda laboral, los socios deberán responder con sus propios activos. Y esto puede resultar en una gran pérdida para ellos.

 

Necesitás tomar un crédito o recibir fondos de un programa gubernamental

Otros casos en los que conviene avanzar con la incorporación son aquellos en los que es necesario tomar un préstamo para crecer, o cuando se recibirá ayuda de un fondo gubernamental. En el caso del préstamo, esto tiene que ver, nuevamente, con la reducción del riesgo. En caso de que los planes no funcionen y el proyecto falle, una sociedad responderá con sus propios activos, y no con el de sus socios, por la devolución del dinero. Cuando se trata de préstamos o incentivos gubernamentales sucede algo similar. En la mayoría de estos casos estos programas devolverán dinero gastado, por lo que el riesgo suele ser menor. Pero de todas maneras es mejor estar cubiertos y evitar exponer los activos personales.

 

Estás pensando en comenzar una campaña de crowdfunding

Por último, aunque no parezca riesgoso, iniciar una campaña de crowdfunding es, en realidad, parecido a lidiar con un VC. Y es que, si bien en muchos casos no se estará entregando equity de la compañía, a partir de que alguien entrega su dinero se está estableciendo una relación de vendedor-cliente, con lo que existen riesgos que pueden terminar en que los socios deban responder con su propio capital en caso de que las cosas no salgan como lo planeaban. Nuevamente, para reducir riesgos es conveniente incorporarse y no lamentarlo después.

Incorporarse es un gran paso, y un momento clave en la historia de cualquier startup, es por eso que no conviene acelerarlo, y esperar al momento correcto.

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¿CUÁLES SON LAS DIEZ MEJORES MANERAS DE FINANCIAR UN STARTUP?

Empezar un negocio no es una tarea sencilla y, muchas veces, por más dispuestos que estemos a bajar los costos al mínimo, es necesario contar con financiación. Lógicamente, el destino del capital inicial será distinto de acuerdo con la naturaleza de cada startup, por lo que las necesidades de cada uno dependerán de su situación, y de los objetivos que persiga. De esta forma, muchos emprendedores buscarán capital para financiar el desarrollo inicial de sus productos, mientras que otros lo harán para reclutar talento, y otros más para experimentar con su modelo de negocios hasta encontrar un proceso escalable. De cualquier modo, algo de dinero suele ser necesario. Y así como las razones para obtenerlo varían, también lo hacen las formas de conseguirlo.

Aunque hoy, más que nunca, esté comenzando a florecer un ecosistema inversor en nuestra región, donde el capital de riesgo se está convirtiendo en algo más frecuente, y donde las incubadoras y aceleradoras de negocios se han vuelto más accesibles, es importante tener en cuenta que estas no son las únicas opciones y que no existe una fórmula para empezar un negocio, y mucho menos para el éxito. Es por eso que hoy vamos a repasar diez posibles fuentes de financiamiento para un startup en sus primeras etapas:

 

Obtener un crédito

Esta opción, sin lugar a dudas, no resultará fácil para una compañía recién constituida. Sin embargo, es posible obtener un crédito o un préstamo bancario si uno está dispuesto a ofrecer sus bienes personales como garantía. Si bien en Argentina esta opción no resulta muy factible, en otros países de América Latina es posible y, aunque es arriesgada, resulta un buen medio para conseguir una infusión de dinero de manera rápida y efectiva. Es importante tener en cuenta que el crédito deberá ser devuelto independientemente del éxito del proyecto, por lo que, si las cosas no van como uno lo espera, puede resultar una pesada carga por muchos años.

 

FFF (Friends, Family and Fools)

Esta es la primera fuente de financiamiento a la que suelen recurrir los emprendedores. Se trata de familiares, amigos, y otras personas cercanas con un cierto capital que estén dispuestas a invertir en el proyecto. Si bien tiene el potencial de destruir relaciones personales, es también una forma de demostrar que el proyecto es viable. Conseguir dinero de personas cercanas suele ser un paso necesario para convencer a un inversor ángel o a un VC de que ya se cuenta con un cierto capital, y de que alguien externo al startup cree en el proyecto.

 

Bootstrapping

Esta opción, muy popular entre emprendedores jóvenes y entre aquellos que no tienen grandes responsabilidades financieras, implica solventar los gastos del startup sin buscar financiamiento externo. Ya sea viviendo de ahorros mientras se desarrolla el producto, o realizando trabajos freelance mientras despega el negocio, muchos emprendedores prefieren no involucrar a terceros en sus proyectos. Y esto tiene sentido, después de todo permite enfocarse 100% en el producto y la estrategia de negocios, retener el 100% del equity, y no involucrar a terceros en la compañía. Sin embargo, también implica sacrificios, como no contar con mentores experimentados, y vivir sin cobrar por muchos meses. Algunos startups exitosos que utilizaron esta estrategia fueron GitHub, que creció orgánicamente por 4 años antes de levantar su primera ronda (de $100 millones de dólares) y 37Signals.

 

Crowdfunding

Este modo de financiarse es más frecuente en proyectos que tienen que ver con hardware o con el desarrollo de productos. Consiste en subir el proyecto a un sitio como Kickstarter o Indiegogo (aunque también hay otros), y convencer a una masa de entusiastas y early adopters de colaborar con pequeñas sumas de dinero a cambio de acceso inicial al producto, o algún otro beneficio. Una de las ventajas de este sistema es que no se debe entregar equity de la compañía y que, cuando se obtiene un determinado éxito, éste suele ir acompañado por la viralización y difusión del proyecto, que genera incluso interés de inversores y de nuevos clientes. Oculus es un buen ejemplo de una compañía que se financió y creció a partir de esta técnica, antes de ser adquirida por Facebook por 2 mil millones de dólares.

 

Unirte a una incubadora o aceleradora de negocios

Las incubadoras y aceleradoras de negocios son grandes aliadas a la hora de financiar un proyecto. Además de proveer de instalaciones, recursos, contactos, mentoría y experiencia, en general estas instituciones —asociadas muchas veces a empresas, universidades, o emprendedores exitosos— proveen capital semilla que permite ayudar a desarrollar o acelerar el crecimiento de un startup en sus primeras etapas.

 

Buscar un inversor ángel

Llegar a un inversor ángel no siempre es sencillo, pero existen una gran cantidad de emprendedores exitosos y personas interesadas en apoyar a los nuevos emprendimientos dispuestas a invertir y hasta a ofrecer su experiencia. Una buena forma de llegar a potenciales inversores ángeles es volverse activos en la comunidad emprendedora, ir a reuniones, leer y escribir en blogs, y así comenzar a generar contactos que permitan concretar reuniones y cerrar el trato.

 

Obtener apoyo de un fondo gubernamental

Prácticamente todos los gobiernos, tanto a nivel Nacional como Provincial, cuentan con fondos dedicados a patrocinar a nuevos emprendedores. Después de todo, una compañía que nace hoy, tiene el potencial de generar decenas de miles de empleos en unos pocos años. En Argentina algunos de estos fondos son el Fonsoft y el Fontar, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del Gobierno Nacional; o Buenos Aires Emprende, del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A nivel regional CORFO, del Gobierno de Chile, es una de las instituciones de este tipo más abiertas y dinámicas. En todos los casos, sin embargo, hay que tener en cuenta que el dinero que estos fondos otorgan cubrirá solamente una proporción de los costos, y que su entrega estará sometida a la aprobación de las cuentas y los gastos del startup por parte de un auditor, por lo que se requiere de un trabajo burocrático y de mucha claridad en las cuentas.

 

Conseguir un cliente o partner estratégico

Esta es una buena alternativa cuando se trabaja con proyectos B2B, o con productos físicos de consumo masivo. Consiste en encontrar a un cliente o un partner que esté dispuesto a pagar por adelantado por el producto, permitiendo que se utilice ese dinero para el desarrollo o la puesta en marcha del proceso de fabricación del mismo. Si bien no requiere de entregar equity o involucrar a un tercero en el proyecto, este tipo de financiación supone atenerse a fechas límite exigentes, y a lidiar con clientes demandantes.

 

Bartering

El Bartering, o trueque, es una buena técnica para acceder a determinados servicios y facilidades, tales como instalaciones, equipamiento, o consultoría, sin tener que poner el dinero de un alquiler o el pago de honorarios. Como su nombre lo indica, consiste en intercambiar el talento o servicios que los miembros del equipo del startup pueden ofrecer, por otros beneficios. Por ejemplo, un grupo de emprendedores puede dedicar algunas horas de su tiempo para desarrollar un nuevo sitio web para una compañía, a cambio de que ésta le preste espacio de oficina.

 

Buscar un VC

Finalmente, si bien es poco habitual para un startup que está dando sus primeros pasos, siempre es posible recurrir a un fondo de inversión. Sin embargo, antes de perder tiempo recorriendo este camino, es importante recordar que estos fondos solamente invertirán si ven un alto potencial de crecimiento en el proyecto, y si este demuestra haber alcanzado ciertas métricas que hayan permitido desarrollar un modelo sostenible, por lo que no es recomendable acercarse con una compañía en pañales que no tenga una mínima definición de sus procesos y objetivos.

Hay que tener en cuenta que, si bien estas son algunas de las opciones más populares a la hora de financiar un startup, éstas no son mutuamente excluyentes, y pueden combinarse a lo largo del ciclo de vida de una compañía. Al mismo tiempo, siempre se podrá poner la propia creatividad al servicio de buscar nuevos modos de generar dinero que ayuden a la empresa a crecer. Después de todo, si el equipo de AirBnb comenzó vendiendo cajas de cereal con leyendas políticas, todo es válido a la hora de financiarse para dar los primeros pasos.

¿POR QUÉ POSICIONARTE COMO EMPRENDEDOR, Y NO SÓLO A TU STARTUP?

Es imprescindible para todo emprendedor dedicar una parte sustancial de su tiempo trabajando en la difusión de su startup. Sin embargo, para realmente triunfar en este mundo y convertirse en un verdadero referente capaz de atraer talento, buenos mentores, e inversores que lo ayuden en sus proyectos, hacer una marca de uno mismo resulta imprescindible.

Es frecuente escuchar hablar de emprendedores exitosos. Personas como Tim Ferris, DHH o Andy Freire —en el plano local— son muy reconocidos en la comunidad, y esto no es casualidad. ¿Por qué estos personajes son tan populares? Si bien todos construyeron compañías exitosas, se volvieron mucho más reconocidos que otros que tuvieron logros similares, y se consolidaron como referentes en el mundo emprendedor.  Esto no es coincidencia, y tiene que ver con que todos trabajaron para convertir sus nombres en marcas y para posicionarse dentro de la comunidad.

Si bien puede parecer un trabajo arduo —y lo es—, todos podemos lograrlo. A continuación tenemos algunos consejos para ayudarte a convertirte en una celebridad en el mundo de los negocios.

 

Empezar un blog personal

Una buena forma de empezar a construirte como marca es comenzar a escribir un blog. Si bien es útil publicar en el blog de tu compañía, en este caso lo ideal sería crear un blog personal, en el que escribas de manera regular acerca de un determinado tema. Pueden ser temas relacionados con el mundo emprendedor y experiencias haciendo crecer tu startup, pero también pueden ser temas más puntuales, como marketing, programación, o diseño, dependiendo de cuál sea tu campo de conocimiento.

Un buen consejo a la hora de comenzar el blog es alojarlo en un dominio que contenga tu nombre (juanperez.com, por ejemplo). De esta forma, todos estos contenidos se verán asociados a tu nombre, y serán lo primero que muestre Google, junto con tus perfiles sociales, cuando alguien realice una búsqueda. De esta forma, cuando un inversor o un periodista te investigue, lo primero con lo que se topará es con tus propios contenidos, y no con alguna referencia en una página web oscura, o una información que escape a tu control.

Estos contenidos, por otro lado, te permitirán posicionarte como un experto en esa materia, y mostrar autoridad. No es necesario ser un gran escritor para tener un blog. Después de todo, una pluma elegante rara vez puede compensar la carencia de contenido. Lo mejor es enfocarse en crear artículos que resulten de ayuda para otros, y que contengan información que resulte atractiva y atrapante. El estilo se aprende con el tiempo.

Es recomendable combinar tu blog con perfiles en distintas redes sociales, donde opines fundamentalmente sobre tu expertise, y hacerlo siempre desde una perspectiva seria y con autoridad.

 

Publicar contenidos en otros blogs

Aprender a escribir y bloggear es muy importante. Y un buen consejo para convertirse en una marca, es hacerlo en sitios ajenos al propio. Esto no resulta sencillo, sobre todo al principio, pero con un poco de voluntad se puede conseguir. Una buena forma de lograr que publiquen un artículo en un blog o medio de comunicación importante, es contactarse con los periodistas y bloggers y ofrecer información, o incluso una nota, acerca de un determinado tema que les pueda resultar de interés. De más está decir que lo ideal no es hablar de uno mismo ni de sus proyectos, sino enfocarse en temas más amplios como el mercado, o tu área de expertise.

 

En todos los casos es importante contar con una referencia o una firma que permita que el público te empiece a conocer. Si el contenido publicado es bueno, no va a pasar mucho tiempo hasta que alguien te contacte para decírtelo, para que crezca tu base de seguidores en Twitter y Facebook, para que te inviten a escribir en otros blogs, o para que algún periodista te contacte para pedirte un comentario. Esto último es de gran ayuda, porque la prensa suele generar un efecto bola de nieve que lleva a tener más prensa aún y, si uno hace un buen trabajo, a volverse una microcelebridad en un determinado campo.

 

Participar en charlas y congresos

Pocas cosas dan tanta autoridad y prestigio como ser orador en un evento. Aunque no sepamos de quién se trata, es frecuente asumir que, si una persona está dando una charla o llevando adelante un workshop en un congreso o conferencia, esa persona sin lugar a dudas tiene algo interesante para decir. Siendo sinceros, ese no siempre es el caso. ¿Pero qué hace que una persona sea elegida para hablar cuando, seguramente, hay otras veinte mejor preparadas para hacerlo?  En general eso tiene que ver con que los oradores hicieron un mejor trabajo posicionándose como autoridades en su materia.

Laura Roeder, una experta en social media, y oradora en decenas de congresos sobre marketing digital, explica en su blog que para conseguir su primera charla tocó puertas en varios eventos hasta que, en uno, le dieron la oportunidad de hablar. Solo este hecho facilitó notablemente su tarea en el siguiente congreso donde, al ver que ya había sido convocada como oradora en un evento similar, la dejaron participar. A la quinta vez, ya eran los organizadores los que se contactaban con ella.

Estos eventos no solo ayudan para hacerte conocido entre tus pares; también son una gran oportunidad de instalar tu nombre —y un link a tu blog— en los sitios web de los congresos, en las redes sociales, y en notas periodísticas que hacen una cobertura de los mismos.

 

Convertirte en una buena fuente

Antes mencionábamos el enorme valor que tiene la prensa para dar prestigio a una persona. Es por eso que es importante convertirse en una fuente para los periodistas que cubren temas relacionados con tu campo de experiencia. Para eso lo ideal es comenzar a entablar una relación con ellos, ya sea invitándolos a eventos cuando vas a dar una charla, o simplemente escribiéndoles para felicitarlos por alguna nota, y para enviarles información extra acerca de aquello que hablaron. Si logras entablar una buena relación, es muy probable que la próxima vez que necesiten un comentario te llamen antes que a nadie, porque saben que les vas a responder, y a darles buena información.

 

Escribir un Ebook

Si la prensa, un blog propio, y convertirte en orador en distintos eventos son formas de ganar prestigio, existe otra que ayuda a elevar una marca personal aún más alto: escribir un libro. Ser un autor publicado (incluso si se trata de un libro autopublicado en la tienda Kindle de Amazon), es un logro que no muchas personas pueden ostentar. Es por eso que, una vez que hayas ganado experiencia con tu blog y que conozcas tu tema en profundidad, no es una mala idea comenzar a trabajar en tu propio libro.

Es importante que lo que publiques —ya sea que se trate de una compilación de tus mejores artículos, o material original referido a aquello que mejor manejes— tenga una determinada calidad. Si lo logras, no solamente habrás ganado prestigio, sino que serás capaz de sumar adeptos y fans a tu trabajo, que te ayudarán a difundirlo más fácilmente y lo comentarán con todo tipo de personas.

 

¡Networking, networking, networking!

Puede sonar a algo que diría Steve Ballmer, pero es real. Un último punto a tener en cuenta es el networking. Ser introvertido rara vez da buenos resultados, por lo que es importante aprovechar la presencia en cada evento o meetup del que participes, y tus canales en redes sociales, para entablar conversaciones con todo tipo de personas. Desde inversores y otros emprendedores, hasta autores, periodistas, blogueros, y expertos en tu materia, de forma tal de hacerte conocido entre ellos, y volverte parte de esa comunidad.

Convertirse en una marca no es fácil y demanda tiempo y esfuerzo. Pero una vez que lo logras, las barreras para llegar a las personas indicadas —ya sea para ayudar a tu Startup a crecer, para darle difusión, para generar todo tipo de nuevas oportunidades, conseguir nuevos socios, o incluso para conseguir un empleo en caso de que ésta falle— serán mucho más bajas, por lo que es un trabajo que vale la pena hacer.

¿CUÁLES SON DIFERENCIAS ENTRE UNA INCUBADORA Y UNA ACELERADORA DE NEGOCIOS? - vrainz

¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS ENTRE UNA INCUBADORA Y UNA ACELERADORA DE NEGOCIOS?

Durante los últimos cinco años, el ecosistema emprendedor latinoamericano creció notablemente. Ciudades como Buenos Aires, Medellín, Santiago de Chile y Río de Janeiro, se convirtieron en polos de innovación, especialmente en el campo de la tecnología, donde cada vez más profesionales comenzaron a animarse a dejar la seguridad de sus trabajos para apostar a construir una compañía propia, y a crecer a grandes escalas. Esto llevó, por primera vez, a la formalización de un sistema de financiamiento e inversión similar al que existe en comunidades más tradicionales de innovación como Silicon Valley, Londres, o Nueva York, y que términos como VC, Inversor Ángel, IPO, incubadora, y aceleradora de negocios se volvieran más frecuentes, y parte del léxico diario de miles de personas. Sin embargo, especialmente éstos últimos dos, generan confusión y no son bien empleados por muchos incluso dentro de este mundo donde con frecuencia se los utiliza de manera intercambiable, cayendo en un error.

Es por esa razón que nos propusimos explorar las similitudes y diferencias entre las incubadoras y las aceleradoras de negocios, y de aclarar cuáles son las características de cada uno de estos modelos.

 

Dos modelos similares

Parte de la confusión y del uso habitual de los términos como sinónimos, surge de que ambos modelos tienen mucho en común. Tanto las incubadoras como las aceleradoras tienen como fin último el de ayudar a las startups a despegar, y a desarrollar su potencial de crecimiento. Para esto, ofrecen herramientas como mentoría, capital, y a veces hasta espacio de oficina, a cambio de un porcentaje de equity. Sin embargo, ambos procesos ocurren en distintas etapas del ciclo de vida de la compañía, y es ahí donde yace la principal diferencia.

 

Incubadoras de negocios

Las incubadoras de negocios se enfocan en compañías que acaban de nacer, o que ni siquiera son, todavía, una realidad. Se trata de proyectos e ideas con alto potencial, que no tienen desarrollada una estructura, que muchas veces ni siquiera cuentan con un equipo, que no poseen cuestiones básicas como una estructura societaria, y que en muchos casos ni siquiera tienen pensado —y mucho menos definido— un plan de negocios.

Las incubadoras ayudan a los emprendedores que encaran esos proyectos a darle forma a sus ideas, a investigar el mercado, y hasta a entender quiénes son los potenciales clientes para cada producto. Para eso brindan herramientas como mentoría en áreas como emprendedurismo, finanzas, contabilidad, y en cuestiones legales, y ayudan al equipo a conectarse con otros emprendedores más experimentados, o que se encuentran en la misma fase, para ayudarlos a adquirir experiencia y conocimientos, y a definir cuestiones clave como su modelo de negocio, su estrategia de producto, y un roadmap para sus primeras etapas de vida.

Al mismo tiempo, las incubadoras ofrecen distintas herramientas que ayudan a contener al proyecto y hacerlo viable durante sus primeras etapas. Se trata de beneficios como capital inicial, cuyo monto y disponibilidad variará según el programa, espacio de oficina, e incluso herramientas básicas para el desarrollo del proyecto.

En muchos casos, las incubadoras de negocios financian los proyectos a los que apoyan a través de fondos creados por el Estado y a través de instituciones tales como universidades, donde se busca incentivar tanto a alumnos como a investigadores a convertir sus proyectos de investigación en verdaderas compañías.

Posiblemente la mejor incubadora a destacar sea Seedcamp, en Londres, la cual lleva tiempo tomando proyectos en etapa pre-seed —es decir, que no recibieron ningún tipo de capital— y las ayuda a desarrollar su negocio desde cero.

 

Aceleradoras de negocios

Las aceleradoras de negocios son un fenómeno bastante más reciente que el de las incubadoras y, de la misma forma, comparten el objetivo de ayudar a startups que transitan sus primeras etapas, a desarrollar su potencial y a acelerar su crecimiento. A diferencia de las incubadoras, sin embargo, las aceleradoras se enfocan en emprendimientos que se encuentran en una etapa más avanzada. Es decir, que ya cuentan con un modelo y un plan de negocios un poco más sólido, un producto ya definido y desarrollado, o en vías de desarrollo, y que tienen a sus equipos más establecidos. Eso no quiere decir, sin embargo, que todo eso no vaya a ponerse en duda y a cambiar durante el proceso de aceleración.

En algunas de las aceleradoras más conocidas, como la mítica Y Combinator de Silicon Valley —de la que salieron startups como Dropbox, Airbnb, Reddit, Stripe, y Disqus, entre otras— es frecuente que los mentores recomienden cambios radicales en todos los aspectos de la compañía, o incluso un pivot.

Más allá del capital extra, el espacio de co-working, y los workshops y la capacitación que suelen ser parte de la experiencia en una aceleradora, uno de los principales aportes que éstas hacen tiene que ver con las posibilidades de networking, y con la llegada a los inversores adecuados y a socios estratégicos que permitirán desarrollar el negocio y comenzar a escalarlo.

Este crecimiento repentino suele ser fuente de conflictos y de desafíos muy distintos a los que un startup se enfrenta durante sus primeras etapas, por lo que incluso cuando se tiene un producto sólido que resuelve bien el problema de un segmento de consumidores, una estrategia de marketing adecuada, y un modelo de negocios que funciona, la mentoría y la experiencia que aporta una aceleradora ayuda a hacer frente a la tensión del crecimiento, y a transitar los cambios de manera ordenada.

La mayoría de las “incubadoras” más conocidas son, en realidad, aceleradoras. Algunas que podemos mencionar son Techstars, Launchpad LA, y Angelpad, entre otras.  En América Latina se destacan 500 Startups México en México, 21212 en Brasil, Nextp Labs en Argentina,  Wayra a nivel regional, y por supuesto Vrainz.

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