Como ya hemos visto hace algunas semanas, ingresar en una aceleradora de negocios no es un proceso sencillo. No solamente no es fácil el proceso de selección, el cual varía ampliamente entre las distintas alternativas, sino que la verdadera dificultad radica en encontrar la aceleradora más adecuada para nuestro proyecto, y definir si estamos en el momento indicado para ingresar. Sin embargo, el verdadero desafío comienza una vez que estamos adentro.

Es que una vez que comenzamos a transitar el programa de aceleración, las oportunidades se multiplican de manera tal que resulta fácil perdernos, saturarnos, o incluso relajarnos demasiado y no aprovechar la experiencia, dando cosas por sentado. Al mismo tiempo, el cambio en el ritmo de trabajo es tal que adaptarnos puede tomarnos unas semanas, con lo que estaremos desaprovechando un tiempo sustancial para hacer grandes avances. Por eso hoy repasaremos algunos consejos para que aquellos emprendedores que están dando sus primeros pasos en una aceleradora de negocios, puedan aprovecharla al máximo y aumentar las probabilidades de construir una compañía sólida y exitosa.

 

No dar la experiencia por sentado

Uno de los principales desafíos —una vez que pasa la euforia inicial por haber sido aceptados— consiste en evitar dar la experiencia por sentado, y recordar que nuestro paso por la aceleradora es una situación excepcional que no se prolongará en el tiempo.

Es llamativa la velocidad con la que los seres humanos nos acostumbramos a las situaciones que estamos viviendo. Es por eso que es necesario recordarnos, día a día, que el tiempo que tenemos para aprovechar los recursos, a nuestros mentores y asesores, las posibilidades de capacitarnos, y hasta la oportunidad de conectarnos diariamente con otros emprendedores, inversores, y hasta con la prensa, es limitado y debe aprovecharse al máximo.

 

Saber qué es lo que no sabemos

Construir una compañía sustentable requiere de una gran cantidad de conocimientos en distintos campos. Incluso si tenemos experiencia previa, es concebible que no tengamos gran parte de los conocimientos necesarios para poder salir adelante. Es por eso que, al ingresar a una aceleradora, es recomendable hacer una lista de todo aquello en lo que necesitamos perfeccionarnos para luego pedir ayuda y capacitación al respecto, y para estar atentos a asistir a charlas, talleres, y otro tipo de actividades que nos ayuden a apuntalar ese conocimiento, y a aprender aquello de lo que no tengamos conocimiento.

Lógicamente, existen imprevistos y temas que desconocemos que existen, y que iremos descubriendo a lo largo del camino, por lo que nos resulta imposible anticiparnos. Pero es bueno hacer un ejercicio de humildad y aprovechar la oportunidad de aprender aquello que ya sabemos que no sabemos, y de dejarnos sorprender por aquellos conocimientos nuevos que podamos acumular.

 

Estar abiertos a las opiniones y sugerencias

Tener una visión y establecer un rumbo resulta fundamental para avanzar en la construcción de nuestro startup. Estar dudando permanentemente, o haciendo cambios en el producto, el modelo de negocios, o en nuestro mercado objetivo cada vez que nos encontramos con un obstáculo, o cada vez que leemos un blog que nos entusiasma con una nueva idea es totalmente contraproducente, y solo nos llevará a estancarnos y a no avanzar. Esto, sin embargo, no significa que debamos cerrarnos totalmente a las opiniones y sugerencias externas. Especialmente a aquellas vertidas por los asesores y expertos con los que nos encontramos en la aceleradora, o a las de otros emprendedores con quienes estamos compartiendo la experiencia.

Muchas veces, su punto de vista objetivo —o por lo menos alejado del proyecto— nos puede ofrecer una visión nueva y diferente acerca de lo que estamos haciendo, y resultar invaluable para repensar distintos aspectos de nuestro negocio. Es por eso que siempre es conveniente escuchar y mantener abierta la cabeza, y evitar caer en fundamentalismos, o en el facilismo de creer que tenemos todas las respuestas, incluso cuando sentimos que esto es así. Lógicamente esto no quiere decir que debamos hacerle caso a todos los consejos que recibamos, pero sí que estemos abiertos a aprender permanentemente de otras personas preparadas y talentosas que probablemente estén viendo algo que nosotros no.

 

Estar listos para ejecutar e iterar rápido

Un proceso de aceleración resulta ideal para probar nuevas ideas y conceptos, y para experimentar con nuestro producto. Es por eso que hay que estar listos para ejecutar rápido, observar resultados, e iterar.

Una buena forma de hacer esto es trabajar verdaderamente en equipo y dividirse las tareas. No tiene sentido que todo el equipo participe de cada reunión o taller, que visite a los clientes o usuarios, o se concentre en una determinada tarea. Si bien todo lo que hay para hacer es atractivo, es conveniente dividirse los roles y avanzar rápidamente en la ejecución de todo lo que encaremos, de forma tal que cuando se termine el programa, ya podamos haber definido —al menos en regla general— los procesos que nos llevarán a crecer y desarrollar nuestra compañía.

 

Aprovechar las oportunidades de networking

Uno de los mayores activos de una aceleradora de negocios está en la enorme oportunidad de conocer a otros emprendedores de nuestro sector, a inversores y fondos que nos pueden ayudar a obtener el capital que necesitamos para seguir creciendo e, incluso a periodistas que nos pueden resultar muy útiles a la hora de difundir nuestro proyecto. Y lo más importante, es que nos da la validación necesaria para lograr que esta gente nos escuche y nos abra las puertas.

Es por eso que, aunque a veces parezca un gran esfuerzo, vale la pena aprovechar todas las oportunidades para reunirnos con estas personas, o para conocerlas, ya sea en contextos formales como una charla o una reunión, o en espacios informales como fiestas y eventos sociales donde nos podamos conectar desde otro lugar.

 

Pedir lo que necesitamos

En la mayoría de los casos, el proceso de aceleración es una experiencia que se vive de a dos, y en el que tanto el equipo como la aceleradora tienen un enorme interés en que el proyecto salga adelante. Es por eso que, aunque parezca que no es nuestro lugar, es una buena práctica pedir ayuda cuando la necesitamos, incluso cuando esto exceda al programa mismo, o a los recursos con los que cuenta la aceleradora. En el mejor de los casos, estaremos resolviendo nuestro problema y abriéndoles las puertas a otros emprendedores para beneficiarse con lo que logramos y, en el peor, tendremos que buscar las respuestas por otro lado. De cualquier manera, siempre es mejor pedir y preguntar. Después de todo, para eso estamos ahí.

No perder el foco

Uno de los grandes riesgos a la hora de formar parte de un programa de aceleración, especialmente en las aceleradoras de alto perfil, yace en perder el foco sobre nuestro trabajo. Es por este motivo que es fundamental estar atentos y aprender a distinguir las oportunidades que resultan importantes para nuestro negocio, y aquellas que no lo son.

Para ser más concretos, en un entorno en el que existe una oferta permanente de eventos, charlas, workshops, capacitaciones, oportunidades de acercarse a la prensa y a nuevos inversores, y de participar de actividades organizadas por la aceleradora tanto para sus participantes como para nuevos aspirantes, y para públicos de otros ámbitos, resulta sencillo distraerse: corremos el riesgo de dedicar la mitad del tiempo a preparar presentaciones para mostrar nuestro startup a un inversor que no nos interesa, o que no tiene nada que ver con nuestro mercado —simplemente porque está la posibilidad— y de perder el tiempo realizando otras actividades igualmente inconducentes. Es por eso que, si bien no hay que dejar pasar oportunidades, tampoco hay que tomarlas absolutamente todas, y debemos ser conscientes de que no existe una verdadera posibilidad de acelerar nuestro negocio si no estamos enfocados en hacerlo.

Una aceleradora de negocios es un campo minado de oportunidades. Sin embargo, es necesario que sepamos navegarlo para que éstas no se vuelvan en nuestra contra, y terminen generando el efecto inverso al que buscamos en el momento en el que decidimos aplicar y empezar a participar.