LOS SMARTPHONES ESTÁN CAMBIANDO NUESTROS HÁBITOS A LA HORA DE VER TV

Es innegable que la televisión se encuentra en medio de una transformación. De ser el medio por excelencia, liderando nuestro consumo de contenidos, y hasta marcando el ritmo de nuestras vidas, este medio se ha convertido en un protagonista menos relevante, y le ha tenido que dejar  lugar a otras pantallas. En especial a la del Smartphone.

De acuerdo con un estudio realizado por ComScore e IMS en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, los hábitos de los latinoamericanos están cambiando, y el tiempo dedicado a mirar TV ha disminuido notoriamente. Al mismo tiempo, los contenidos digitales han ganado protagonismo. A partir de este fenómeno, también han cambiado las plataformas con las que los usuarios consumen estos contenidos, así como los lugares, momentos y formas en las que lo hacen.

A continuación exploraremos algunas tendencias en consumo de contenidos en la región que permiten observar que nuestra forma de ver TV ha cambiado, y probablemente lo seguirá haciendo durante los próximos años.

 

La TV tradicional está perdiendo su liderazgo

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Los sistemas de Video On Demand, tales como Netflix, Qubit, e incluso YouTube ya se han convertido en los principales canales de visualización de contenido audiovisual. Esto puede determinarse a partir de que el 81% de los latinoamericanos utiliza uno de estos servicios. En cambio, sólo el 70% consume televisión abierta, y un 78% televisión por cable.

Es destacable que entre los servicios de video online, el principal en la región siga siendo el uso de torrents y otros canales de descarga ilegales, los cuales son utilizados por el 46% de los usuarios. En cambio, los servicios de streaming pagos son elegidos por el 19% de las personas.

Al mismo tiempo, la cantidad de horas que los usuarios dedican a cada medio también ha variado. Mientras que la televisión se mantiene encendida un promedio de 5,4 horas por día, el uso diario de Internet del latinoamericano promedio se eleva a 10,2 horas. Esto, sin embargo, no implica que el uso que se le da a la red en esas horas sea el de la visualización de video, o que el uso de ambos medios resulte exclusivo. Después de todo, es frecuente que los usuarios consuman contenidos en dos o más pantallas de manera simultánea.

 

El Smartphone es el dispositivo preferido para ver video

El 80% de los consumidores en la región acceden al menos a parte del contenido on demand través de sus smartphones. Esto coloca a estos dispositivos en la cima de las pantallas elegidas para consumir cualquier tipo de video digital. En segundo lugar se ubican las laptops, las cuales son utilizadas para este fin por el 75% de los usuarios, y las computadoras de escritorio, por el 65%. Los televisores, utilizados solamente por el 57% de los usuarios para ver videos digitales, se ubican en cuarto lugar solo delante de las tablets, las cuales sólo son elegidas por el 49% de los latinoamericanos.

Además de ser los más elegidos, los smartphones son también utilizados por más tiempo promedio. Y es que el consumo de video en estos dispositivos promedia las 5,2 horas semanales, contra 4,9 en computadoras de escritorio, laptops, y TVs conectadas a Internet. Sin embargo, los hábitos de consumo varían según el dispositivo, y los teléfonos sólo son elegidos para ver videos cortos como clips musicales, y contenido generado por otros usuarios. Cuando se trata de ver series y películas, los latinoamericanos eligen sus computadoras y laptops.


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El contenido Premium es el más elegido

A pesar de que el contenido generado por usuarios ha despegado en popularidad, las series y películas originales, creadas por estudios y productoras, siguen siendo el contenido digital favorito de los latinoamericanos. Y es que, mientras que para el 33% las películas son sus contenidos favoritos, el 22% opta por las series, el 16% por los videos musicales, el 8% por los tutoriales, el 5% por los eventos deportivos, y el 5% por los videos de Youtubers y otros usuarios. Lógicamente, las personas no solamente consumen sus contenidos favoritos, sino que también dedican tiempo a disfrutar de otras categorías, pero esto permite observar que las preferencias por el contenido profesional no se han alterado, a pesar del cambio de hábitos y plataforma.

 

Los Smart Tvs han comenzado a ganar momentum

Aunque por muchos años parecieron una causa perdida, la popularización de los servicios de streaming y la posibilidad de utilizar sus Apps en televisores inteligentes dispararon el uso de estos dispositivos. Hoy, el 61% de los latinoamericanos consume algún tipo de contenido a través de televisores conectados a Internet, una cifra cercana al 75% que lo hace a través de la TV tradicional.

De todas formas, esto no significa que todos estos usuarios posean un televisor inteligente. Mientras que esta es la opción del 69% que miran contenidos de esta manera, el 35% optan por conectar su computadora o laptop al televisor, el 33% utiliza consolas de videojuegos, entre las que la PlayStation 3 es la más popular, el 17% utiliza reproductores Blu-Ray, y el 17% dispositivos de streaming, entre los que el Chromecast es el más popular con un 28% de adopción dentro de este segmento, seguido de cerca por el Apple TV con el 26%.

 

El video ya no se consume sólo en casa

La movilidad que ofrecen muchos de estos dispositivos, y en especial los smartphones, ha hecho que el consumo de video haya pasado de ser un hábito que antes era plenamente casero a uno totalmente móvil. Así es que, mientras el 98% de los latinoamericanos consume contenido de video en sus casas, el 36% también lo hace fuera de sus hogares, en sitios como oficinas, cafés, y otros, y el 14% lo hace en el transporte público.

Dentro de la casa el consumo también ha cambiado, ya que el 15% ha confesado que ve videos en el baño, el 58% en la cocina, y el 50% en la cama.

Esto, sin embargo, no significa que la experiencia sea netamente individual. Y es que el 50% del consumo, independientemente del dispositivo y el contexto elegidos, se hace en compañía de una o más personas. Algo similar a lo que ocurría con la TV tradicional.

Si bien la TV de aire, y también el cable, han perdido una cierta relevancia, esto no significa que el formato haya perdido intensidad o que lo estemos abandonado por otro tipo de medios. Esto se debe a que, como hemos visto, el video es cada vez más fuerte y representa una mayor porción de nuestros consumos diarios. Más allá del canal que elijamos, y de las nuevas alternativas que surjan en el futuro, todo indica que esto no cambiará, y que el entretenimiento seguirá siendo mayormente visual.

EL M-HEALTH CRECE EN TODOS LOS FRENTES

Entre los infinitos fenómenos que ha generado en los últimos años la explosión de los smartphones, el entrecruzamiento entre la tecnología móvil y el campo de la salud es tal vez uno de los más interesantes. En los últimos años —y cada vez con más fuerza— se vienen produciendo avances en tres áreas bien diferenciadas, pero todas relacionadas: el desarrollo de tecnologías de punta, la aplicación a la mejora de la salud en los sectores menos favorecidos, y la popularización de aplicaciones de salud y fitness para llevar en el bolsillo, que son el sector donde se presentan las oportunidades para que las startups lancen productos muy rentables.

En conjunto, hablamos de m-health, un campo que atrae cada vez a más emprendedores, y que viene cautivando a un público ávido de aplicaciones y dispositivos prácticos para controlar y complementar una vida activa.

El m-health ya es un mundo ancho y diverso. En el tope de la escala tecnológica se ubican las megacompañías que ya pusieron su marca en casi todos los aspectos de la vida digital: hablamos, claro, de Apple y Google. La empresa de la manzanita lanzó el ResearchKit, una tecnología que promete convertir a la vasta masa de usuarios de iPhones e iPads en una muestra continua de la población para monitorear sus condiciones físicas, y ya se asoció con el hospital Mt Sinai para realizar, a través de esa plataforma, lo que podría ser “el mayor estudio epidemiológico del asma jamás concretado”.

En tanto, Google avanza en un proyecto tan ambicioso como prometedor: monitorear el cáncer mediante un wearable capaz de detectar la circulación de nanopartículas por el interior del organismo. Nanopartículas que el paciente introduce en su cuerpo tomándolas en forma de pastilla y que, una vez dentro, transmitirán datos al dispositivo.

En el otro extremo están las aplicaciones basadas en servicios 2G como el SMS, aplicables a poblaciones de menores recursos. Es el caso de una experiencia reciente en un hospital bonaerense con pacientes aquejados de tuberculosis, aprobada por los cuerpos revisores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, y del Hospital Italiano, en Argentina. Los pacientes recibieron mensajes informativos sobre su enfermedad a intervalos regulares, y enviaron notificaciones de la toma de medicinas a través del mismo medio, lo que permitió a los médicos un seguimiento mucho más detallado que el que permiten las visitas periódicas a un consultorio.

Mecanismos similares se utilizaron en pacientes con HIV y, en Colombia, con mujeres embarazadas, que recibieron mensajes informativos en un programa para combatir la mortalidad materna. Mecanismos similares se implementaron en Nigeria y Tanzania, agregando a los SMS imágenes de ultrasonidos y escaneos 3D.

En los casos mencionados, la baja penetración de Internet en la población afectada hizo que se recurriera al ubicuo y barato short text message, al alcance de prácticamente todos.

Pero la creciente disponibilidad de smartphones está volviendo cada vez más comunes las intervenciones a través de aplicaciones dedicadas. Son estas aplicaciones, ubicadas en el punto medio de la escala, las que están registrando una explosión comercial y prometen empujar en los próximos años el rendimiento del sector. Apps para controlar el peso, el ritmo cardíaco, el consumo de agua, la cantidad de ejercicio, el nivel de colesterol… todo a través del celular o, a lo sumo, de wearables de uso general como el Apple Watch y —a veces— dedicados, como las fitness bands tan de moda.

Aquí, el mercado es amplio y propicio. Para quienes desarrollan aplicaciones para iOS, la aplicación Health de Apple —instalada en todos los dispositivos— hace la vida más fácil, al permitir a las aplicaciones acceder a los datos de estado y rendimiento físico del usuario. Entre las más populares están Nike Running, MyFitnessPal y Weight Watchers, para controlar el peso.

Puede parecer paradójico, pero el mercado más amplio para estas aplicaciones es la población sana, simplemente por su mayor tamaño. De ahí que Steve Smith, de MediaPost, se quejara recientemente de que los wearables son mayormente usados por los jóvenes, que son típicamente quienes menos los necesitan. Pero los médicos saben que estas aplicaciones cumplen un importante papel al prevenir las enfermedades y ayudar a mantener la salud, y por eso ubican a aplicaciones de control de calorías y fitness al tope de sus listas.

Según un estudio difundido por The Statistics Portal, el tamaño del mercado de m-health proyectado para este año a nivel mundial es de unos $14.500 millones de dólares. Nada despreciable. También en nuestra región el panorama es promisorio. Como suele suceder, el mercado es minúsculo en comparación con el global, pero por eso mismo se prevé que de aquí en más se registre un crecimiento importante, siguiendo la tendencia marcada por los países líderes. Se estima que para 2017 el sector producirá ingresos por alrededor de 700 millones de dólares en Brasil, 200 millones en la Argentina, 100 millones en México y unos 500 millones en el resto de Latinoamérica.

Es que la región tiene una fuerte penetración de la telefonía móvil y es, por lo tanto, campo fértil para todo tipo de implementaciones. Los tres países mencionados concentran dos tercios de las iniciativas de este tipo en América Latina, y un informe de TheAppDate daba una cifra aproximada de cien emprendimientos activos de m-health en el subcontinente (aún lejos de las casi 100.000 aplicaciones descargables a nivel global). ¿Las razones del éxito local?: Además del rápido incremento de dispositivos, la alta incidencia de enfermedades prevenibles pero no transmisibles —como las cardiopatías y la diabetes— vuelven más necesario el monitoreo, apuntaba hace unos meses el diario español El País.

Las cifras del mercado no incluyen los ahorros que experiencias como la del hospital bonaerense le generan al sistema de salud —al reducir la necesidad de turnos y la congestión de los centros de atención, entre otros efectos positivos— y el beneficio económico general de contar con una población más sana. En Brasil, por ejemplo, la Plataforma Saúde permite a enfermeras medir varios indicadores en la sangre de los pobladores de barrios carenciados, usando dispositivos móviles especiales, y la app uruguaya Aqualert permite a sus usuarios controlar el consumo diario de agua.

En suma, el m-health es un sector que, aquí y en el mundo, ya está rindiendo abundantes frutos, y que promete mucho más para el futuro próximo.