¿POR QUÉ EL ROAMING INTERNACIONAL TAL Y COMO LO CONOCEMOS ESTÁ TENDIENDO A DESAPARECER?

Hace pocos días veíamos los motivos por los que el roaming —es decir, el servicio de voz, datos y mensajería móvil en el exterior— es notablemente más caro que los mismos servicios a nivel local. Hoy veremos por qué esto resulta cada vez menos relevante para los consumidores quienes, cada vez en mayor medida, encuentran alternativas a la oferta de sus operadoras. Esto está llevando a que, gradualmente, estas empresas comiencen a encontrar maneras más eficientes —y bastante más baratas— de proveer estos servicios. Sin embargo, hasta que éstos bajen a un nivel de precio razonable, vale la pena considerar otras opciones para hablar, enviar mensajes, navegar por Internet, y utilizar aplicaciones en el extranjero sin pagar las altas tasas que proponen las compañías telefónicas.

A continuación veremos cuáles son los mejores mecanismos para comunicarse en otros países a precios notablemente más bajos que los disponibles a través de los servicios de roaming.

 

Las SIM cards de viaje son cada vez más baratas

Una de las primeras opciones a la hora de pensar en utilizar un móvil en el extranjero, es recurrir a una SIM card internacional. Estos chips permiten contratar líneas que funcionan en prácticamente todos los países del mundo, en los que es posible hablar, enviar mensajes, recibir llamados, y utilizar servicios de datos a precios más bajos que los ofrecidos por las operadoras tradicionales a través de sus servicios de roaming.

Al contratar uno de estos servicios, los usuarios obtienen uno o más números de teléfono, generalmente pertenecientes a los Estados Unidos o Europa, al que pueden desviar los llamados que reciben en su línea tradicional, para así poder recibir comunicaciones normalmente. Lo recomendable, en estos casos, es contar con un servicio que provea un número local del país en el que vive el usuario, puesto que de otra forma el desvío de la llamada puede acarrear el costo de un llamado internacional. Al mismo tiempo, el usuario debe contar con un teléfono móvil desbloqueado y compatible con la red del país que desea visitar, ya que de otra manera éste no funcionará en el lugar de destino.

Si bien son convenientes, este tipo de servicios no resultan baratos. Su principal ventaja es que se pueden contratar a través de Internet, y permiten viajar a múltiples destinos con una misma tarjeta SIM, un mismo número, y una única factura o recarga previa al viaje. Sin embargo, si la idea es ahorrar dinero y gastar lo menos posible, hay mejores opciones.

 

Las operadoras virtuales facilitan la contratación de líneas temporales y paquetes de datos

Una alternativa relativamente reciente tiene que ver con la posibilidad de contratar una línea prepaga ofrecida por una operadora local. Esta es, posiblemente, la mejor alternativa para los usuarios que desean tener servicio de voz, datos y mensajes, a precio local. Al mismo tiempo, al tratarse de servicios ofrecidos por operadoras locales, en general incluyen navegación a la máxima velocidad disponible y buena cobertura en todo el territorio de destino.

A diferencia de lo que ocurre con las tarjetas SIM internacionales, sin embargo,  en la mayoría de los casos este tipo de líneas no pueden contratarse a través de Internet, y requieren que el usuario se acerque a un punto de venta de alguna operadora en su destino, y adquiera una línea prepaga que incluya todo lo que necesita. Si bien muchas operadoras ofrecen este tipo de líneas, en general lo más conveniente es recurrir a una MVNO —es decir, a una operadora virtual, como Tuenti en Argentina, o Virgin Mobile en otros mercados latinoamericanos— ya que éstas suelen ofrecer paquetes muy completos, que incluyen una gran cantidad de datos, a precios más bajos. Al mismo tiempo, la mayoría de estos servicios no requieren de ningún tipo de suscripción y pueden ser contratados en el momento en todo tipo de locales y puntos de recarga.

Así como en el caso de las tarjetas SIM internacionales, utilizar este servicio requiere de un teléfono móvil liberado, compatible con las bandas de la operadora seleccionada. Una desventaja en comparación con el otro servicio, es que no es tan fácil desviar las llamadas al nuevo número telefónico, y hacerlo tendrá el costo de un llamado internacional, por lo que no resulta recomendable.

Es por eso que esta alternativa es ideal para aquellas personas que deseen utilizar servicios de datos y realizar llamadas locales en sus destinos, pero no para aquellas que necesitan comunicarse por teléfono con sus países de origen. A no ser que utilicen una aplicación para hacerlo.

 

Cada vez más aplicaciones permiten facilitar la comunicación cuando no hay cobertura

En los últimos años ha ocurrido un cambio cultural. A diferencia de lo que sucedía antes, hoy los usuarios recurren a una serie de aplicaciones móviles tales como WhatsApp y Facebook Messenger, entre otras, para manejar la mayoría de sus comunicaciones. Esto ocurre en detrimento de los servicios clásicos de mensajería ofrecidos por las operadoras, lo cual ha facilitado notablemente la comunicación desde el exterior. Y es que, sin importar si el usuario tiene o no acceso a un plan de datos, el uso de redes Wi-Fi es suficiente para poder enviar y recibir mensajes de texto, imágenes, y mensajes de voz. Adicionalmente, gracias a sus últimas actualizaciones, WhatsApp también permite hacer llamados de voz, algo que también es posible con varias otras apps, como Skype, Viber, Line, Facebook, y muchas más.

Esto significa que, salvo que una persona necesite usar intensivamente su teléfono celular durante su estadía en el exterior, no es necesario contratar un plan o una línea de ninguna clase, y es posible valerse de las redes Wi-Fi disponibles en el destino.

Si bien esto perjudica a las operadoras —que han visto afectado su negocio en servicios de valor agregado que, hasta hace poco, les resultaban altamente rentables— muchas han hecho un esfuerzo por adaptarse a la tendencia y ofrecer soluciones convenientes para sus clientes. El caso más paradigmático es el de Movistar, la cual ha lanzado TU Go, una aplicación disponible para todos sus clientes, que permite realizar llamadas IP a través de redes Wi-Fi de manera transparente, sin costo alguno, y utilizando el número de teléfono local en cualquier lugar del mundo.

Otra alternativa es Roamer, una App para Android y iOS que toma el número telefónico del usuario, y le permite recibir llamados cuando se encuentra fuera del país. Esta aplicación funciona tanto si el usuario se encuentra conectado a la red de datos de una operadora local con una línea que no es la propia, como si está en una red Wi-Fi. Lógicamente, el servicio sólo funcionará cuando el dispositivo se encuentre conectado.

Pero si la idea es no utilizar los servicios de voz, y en cambio concentrarse en el servicio de datos, siempre es recomendable acudir a una serie de aplicaciones que ayudarán a bajar los costos, independientemente de la forma de conexión elegida. Estamos hablando de la versión “mini” o “lite” de muchas aplicaciones populares. En primer lugar, cabe destacar el Opera Mini, un navegador que —aunque se encuentra diseñado para smartphones de gama baja y media, o para redes de baja velocidad— permite ahorrar hasta el 90% del consumo de datos, comprimiendo los sitios web a los que accede el usuario. Algo similar sucede con Facebook Lite, la versión simplificada de la App de la red social más popular. Muchas de las apps más utilizadas están desarrollando versiones de bajo consumo para ayudar a sus usuarios con teléfonos menos potentes a poder utilizar sus servicios, y éstas también resultan ideales para ahorrar en el extranjero.

A diferencia de lo que ocurría hace algunos años, los usuarios móviles ya no son cautivos de su operadora cuando viajan al exterior. Especialmente si cuentan con un teléfono liberado. De esta forma, con más alternativas y competencia, solo es cuestión de tiempo para que los cargos de roaming disminuyan o tiendan a desaparecer. E incluso, si eso no ocurriera, hablar y navegar en todo el mundo resulta cada vez más fácil, por lo que contar con un celular resulta una experiencia cada vez más global.

LA RUTA AL 5G, EL FUTURO DEL MÓVIL

A poco más de seis meses de la llegada del 4G a nuestro país, puede sonar prematuro empezar a hablar del 5G. Pero la realidad es que —aunque para muchos usuarios pueda parecer repentina— la evolución tecnológica toma, en realidad, varios años de investigación, experimentación y desarrollo. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que se trata de una tecnología que está muy sujeta a la regulación del Estado y a las necesidades de las operadoras —las cuales deben invertir miles de millones de dólares para desplegarla—, se necesita un cierto trabajo burocrático que toma tiempos prolongados. Es por todo eso que desde hace más de dos años, compañías como Ericsson, Nokia, Huawei y otras líderes en el sector de la infraestructura móvil se encuentran trabajando intensivamente en desarrollar esta nueva norma. Y ya pusieron fecha para su lanzamiento: los juegos olímpicos Tokio 2020.

Con la capacidad de alcanzar velocidades máximas de alrededor de 300 Mbps (y hasta 375 Mbps si se lleva la tecnología al extremo), el 4G LTE puede parecer más que suficiente para afrontar los desafíos en términos de consumo de datos de los próximos años. De hecho hoy, en la mayoría de los mercados, estas velocidades teóricas nunca llegan a ser alcanzadas por el grueso de los usuarios. Y es que, para alcanzar la velocidad máxima, un celular tendría que ser el único conectado a una determinada antena; de otra manera ésta se dividirá por el número de terminales conectados, que a veces pueden ser miles. Sin embargo, como ya hemos visto, se proyecta que el tráfico de datos crecerá más de un 50% anual durante los próximos años, impulsado especialmente por el consumo de video, y por la cada vez mayor importancia de la Internet of Things, es decir, de dispositivos inteligentes tan variados como: electrodomésticos, instrumental médico, robots industriales, y hasta automóviles, conectados a la red. Y todo esto requiere de un nuevo estándar que permita absorber todo ese tráfico, y a la vez hacerlo de manera más fluida.

Un poco de historia

Lanzadas por primera vez en la década de los 80s, las redes móviles de primera generación tenían un objetivo muy simple: lograr que los usuarios pudieran hablar por teléfono de manera inalámbrica. Estas redes analógicas aprovechaban muy poco el espectro radioeléctrico, lo que las hacía muy limitadas, y por ende muy caras. En los 90s, la tecnología 2G permitió la popularización del móvil, llevando los servicios de voz, luego los mensajes de texto, y hasta las primeras versiones de Internet móvil a los usuarios. La verdadera revolución móvil, sin embargo, se dio en la década del 2000, con el lanzamiento del 3G, la primera tecnología capaz de llevar banda ancha móvil a millones de usuarios con costos cada vez más bajos. El 4G, lanzado en 2010, no fue más que una ampliación de la capacidad y de la velocidad de estas redes, incrementando la gama de servicios ofrecidos a través de las mismas, y creando un marco tecnológico que pudiera hacer frente al crecimiento explosivo esperado para toda la década. El cambio planteado por el 5G pretende ser un poco más profundo, abriendo las puertas no sólo a mayor velocidad y capacidad de la red, sino que renovando por completo la forma en la que entendemos las comunicaciones móviles.

Velocidad, baja latencia, fidelidad y eficiencia

La nueva tecnología 5G pretende replantear un número de cuestiones que hoy parecen inherentes a las comunicaciones móviles. Por un lado, el primer problema que pretende resolver es el de la alta latencia que existe entre los móviles y la red, reduciéndola a valores cercanos al milisegundo. La latencia es el tiempo transcurrido entre que un dato deja la antena y arriba al móvil, y viceversa. Cuando esta es alta, se producen dificultades en la comunicación de datos generando, por ejemplo, cortes o baja fidelidad en las llamadas de video, entre otros problemas.

Otra ventaja de la nueva tecnología tendrá que ver con la eficiencia energética. Mientras que las redes 3G, y sobre todo las 4G, son famosas por la enorme presión que ejercen sobre la batería del dispositivo, las redes 5G con las que se está experimentando requerirán mucha menos energía tanto para operar las antenas, donde el ahorro será de hasta el 90%, como en los dispositivos, donde se espera un ahorro de alrededor del 10%.

Sin embargo, uno de los mayores cambios que traerá el 5G tendrá que ver con el paradigma con el que se manejan las operadoras móviles. Hoy, cada operadora mantiene un conjunto de redes que operan en paralelo. Estas son redes 2G que permiten utilizar los servicios de voz y SMS, redes 3G y 4G para datos, todas coexistiendo y operando en conjunto. El 5G pretende utilizar una misma red para ofrecer todos estos —y otros— servicios. Para ello, la idea es crear una única red física que permita crear redes virtuales para operar cada uno de estos servicios. De esta manera los servicios de voz, por ejemplo, ya no necesitarán una red independiente, sino que utilizarán un servicio de VoIP (voice Ip) en una red virtual, mientras que la transferencia de datos utilizará otra red virtual dentro de la misma red física. Esto, además de bajar los costos, permitirá ofrecer un servicio más consistente en toda el área de cobertura, y reasignar los recursos de manera rápida y dinámica de acuerdo a las necesidades de los usuarios y de cada operadora en particular. Adicionalmente, al ofrecer servicios totalmente virtuales, los teléfonos 5G podrán saltar fácilmente entre redes wi-fi, redes LTE privadas (un nuevo concepto en etapa de experimentación), y las redes móviles, de forma tal de maximizar la cobertura y la calidad de todos los servicios y, además, bajar los costos.

Al mismo tiempo, la intención de los involucrados en el desarrollo de esta nueva tecnología planea aprovechar este cambio de paradigma para, de una vez por todas, generar un estándar global y terminar con la enorme fragmentación que hoy existe —no solamente en las tecnologías utilizadas que vuelven las redes de una operadora incompatibles con otra y que requieren que los fabricantes produzcan distintas versiones de sus equipos— sino también en el espectro de frecuencias utilizadas. De esta forma, ya no habrá que chequear si un equipo es compatible, por ejemplo, con las bandas 17 y 28 —las bandas 4G habilitadas en nuestro país— o con otras bandas antes de utilizarlo en otro mercado, sino que la compatibilidad será general. A diferencia de lo que ocurre con las tecnologías utilizadas hasta ahora, además, las redes 5G se moverán en el espectro, dejando las bandas de “baja” frecuencia que utilizan hoy (que oscilan entre los 800 Mhz y los 2,6 Ghz) para moverse a bandas de entre 26 y 38 GHz. Esto, por supuesto, requerirá trabajar con las autoridades regulatorias en todos los países para liberar esas bandas —hoy utilizadas por otros servicios— para el mercado móvil.

Todo esto, que parece complejo y engorroso, permitirá desarrollar velocidades de hasta 7 Gbps, y crear redes capaces de escalar miles de veces, conectando no solamente a los miles de millones de teléfonos móviles, tablets y laptops que existen en todo el mundo, sino también a miles de millones de dispositivos de otras características que utilizarán conexiones autónomas para mejorar sus capacidades.

Todavía faltan al menos cinco años para que las primeras de estas redes se desplieguen en Corea y Japón, los primeros mercados donde probablemente se experimente con ellas, y posiblemente unos diez años para que llegue a nuestro país. Sin embargo, poder anticipar sus capacidades nos permitirá desarrollar productos, servicios y aplicaciones que las aprovechen al máximo, y generen nuevas oportunidades de negocio.

¿DEBEN LAS OPERADORAS LANZAR SUS PROPIAS TIENDAS DE APLICACIONES?

El 10 de julio de 2008 fue un punto de pivot en la historia de la industria móvil. Ese día Apple lanzó la primera versión de su App Store, la cual permitía ampliar las capacidades de su segundo teléfono, el iPhone 3G mediante la instalación de aplicaciones desarrolladas por la compañía y, en especial, por terceros. Pero no fue esta capacidad de mejorar las prestaciones de sus dispositivos lo que hizo de esta tienda de aplicaciones algo significativo. Lo que verdaderamente cambió la industria para siempre fue el hecho de que la compañía de Steve Jobs comenzaba a apropiarse de un negocio que, hasta entonces, siempre había estado en manos de las operadoras: el de la venta de contenidos, y el de la gestión de todos los servicios de valor agregado.

Esto fue posible gracias a que, por primera vez, los teléfonos comenzaban a contar con conexiones de datos que les permitían conectarse a Internet sin ninguna restricción; ventaja que aprovechó Apple para concentrar las gestiones del App Store de su lado, y convertirse en el único canal mediante el cual los usuarios pueden adquirir las aplicaciones para sus teléfonos, cobrando un 30% de comisión en cada venta. Hasta ese momento, los pocos contenidos que permitían ampliar la experiencia que ofrecía un teléfono —prestaciones como fondos de pantalla, ringtones, y juegos muy sencillos— eran vendidos directamente por las operadoras, o por agregadores de contenidos que se conectaban a sus redes y compartían con éstas las ganancias. Si bien este modelo hoy sigue vigente, su magnitud palidece frente al mercado de las aplicaciones.

Y es que, pocos meses después del lanzamiento del App Store, Google replicó el modelo en su Android Market (hoy Google Play), y Blackberry y Nokia hicieron lo propio, lanzando sus propias tiendas y concentrando el negocio de su lado, arrebatándole una potencial fuente de ingreso enorme a las operadoras móviles. De acuerdo con la consultora Gardtner, hacia 2017 se habrán bajado un total de 268 mil millones de aplicaciones móviles a través de todos estos canales, lo que habrá representado una facturación total de $77 mil millones de dólares. La mayoría de éstos quedará del lado de los desarrolladores y de un puñado de empresas como Apple, Google, Microsoft, y en menor medida Samsung y Amazon, y virtualmente nada quedará en mano de las operadoras; éstas operan simplemente como una autopista a través de la cual ocurren las transacciones, facturando solamente por el uso de sus planes de datos.

Es por esto que las operadoras han comenzado a replantearse su rol en este negocio, y a trabajar en opciones que les permitan volver a tomar un rol activo en la distribución del contenido. Una de estas opciones es lanzar sus propias tiendas de aplicaciones.

 

Tiendas propias de las operadoras

Lanzar sus propias tiendas resulta una posibilidad muy atractiva para las operadoras. Y es que, con millones de usuarios, y el control de la venta de gran parte de los equipos del mercado, las operadoras tienen un enorme público con el que tienen un canal directo de comunicación, y al que podrían venderle contenido y aplicaciones de todos los tipos, llevándose ellas ese 30% de comisión —o una cifra similar— sin entregarle el negocio a otras compañías. Al mismo tiempo, esto las ayudaría a incentivar un mayor uso de los teléfonos por parte de los usuarios, apalancando sus servicios de datos y banda ancha móvil.

Es por este motivo que entre 2011 y 2012 la operadora europea Vodafone realizó una alianza estratégica con AT&T, Deutsche Telekom, Verizon y Telefónica para crear una tienda de aplicaciones conjunta que tuviera un volumen significativo y les permitiera a los desarrolladores subir sus aplicaciones y llegar a los clientes de todas ellas. Esta iniciativa, sin embargo, fracasó.

Los motivos por los que éste y otros intentos por parte de operadoras de todo el mundo de crear sus propias tiendas fracasaron son varios, pero tienen que ver principalmente con que no lograron atraer la atención del público, al mismo tiempo que no pudieron ganarse la confianza de los desarrolladores, un campo en el que tanto Google como Apple y Microsoft invierten fuertemente. Pero quizás el mayor problema fue que llegaron tarde, y no ofrecieron una mejor solución para los usuarios que las ya existentes y muy bien integradas a los sistemas operativos de los teléfonos. Es decir, no pudieron hacer un mejor trabajo u ofrecer una mejor experiencia que Google Play, o el App Store.

Esto no significa que este concepto esté muerto. Este año, las tres principales operadoras de Corea del Sur, KT, SK Telecom y LG U+ anunciaron que se unirían para lanzar una tienda de aplicaciones común a las tres compañías, que atacará específicamente al mercado de su país, y que buscará constituirse como una alternativa a otras tiendas. Esta iniciativa, a diferencia de la encarada por Vodafone, cuenta con varias ventajas. Por un lado, al ocuparse de un único mercado, les permite a los desarrolladores de aplicaciones orientadas al mercado local contar con una vidriera que llegue exclusivamente al público coreano, lo cual puede suponer una ventaja con respecto a otras tiendas. Al mismo tiempo, las operadoras se han propuesto bajar las barreras de entrada para los desarrolladores y ofrecer una experiencia simple desde el punto de vista tecnológico, algo muy posible teniendo en cuenta que una de estas operadoras pertenece nada menos que a LG, una de los principales fabricantes de teléfonos Android en el mundo, y el principal socio de Google a la hora de fabricar teléfonos de la línea Nexus.

Llamada One Store, esta tienda fue lanzada el 3 de junio, y en sólo dos meses ya lleva distribuidas más de 150 millones de aplicaciones, que fueron bajadas por más de 11,1 millones de usuarios.

 

Carrier Billing, una oportunidad de integrarse a las tiendas más populares

Como hemos visto, el desarrollo de una tienda propia para las operadoras no resulta sencillo, y está repleto de desafíos. Sin embargo, el crecimiento de la adopción de los smartphones, potenciada en nuestra región por la mayor disponibilidad de dispositivos de gran calidad en las gamas media y baja, trae aparejada una oportunidad. Se trata del carrier billing.

América Latina —así como otros mercados alrededor del mundo— tiene un índice bajo de bancarización. En Argentina, por ejemplo, solamente el 33,1% de los adultos posee una cuenta bancaria, y apenas el 29,8% tiene acceso a herramientas financieras como tarjetas de crédito. Esto significa que, aunque crezca el mercado de los teléfonos inteligentes, compañías como Apple, Google y Microsoft son incapaces de monetizar sus tiendas de aplicaciones entre los nuevos usuarios, porque éstos no disponen de un método para comprar aplicaciones pagas, ni para hacer compras dentro de la aplicación. Es por eso que deben buscar una nueva alternativa. Y esta alternativa, recae en las operadoras.

Y es que, si bien gran parte de los nuevos usuarios no cuentan con servicios bancarios, todos ellos ya tienen una relación con las operadoras, a las cuales o bien les pagan un plan mensual, o les compran minutos y packs de datos a través de recargas. El carrier billing —es decir, la posibilidad de cobrar a través de la factura, o deduciendo del crédito de una recarga— es un mecanismo que les permite a las tiendas de aplicaciones venderles sus apps y otros contenidos a los usuarios permitiendo que éstos paguen a través de las operadoras, las cuales a su vez cobran una comisión de entre el 25% y el 40% por sus servicios como intermediarias.

Este camino —si bien menos rentable que una tienda propia— resulta una gran oportunidad, porque les permite a las telcos comenzar a participar de un negocio que, hasta ahora, les resultaba esquivo sin tener que tomarse la molestia de abrir una nueva línea de negocios y luchar contra los titanes del mundo del software por la atención de los usuarios. Una pelea que parecía muy difícil de ganar. Y la magnitud del negocio es enorme. De acuerdo con BI Intelligence, hacia 2017 se habrán comprado unos $13 mil millones de dólares en aplicaciones móviles a nivel mundial pagando con este sistema.

Al mismo tiempo, esto le abre las puertas a millones de usuarios a consumir contenidos tan variados como juegos, aplicaciones de todas las categorías, y hasta libros, películas y música, pagando de una manera que les resulta predecible, segura y conocida, y accesible incluso si no cuentan con una tarjeta de crédito, una cuenta bancaria, o alguna otra herramienta financiera.

Es innegable que el contenido es una pieza cada vez más importante del negocio móvil y, de una forma u otra, las operadoras han encontrado una manera de participar.